Este artículo se publicó hace 13 años.
El Prado calienta el Hermitage
Las dos pinacotecas cierran un acuerdo histórico con una excitante exposición en el museo ruso formada por 66 obras maestras de pintores como Velázquez, El Greco, Murillo o Goya. La muestra supone el arranque del Año Dual
A veces podría parecer que el mundo sólo pudiera entenderse de dos maneras, en posturas irreconciliables: Picasso o Malevich, Velázquez o Poussin, El Greco o Murillo, Tiziano o Caravaggio, Madrid o San Petersburgo Polos separados por distancias que no entienden de kilómetros y que, sin embargo, a veces, se acercan tanto que terminan colándose uno dentro del otro hasta confundirse. Y entonces encajan y se multiplican, como una muñeca matrioska: la primera caja es el Museo Hermitage de San Petersburgo, se abre y dentro aparece El Prado de Madrid. En versión reducida, eso sí, pero con el suficiente color de la pinacoteca española como para latir con 66 cuadros, distribuidos a lo largo de la imponente sala Nikolayevsky, en un intercambio de pintura sin precedentes entre los dos grandes museos.
Tiziano abre fuego: su retrato de Carlos V (1533) recibe al espectador de la exposición El Prado en el Hermitage, que supone el banderazo de salida de un año en el que Rusia y España quieren cuidar las inversiones económicas entre ambos, hasta encajar como lo han hecho las dos pinacotecas. El primero de los 300 acontecimientos programados para salpicar la temporada cultural de los dos países dio cobijo ayer a empresarios y políticos, que antes habían firmado las bases de lo que se espera sea una relación fructífera, en la monumental biblioteca presidencial Boris Yeltsin.
Allí, a los pies de la mesa que reunió a 36 empresarios rusos y españoles, junto al presidente ruso Dmitri Medvédev, a Juan Carlos de Borbón y a Trinidad Jiménez, ministra de Asuntos Exteriores y de Cooperación, el presidente de la CEOE, Juan Rosell, aseguraba que "somos una potencia de segundo orden", motivo por el cual caemos bien a los rusos: "Nos respetan, pero no les damos miedo".
También estuvo en la inauguración la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, quien respondió con claridad a los periodistas por el reciente cierre de la negociación con Carmen Cervera por el futuro de su colección. "Se resolverá si una de las dos partes considera que se puede hallar una solución. Las negociaciones con la baronesa no resultan fáciles nunca. Es así desde que Javier Solana dirigiera este Ministerio", explicó.
Añadió la ministra que Carmen Cervera ya ha anunciado que este año tiene intención de hacer una nueva petición al patronato del museo para vender otra pieza, como ya intentara hacer con La esclusa, de Constable. Cervera dispone del 5% del valor total de sus fondos, por lo que tiene el derecho de venta. De producirse este hecho, Cervera estaría descapitalizando poco a poco la parte más valiosa de la extensa colección que arrancó junto a su marido.
Admiración rusaFelipe IV, como gran monarca obsesionado por la pintura y su colecciónSi en el mundo de la empresa hay subordinación, entre los lienzos hay "admiración", como dijo ayer el director del Museo del Hermitage, Mikhail Piotrovsky en rueda de prensa. "Cada uno de estos cuadros es una piedra preciosa. Todas las piezas del Prado son grandes obras maestras", aclaró Piotrovsky para subrayar que este intercambio "no se basa en principios de popularidad". De hecho, estamos ante la "más fastuosa embajada que nunca antes ha tenido fuera de sus paredes El Prado", reconocía Miguel Zugaza, director del museo madrileño. Quizás no exageró, porque entre las piezas que se han trasladado hasta la ciudad rusa, gracias a la Sociedad Estatal de Cooperación Cultural (SECC), se reconoce una excelente selección de las colecciones reales de la pinacoteca española.
Desde Carlos V hasta Fernando VII, de Tiziano a Goya, casi 300 años de pintura, en un recorrido histórico por la pasión coleccionista de los monarcas, en el que predomina el gran formato, es decir, la pintura de impacto. Un tamaño propio de la grandeza de un país que quiso mostrarse rico durante siglos y que ayer presentó su categoría cultural en el museo más lejano del continente, hasta el próximo 29 de mayo.
Para ello, el comisario de la exposición y director adjunto de El Prado, Gabriele Finaldi, ha seleccionado un cuadro de emisarios excelentes: Velázquez, Ribera, El Greco, Mengs, Maíno, Murillo, Coello, Sánchez Cotán o Goya, entre los nacionales. Tiziano, Durero, Van der Weyden, Jordaens, Caravaggio o Rubens, representando el peso de la pintura italiana y flamenca, que también hace importante al museo español.
Dos figuras destacan en la muestra: Felipe IV, como gran monarca obsesionado por la pintura y su colección, y Velázquez, su pintor de corte. Son el corazón del diseño expositivo que ha cubierto la sala de grandes paneles sobre los que cuelgan la Reina Mariana de Austria, el Retrato de Felipe IV y el del Bufón don Diego de Acedo. Tres obras que podrían resumir en un vistazo la trayectoria del pintor sevillano. Junto a ellos, otros reyes inmortalizados por sus artistas como Carlos III y su hijo Carlos IV por Mengs, o Fernando VII por Goya.
Todos los géneros
Finaldi quiso enfatizar el nivel de la muestra: "Se trata de la más importante que ha salido jamás del museo, exceptuando la de 1938, pero aquello fue por otros motivos". Entonces España estaba en guerra y El Prado, mediante la Junta Delegada de Incautación, Protección y Salvamento del Tesoro Artístico de Madrid, evacuaba a Valencia "sólo lo verdaderamente importante". El primer día salen cuatro Grecos, un Zurbarán, dos Goyas, un Van Dyck y cuatro Riberas.
La selección de obras de El Prado en el Hermitage resume los géneros en las colecciones de la institución española, con ejemplos de pintura mitológica que fue lo que más coleccionaron los monarcas como Venus recreándose con el Amor y la Música, de Tiziano, o Perseo liberando a Andrómeda, de Rubens. Las naturalezas muertas, con el Bodegón de caza, hortalizas y frutas, de Sánchez Cotán, o el Agnus Dei, el bodegón a lo divino de Zurbarán. La evolución del retrato español con obras de Moro, Pantoja de la Cruz, Velázquez, El Greco, Paret y Goya. Y el paisaje, con Claudio de Lorena, Watteau y Joli. Sin olvidar la importancia de la pintura religiosa, que a San Petersburgo llega con la gran Sagrada familia del cordero, de Rafael Sanzio, Virgen del Rosario, de Murillo o el solemne Cristo abrazado a la Cruz, de El Greco.
El comisario de la muestra también quiso destacar dos guiños que ha preparado para el público ruso, al incluir la Adoración de los pastores (1612), de Juan Bautista Maíno, porque la colección del Hermitage tiene otra obra de este autor del mismo tema. El mismo Finaldi comentaba a este periódico que el museo ruso guarda el fondo, después de Londres, más importante en el extranjero de pintura española. Y destaca entre ellas un retrato de Goya que les donó en el año 2000 el dueño de la empresa Arm and Hammer, La anunciación de El Greco o El almuerzo de Velázquez. Sin embargo, tienen poco más de 30 pinturas expuestas al público.
Además, el comisario de la exposición destacó que hay una notable falta de obra del siglo XVIII, ya que fue con la primera compra en 1764 de Catalina la Grande cuando empezó el proyecto de gran colección, como decoración de su residencia, el Palacio de Invierno, donde hoy se encuentra el museo estatal. Los diplomáticos de la emperatriz le traían de Europa Occidental obra anterior al siglo XVIII.
Tras este paréntesis histórico, la colección del Hermitage recupera su fuerza y alberga ejemplos de pintura contemporánea, algunos de los cuales llegarán a España el próximo 8 de noviembre, con la muestra Tesoros del Hermitage, en El Prado.
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