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Ciudad Jara: "La política casi ha desaparecido de mis canciones, me apetece hablar de otras cosas"

El que fuera líder intelectual de La Raíz lanza un EP con Ciudad Jara, proyecto que ahora ocupa su tiempo. 'La velada del lobo' son seis canciones y una promesa de gira por España.

Pablo Sánchez, compositor y líder de Ciudad Jara.
Pablo Sánchez, compositor y líder de Ciudad Jara. Christian Gonzalez

Pablo Sánchez (1980) conversa con tono apagado, pretende pasar desapercibido, evita el foco y las frases grandilocuentes. Nadie pensaría que detrás de esa postura de actor secundario se esconde un vocalista y frontman que ha marcado a una generación de indignados. "A veces lo que más me inspira es leer un cuento a mi hija", confiesa. 

La Raíz, la banda con la que se comió el mundo de un bocado, elevó su exposición pública a tal dimensión que optó por romper y recorrer el camino inverso. Pablo disolvió su banda y formó Ciudad Jara, con otro espíritu, otro sonido, otras pretensiones. Otra historia. "Solo disfruté La Raíz cuando éramos perfil bajo. Los últimos años, viajando por todo el mundo, no sabía disfrutarlo, y mis compañeros eran testigos de que yo no disfrutaba con esa exposición. Sintiéndome referente no estaba cómodo", sostiene el cantante. 

Unos años después de aquella decisión, poner punto y final a una banda en su momento de mayor dimensión, van ya dos discos publicados y este mes de marzo de la luz se incorpora un nuevo EP de seis canciones, La velada del lobo. Sonidos pop y un "disco de lírica desenfadada", según define él mismo. Versos menos esforzados: "No tienen una profundidad lírica como antes, que me empecinaba en pulir cada detalle de las letras. Este ha salido más fluido". Un cambio, apunta, fruto de la edad: "No veo mis proyectos musicales con tanta urgencia como antes, que me levantaba pensado en ellos".

Un puñado de canciones vitalistas, optimistas, relucientes, soñadoras y románticas. "Que está precioso el día para arrepentirse después", entona Ciudad Jara en Trocito de Marte. Promesas sonrientes para tiempos, tal vez, más oscuros de la cuenta.

"No siento nada que se parezca a ganas de volver con La Raíz"

Aunque esa presunta relajación lírica que apunta su propio compositor no se percibe tan fácilmente como oyente. Los versos son autónomos e indepedientes, no demandan una melodía por debajo. El paso del tiempo, el sexo y el amor tóxico son las vertientes que inspiran este nuevo EP: "El componente político de mis cancones se ha ido diluyendo y creo que ha desaparecido, me apetece hablar de otras cosas. No me consiero un buen escritor de temática social, prefiero hablar de otras cosas con las que me siento mejor escritor", sostiene el autor de Entre poetas y presos y La hoguera de los continentes.

Esas banderas políticas que definieron La Raíz no se encuentran en Ciudad Jara, que lejos de ser una banda heredera, parece un hijo que reniega de un padre. "Ahora hablo de una vida que tengo mucho más cerca, La Raíz no me representaba del todo a nivel artístico. Yo tenía más cosas", y zanja: "No siento nada que se parezca a ganas de volver con el grupo". Pablo solo muestra gratitud y amor hacia su exbanda, pero tiene claro que el punto final es definitivo.

Ser el líder de La Raíz conllevaba abanderar forzosamente todas las causas injustas del planeta. Al posicionarse y cantar a la libertad, el público le exigía una opinión formada, crítica y sesuda de cada tema de conversación: "Ser el referente de aquel tipo de letras no me gustaba. No me sentía cómodo. Siempre creí que había gente que sabía mucho más que yo y que lo hacía mejor. No me sentía a gusto. No me sentía libre para sentir que cambiaba, acomodarme, desaparecer... no podía sentirme libre para no dar la cara. Sentía que tenía que estar en el centro y se me preguntaba por todo", recuerda Pablo.

Admirador de Joaquín Sabina, de Jorge Drexler y de Luis Eduardo Aute, Pablo Sánchez ha cambiado de registro y eso no siempre, o casi nunca, agrada a los oyentes. "Hay muchos fans que no lo han entendido, pero lo más bonito es que ha habido muchos que no lo entendían y ahora sí, les apetece hablar de otras cosas porque también han cambiado", asegura este cantautor, que una vez quiso incendiar el mundo con su garganta y ahora prefiere pasar desaparecibo.

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