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Las 'Pasiones' del Prado desnudan de nuevo a la mujer y derrochan lujuria
La nueva exposición del Museo del Prado reúne las seis 'poesías' que Tiziano pintó para Felipe II a través de un discurso expositivo que nos habla de sensualidad, erotismo y deseo, eludiendo posibles lecturas con perspectiva de género.
Madrid-
Por primera vez en cuatro siglos el Museo del Prado reúne las famosas "poesías" de Tiziano. Las pintó entre 1553 y 1562 para Felipe II, un encargo real que tuvo como resultado todo un derroche de lujuria, escenas de amor, desamor y muerte. Seis cuadros que integran la exposición Pasiones mitológicas y que nos interpelan desde el pasado para hablarnos de sensualidad y erotismo, pero también de unos episodios que, hoy día, estarían tipificados penalmente.
La muestra, inicialmente prevista para el año pasado, se pospuso debido a la pandemia. En el camino uno de los museos participantes canceló su aportación por falta de presupuesto y la exposición, que comenzó su periplo en la National Gallery de Londres, fue confinada dos veces y ha estado más tiempo cerrada que abierta. Además, una obra prevista no ha podido viajar por las restricciones, pero se espera que llegue en unas semanas.
La exposición, que se podrá ver hasta el 4 de julio, coincide en el tiempo con las últimas semanas de Invitadas, el tímido intento −criticado por grupos feministas− por parte del Prado de explorar a través de una muestra la construcción del ideal femenino en el arte, un análisis crítico de los tópicos que han marcado la representación de la mujer y un rastreo de la misoginia imperante en la pintura española.
Esa tentativa del Prado por dar visibilidad a las pintoras del siglo XIX y primeras décadas del XX y explicar el molde patriarcal al que tuvieron que hacer frente contrasta con Pasiones mitológicas, la última exposición de la pinacoteca que junto a los seis cuadros de Tiziano reúne 29 obras de grandes maestros como Velázquez, Rubens, Veronese, Ribera, Poussin, Allori o Van Dyck. Un discurso expositivo que pone el foco en la conexión entre pintura y mitología en el Renacimiento, con el cuerpo de la mujer como principal hilo conductor.
Europa a lomos de Zeus convertido en toro, antes de ser violada, Venus tratando de impedir, sin éxito, la muerte de su amado Adonis; Dánae sobre una cama desnuda mientras cae una lluvia dorada de monedas, o Perseo descendiendo de los cielos para rescatar a Andrómeda de un terrible monstruo. Todas son obras de gran formato y con mujeres, desnudas o semidesnudas, como protagonistas.
Las Pasiones del Prado ahondan en la belleza del cuerpo, un recorrido entre ninfas desprovistas de atavíos que yacen, muchas de ellas, expectantes, objeto de un deseo que no les pertenece, víctimas de una violencia que se ha perpetuado a lo largo de los siglos. Una violencia que apenas se empalabra, una violencia cuya contextualización desde una mirada contemporánea el director del museo, Miguel Falomir, se desentiende en el catálogo expositivo: "Es lógico que no compartamos esos valores. Pero es importante no intentar ver estas obras solo desde nuestro tiempo; a eso se le llama anacronismo, y es uno de los pecados peores del historiador del arte"
"Actitud censora"
"Nos da la impresión de que muchos centros están optando por una especie de maquillaje, algo que se queda en una mera exposición o en un itinerario concreto, pero que no va más allá, que no hay una decisión real de incluir a la mitad de la ciudadanía", lamentaba Marián López Fernández-Cao, artista, docente e investigadora en unas declaraciones a Público. Unas palabras que, ahora, Pasiones mediante, recuperan plena vigencia.
"Este es un sueño para cualquier historiador del arte", esgrimía Alejandro Vergara, comisario de la muestra junto al propio director de la pinacoteca, Miguel Falomir, especialista en Tiziano. Un sueño hecho realidad para un Vergara que resumía así en el catálogo expositivo su posición con respeto a cómo debemos lidiar con nuestra historia del arte: "Durante siglos, mitos como este han contribuido a que la violencia sexual parezca natural. ¿Qué podemos hacer al respecto hoy en día? No creo que debamos juzgar demasiado el pasado. (...) Respecto de la actitud censora hacia cuadros que muestran historias semejantes a esta, me preocupa lo que nos perdemos si entendemos el arte de una manera demasiado racional. Para mí, el arte es algo más personal y privado que político; su propósito no es la justicia".
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