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Retratos desde las barricadas desde los años setenta, en rojo y negro
El veterano militante de izquierdas Pepe Gutiérrez-Álvarez publica 'Retratos en rojo y negro' (Renacimiento), una colección personal de perfiles de destacadas figuras políticas e intelectuales. Entre otros, se encuentran el actor Jordi Dauder, el escritor
Àngel Ferrero
Barcelona-
Ya hace años que Pepe Gutiérrez-Álvarez (Sevilla, 1946) vive en Sant Pere de Ribes (municipio catalán de la comarca del Garraf en la provincia de Barcelona), desde donde, como todo el mundo, trata de pasar la pandemia de la mejor manera posible. En el municipio del Garraf ha encontrado una especie de "utopía local", "un sitio que se parece mucho a donde me crie", en "una casa con mucha luz, a un paso del bosque y a un paso del mar". Vivir "lejos de la gran ciudad" le ha permitido cultivar su "pequeño mundo". Retratos en rojo y negro (Renacimiento) es fruto de esta actividad en los últimos tiempos, aunque Gutiérrez-Álvarez ha escrito y sigue escribiendo mucho.
Retratos en rojo y negro es un libro de perfiles biográficos muy personal, retratos de personas que el autor se encontró durante su larga trayectoria como militante de la izquierda anticapitalista. Gutiérrez-Álvarez se declara obsesionado con el "testimonio generacional". El paso del tiempo, asegura, "devasta la memoria", pero cree que su posición de militante le ha permitido situarse "un poco como puente" entre las personas que desfilan por el libro y el lector.
"He escrito sobre todos ellos, también sobre mis propios saltos desde el pueblo, la familia, la emigración, la aventura de la clandestinidad, así como sobre el porqué y el cómo de las expectativas fallidas de la Transición", afirma.
De material había, y sobradamente, y el autor apunta a todo lo que ha publicado antes en diversos digitales. En un principio pensó en redactar "un cuadro complementario a lo que había escrito en Memorias de un bolchevique andaluz (El Viejo Topo)". "Se trataba de cubrir una cronología que iba desde la posguerra hasta el presente", continúa, y de hacerlo "a través de personajes que ya se han muerto, salvo un par de excepciones, Loach y uno más personal", para el que "ha cambiado nombres", ya que se trata de "algo muy privado".
"He intentado que cada personaje represente una historia", explica a Público Gutiérrez-Álvarez, y, agrupándolos a todos, crear "una composición a partir de la cual, al menos de algún modo, surgiera un cuadro microhistórico que fuera lo más representativo posible". El autor destaca su esfuerzo por evitar que "el fotógrafo se vea" en estos retratos, y también por "dar peso a actores olvidados o incluso mal vistos". "Es el caso de la gente que vi desde las barricadas en los años setenta", una etapa que fue de "crecimiento de los movimientos", pero en la que se podía ver, sobre todo "desde las posiciones avanzadas" a todos " aquellos que fueron bajándose del tren hasta el momento en que fue haciéndose evidente entre lo soñado y lo que tocaba".
'Wile', Paco, 'Moro'
El actor Jordi Dauder, el escritor Paco Candel o el cineasta Ken Loach son sólo algunos de los personajes que desfilan por Retratos en rojo y negro. Sin querer entrar en detalle –para eso ya está, evidentemente, el propio libro– le pregunto a Gutiérrez-Álvarez por el histórico militante del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) Wilebaldo Solano, al que describe como el "poumista más precoz, más tarde el exiliado más joven, y también el más optimista, quien más insistía en apostar por la recomposición del POUM", una operación que "no veíamos los jóvenes que nos aproximábamos" a esta corriente. De Solano destaca cómo Wile trabajó en la creación de la Fundació Andreu Nin –de la que el autor es miembro– "con todas sus energías".
El filósofo Francisco Fernández Buey es una "referencia" que su autor hace "extensible" a lo que llama "todo el colectivo sacristanista", en alusión a los discípulos del filósofo marxista Manuel Sacristán. Gutiérrez-Álvarez no duda en calificar esta corriente como "la más lúcida y abierta que ha producido las izquierdas en este país". Con Paco Fernández Buey coincidió "en la cúpula de Esquerra Unida i Alternativa (EUiA), en el proyecto de Anguita", precisa. Allí demostró su "enorme talla intelectual" y allí también continuó esa relación personal e intelectual, que se prolongó "en debates y conferencias" en las que el autor "trataba de conectar más como activista" y "actuar como divulgador".
Gutiérrez-Álvarez reserva palabras cálidas para uno de los fundadores de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) Miguel Moro Romero: "Fue el mejor de todos nosotros, alguien que dejaba una reunión para felicitarte por un trabajo, pero que no se guardaba de criticarte cuando lo creía necesario". Junto con Jaime Pastor, Manolo Garí, Chato Galante y Lucía González fue "parte central del colectivo que permitió la continuidad de la LCR" y "educó a muchos de nosotros en el feminismo, en el internacionalismo, a gestionar las diferencias".
Con una carga política como la que tiene Retratos en rojo y negro es imposible no pedirle a su autor qué es lo que cree que nos deparará el futuro, si no habrá, siguiendo los títulos de la tercera y cuarta parte de este libro, una "travesía del desierto" seguida por un "empezar de nuevo". "Vemos una recomposición más acelerada, pero por mucho que casos como el de Chile puedan invitarnos al entusiasmo, también es cierto que nunca el enemigo ha sido tan consciente ni tan potente". Del mismo modo, observa, "tampoco la urgencia ha sido tan evidente y no hace falta más que ver un buen documental sobre la salud del planeta para tener que seguir luchando contra la melancolía...".
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