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El poder de seducción de 'El infiltrado'

Protagonizada por Tom Hiddleston y Hugh Laurie, ‘El infiltrado’ es ya, con solo tres semanas de emisión en España, una de esas series imprescindibles de la temporada. Esta adaptación de la obra de John Le Carré es fácil de ver por la gran adicción que provoca.

'El Infiltrado' cuenta con un gran reparto y una trama que engancha desde el principio.

MADRID.- Con la mitad de los episodios emitidos y tres más por delante, El infiltrado se ha convertido en una de esas series de las que casi todo el mundo habla, para bien, y todo el mundo recomienda. Dejarse seducir por esta adaptación a la televisión de la novela homónima –en su título original The Night Manager– de John Le Carré es sencillo.

Las razones, poderosas. Trama, reparto, dirección, realización y localizaciones encajan como un puzzle bien engrasado en el que, por ahora, nada chirría. Y todo con ese poso a medio camino entre lo británico y lo estadounidense que desprende cada capítulo emitido los miércoles, a partir de las 22:10, en AMC.

El protagonista es Jonathan Pine, un exsoldado británico que combatió en Irak y que de vuelta de la guerra se refugia tras el mostrador de recepción de un hotel en el turno de noche (de ahí el título original). La acción arranca con él en El Cairo, en plena ebullición de la Primavera Árabe, y con la amante de un rico y violento heredero poniendo en manos de Pine unos documentos comprometedores que este hace llegar a la inteligencia británica. Así su vida se cruza con la de Richard Roper, un despiadado traficante de armas. No hay héroe sin villano. La fuente de Pine, Sophie, muere, marcando este trágico suceso el resto de las decisiones de este recepcionista que acaba convirtiéndose en el infiltrado del título.

La serie está protagonizada por Tom Hiddleston y Hugh Laurie, dos actores, británicos ambos, que convierten las escenas que comparten en auténticos duelos interpretativos, algo que, en cada capítulo va a más

El exsoldado, recepcionista y a la postre infiltrado es Tom Hiddleston (Thor). El magnate del mercado negro armamentístico, Hugh Laurie (House). Y ahí, en el reparto, es donde reside la segunda poderosa arma de seducción de El infiltrado después de su trama llena de intrigas y tensión bien sostenida. Dos actores, británicos ambos, que convierten las escenas que comparten en auténticos duelos interpretativos, algo que, en cada capítulo va a más. Un baile de máscaras en el que ninguno está dispuesto a quitarse la careta primero. Sin embargo, Laurie y Hiddleston no están solos en su batalla personal. Tienen quienes les arropen en cada bando.

Una embarazadísima Olivia Coldman interpreta a Angela Burr, la agente principal de una agencia de investigación creada con el único fin de cazar a Roper. Obsesionada con acabar con él desde hace una década, encuentra en Pine a su mejor baza en años. Tom Hollander es el Major Corkoran, mano derecha de Roper y a quien define a la perfección una frase dicha por él mismo en el segundo episodio: “Te cogeré y te colgaré por esos preciosos tobillos hasta que la gravedad consiga sacarte la verdad”.

Hay más, cada personaje con su propia historia que le arrastra a un lado u otro de la línea. Como la chica de Roper, a la que interpreta Elizabeth Debicki y a la que un velo no le deja ver más allá de su ‘cómoda’ posición. Al menos, así es al principio. Y, entre ellos, dos españoles, Antonio de la Torre y Marta Torné como secundarios desconocidos para el resto, pero de fácil reconocimiento por el público español y que ganan peso en la trama con el paso de los capítulos. Al menos, él.

La huella en la dirección de Susanne Bier

Bier marca un estilo propio en el que las panorámicas del paisaje y el escenario donde transcurre la acción se van alternando con los primeros planos de sus protagonistas

Trama interesante, reparto más que solvente y una dirección muy marcada a cargo de Susanne Bier. Esta cineasta danesa galardonada con un Oscar en 2011 por Un mundo mejor deja su impronta en El infiltrado con la colocación de la cámara en lugares imposibles, poco habituales y la apertura y cierre del encuadre a placer, contando, a su manera, la historia de otro. Bier marca un estilo propio en el que las panorámicas del paisaje y el escenario donde transcurre la acción se van alternando con los primeros planos de sus protagonistas o de detalles significativos al servicio de un thriller en el que el espectador se encuentra en perpetuo estado de tensión por la suerte de Pine. Cuanto más infiltrado esté, más riesgo correrá de ser descubierto. Un descenso a los infiernos en el que héroe tendrá que marcar la línea que está dispuesto a cruzar para dar caza al villano en un auténtico duelo de titanes.

Todo envuelto en una exquisita elección de las localizaciones. Empezando por El Cairo, donde en un momento convulso comienza todo, para saltar a Suiza. Del calor de la revuelta al frío de la nieve. Nada más opuesto para un personaje que busca con ese cambio radical huir del pasado que le acaba persiguiendo y encontrando. Y de las montañas y la nieve helvéticas a la fortaleza mallorquina de Roper, un lugar inexpugnable, de difícil acceso y custodiado por guardias armados cuyas vistas aéreas dan una idea de lo impenetrable del lugar, como el personaje que lo ocupa. Madrid y Londres también se dejan ver. Porque El infiltrado cuenta una historia a gran escala, la historia de un hombre que hace negocio de la muerte y de otro que ha visto en carne propia lo que esas armas pueden hacer e intenta, a riesgo de su propia vida, frenarlo desde dentro.

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