Sole Giménez: "La mujer en la música ha sido vista como una voz e incluso solo como una figura femenina"
Sole Giménez, ex Presuntos Implicados, festeja sus 40 años en la música con un disco en directo, 'Celebración'.
Madrid-
Sole Giménez (París, 1963) cumple cuarenta años en la música y lo festeja con Celebración, un disco doble grabado en directo en el que colaboran Joan Manuel Serrat, Antonio José, Miguel Poveda y su hija, Alba Engel. La excantante y compositora de Presuntos Implicados, que emprendió su carrera en solitario hace casi dos décadas, tira de cancionero propio (Mi pequeño tesoro, Alma de blues, Cómo hemos cambiado…) y clásicos ajenos (Aquellas pequeñas cosas, Ramito de violetas, Non, je ne regrette rien…) en un álbum pop que bebe de la chanson o la bossa nova.
Cuarenta años en la música, diecisiete ya en solitario. ¿Cómo hemos cambiado?
Me he hecho más resistente con el paso de los años. Todos cambiamos. Si no lo hacemos, tenemos un problema. Yo he cambiado mucho y espero que a mejor. Me he hecho más confiada y un poco más segura.
'Celebración' incluye un libro y, a quien lo solicite, una dedicatoria de su puño y letra. ¿Cada vez hay que ofrecer más al público para defender un nuevo disco?
Ya no se venden discos. Nosotros no publicamos un álbum para ganar dinero, sino porque creemos que damos un servicio que parte del público todavía agradece. Es un detalle con la gente. Mis últimos cuatro trabajos son libro-discos, porque el proyecto merece que haya un texto y un encarte, pues el objeto todavía merece la pena. No se trata de una cuestión mercantilista: yo firmo los discos como agradecimiento al público.
¿Ha sido difícil asumir que las ventas de antaño no regresarán?
Hemos tenido quince años para asumirlo [risas]. Eso se perdió en los tiempos, aunque me llama la atención que la industria todavía hable de ventas, cuando son muy residuales. Y ya no te digo entre la gente más joven... Ahora tiene más sentido hablar de descargas, porque la venta del disco físico es anecdótica.
¿Echa de menos aquellos éxitos?
Sí, porque antes las cosas eran más claras y evidentes. ¿Ahora quién te escucha y quién no? Te pierdes... Además, está desapareciendo el concepto de disco, porque se publican canciones sueltas. El álbum clásico ha quedado como un reducto para la generación que vivió esa época.
Si le pidiésemos a un programa de inteligencia artificial que nos escribiese una canción a lo Sole Giménez, ¿qué palabras o conceptos tendríamos que incluir en la solicitud?
Ni pajolera idea [risas]. No tengo mentalidad de algoritmo ni de inteligencia artificial. Supongo que hablaría de la vida, del amor y del desamor, de lo que va ocurriendo…
¿Teme que la máquina nos sustituya?
Ese peligro existe, pero ¿qué hacemos? No sé si nos sustituirá, aunque competirá con los humanos y será más barata. Sin embargo, ¿dónde queda la creatividad del ser humano? En todo caso, tampoco creo que haya que tener demasiado miedo, pero sí controlarlo y ponerle puertas a ese campo.
¿Qué no puede hacer un robot?
No lo sé, porque no soy ingeniera. Solo tengo un robot que limpia de vez en cuando el suelo de mi casa [risas]. Ojalá que no perdamos el norte ni el sentido común.
En Presuntos Implicados sintió que se asfixiaba y decidió dejar el grupo.
Exactamente. Todo se agotó y tenía que salir.
¿Cómo afrontó el salto al vacío?
Con mucho miedo y con muchas expectativas, sabiendo que tenía que empezar casi de cero. En aquel momento, con tiento y cuidado, hice el mejor disco en solitario que pude.
¿Cómo ha vivido la evolución de la presencia de mujeres en cargos de responsabilidad en la industria musical?
Conozco a muy pocas mujeres que ocupen cargos directivos. Lamentablemente, la situación apenas ha cambiado: apenas ves músicas, ingenieras o productoras en el pop, en el rock o en el jazz. Alguna hay, pero yo esperaba que, después de cuarenta años, su presencia fuera mayor. En otras áreas, como en el cine, sí se ha hecho un gran esfuerzo. Sin embargo, en mi sector, al margen de las cantantes, ¿hay más mujeres?
¿Cree que la mujer ha sido vista solo como una voz, aunque escribiese la letra o compusiese la música?
La mujer en la música ha sido vista como una voz e, incluso, solo como una figura femenina, en todos los sentidos.
¿Se siente una superviviente?
Totalmente. Soy una corredora de fondo. En España, solo el 10% de las mujeres mayores de cincuenta años que siguen con su carrera musical tienen compañía discográfica. Eso es significativo respecto a lo que piensa la industria sobre nosotras.
Hay muchas mujeres que escuchan música, sin embargo…
Spotify lanzó la campaña Equal [para fomentar la igualdad de género] porque se dio cuenta de que solo el 20% de la música que se escucha en su plataforma es cantada o compuesta por mujeres, que a su vez escuchan canciones hechas sobre todo por hombres.
Respecto al fenómeno fan, ellas sostienen las carreras de muchos artistas masculinos, lo que no ocurre tanto con las artistas femeninas. Nosotras lo tenemos difícil para estar ahí, porque se van cerrando puertas [solo una de cada cinco artistas en las listas de éxitos es mujer, según un estudio de Spotify presentado en 2021].
Durante su carrera, ¿se ha sentido infravalorada o ninguneada? ¿Ha sufrido el síndrome de la impostora? ¿En Presuntos Implicados o también en solitario?
Claro. El síndrome del impostor acompaña a las mujeres de mi generación que han tenido algo de éxito. Era como algo inevitable... No me ha sucedido en estos últimos años, pero sí en Presuntos Implicados y en entornos totalmente masculinos, como el de las discográficas, donde parece que me decían con la mirada: "¿Y tú por qué hablas? ¿Quién te ha dado a ti la palabra?".
Sin embargo, yo siempre he sido muy peleona y lo que tenía que decir lo he dicho. Por eso he caído mal. Es lo que nos pasa a las mujeres que no nos callamos, porque al final terminamos teniendo mala prensa. Lamentablemente, porque nosotras también existimos y queremos opinar sobre nuestras carreras.
En su proyecto Mujeres de Música homenajea a autoras y compositoras hispanoamericanas y españolas, de Chabuca Granda a María Grever. ¿Unas voces históricamente silenciadas?
Totalmente. ¿Quién conoce a Consuelo Velázquez? Nadie, aunque sea la compositora [con solo dieciséis años] de Bésame mucho. Es así: las mujeres, por tradición, vamos desapareciendo.
En Celebración canta Mi pequeño tesoro junto a su hija Alba Engel, a quien le había dedicado la canción. ¿Las nuevas generaciones lo tienen más difícil que la suya?
Sí, porque hay mucha competencia y es muy complicado que se fijen en ti. Ahora hay muchas ventanas, pero... Por no hablar del tipo de música y de la forma en que se consume. Yo lo veo muy complicado para los jóvenes.
¿Cómo vive la amenaza de regresión de los derechos de las mujeres en España?
Con muchísima inquietud. Si ese retroceso se lleva a cabo, vamos a salir perdiendo y tendremos que volver a reivindicar [nuestros derechos]. No solo por nosotras, sino también por nuestros hijos y por nuestras hijas, para que no nos vuelvan a encerrar en la cocina y con la pata quebrada. No vamos a consentir eso.
Modificar el lenguaje invisibiliza la realidad: de la violencia de género a la violencia intrafamiliar.
Exactamente. Pretenden quitarnos de en medio para volver a invisibilizar la discriminación y el maltrato. No tienen otra voluntad que acallarnos.
¿Cómo ve la situación política en la Comunitat Valenciana tras el acuerdo de Gobierno entre PP y Vox?
Si estos señores empiezan a decir que la violencia de género no existe, con mucha inquietud, porque salimos todos perdiendo.
Hay motivo de Celebración y, además de su hija, la acompañan Joan Manuel Serrat, Antonio José y Miguel Poveda.
Estoy muy contenta de que participen en este disco, un esfuerzo de nueve meses y la carta de presentación de la gira. Nos ha quedado un álbum muy bonito, con una factura tanto sonora como gráfica que me hace feliz.
Hablando de gráfica, usted estudió Bellas Artes en València. ¿Algún poso de aquella época?
La responsable del diseño es amiga desde entonces.
¿Pero aparcó la faceta de artista y optó solo por la música?
Son carreras que necesitan el 100% de cada uno de nosotros. Lamentablemente, no tengo tiempo para pintar por hobby. Me encantaría, aunque para dedicarte al arte hay que poner toda la carne en el asador. Tenía que elegir y, al final, me decidí por la música.
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