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El Reina Sofía desempolva su colección

Juan Luis Moraza y Rosa Barba bucean en los fondos del museo para mostrar obras que nunca habían salido de los almacenes

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¡Olvidad todo lo que sabiais de la historia del arte! ¡Olvidad todo lo que habiais visto en el Museo Reina Sofía! Porque los artistas Juan Luis Moraza y Rosa Barba, tras bucear entre las más de 20.000 obras de arte de los fondos de la institución, han seleccionado unas cuentas piezas que cuestionan hasta el discurso sobre la modernidad.

Documentos, esculturas, pinturas, reproducciones, fechados desde finales del siglo XIX y entre los que se encuentran importantes obras, como cuadros de Picasso y una escultura de Louise Bourgeois, forman la narración planteada por 'dos artistas muy diferentes pero que se complementan y dan una visión distinta de la colección', en palabras de Manuel Borja-Villel, quien presentó ayer la doble exposición Dos lecturas sobre la colección. Hay hasta un busto de Franco que el propio Borja-Villel desconocía.

Moraza y Barba tenían carta blanca para montar la exposición que querían. Y han elegido dos caminos muy distintos. Mientras Moraza (Vitoria, 1960) acumula unas 200 obras en un espacio pequeño, Barba (Italia, 1972) apostó por crear un diálogo entre grandes impulsores (como Marcel Duchamp, Hans Arp o Pablo Picasso) con artistas contemporáneos (como Louise Bourgeois o Cindy Cherman) y privilegia el vídeo.

La muestra montada por Moraza se articula horizontalmente en tres ámbitos en función de tres tipos de realismo: el que el artista denomina realismo icónico (sensorial y emocional); el simbólico (estructural y conceptual) y el indicial (material y contextual). 'La primera intuición con la que empecé fue una sensación de que gran parte de las discusiones en el campo del arte y la cultura que se producen en la actualidad resuenan con las que se estaban produciendo en el siglo XIX. Con ese intento de establecer un vínculo con el fin de entender el presente, inicié mi trabajo', dijo ayer Moraza. La verdad es que el espectador se pierde un poco ante tantas obras reunidas en un espacio pequño.

Por su parte, Barba considera que las obras que seleccionó forman un  'alfabeto' e iban 'interactuando' entre ellas hasta crear un 'lenguaje propio'. 'Aunque el coloquio que entablen (las diferentes piezas) sea anárquico, está orquestado como un concierto, como una banda cuyos componentes tocan a la vez o como un coro que se reúne para cantar una canción. El archivo entendido como un conjunto de expresiones intemporales individuales, coreografiadas como una partitura musical', explicó la artista italiana.

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