Este artículo se publicó hace 13 años.
La utopía es posible
La arquitecta anglo-iraquí Zaha Hadid expone sus proyectos más subversivos en el Instituto del Mundo Árabe de París
Los perros se parecen a sus dueños. Puede que los edificios también. Por lo menos en el caso de Zaha Hadid. La arquitecta anglo-iraquí tiene aspecto de reina mesopotámica. Dice odiar a los tímidos y, tal como sus propias creaciones, parece cualquier cosa menos retraída y humilde. "Tu trabajo siempre es una extensión de lo que eres. Pero me sorprende que gente que no me conoce de nada se atreva a decir que se trata de un reflejo de mi personalidad", objetaba ayer ante Público en el Instituto del Mundo Árabe de París, donde inauguró una exposición que recoge sus proyectos más subversivos, repletos de curvas imposibles y aristas puntiagudas.
La exposición tiene lugar en el Mobile Art, pabellón nómada que Chanel encargó a Hadid para organizar exposiciones en las principales capitales de la moda. Pero la irrupción de la crisis acabó dinamitando el proyecto. La marca francesa ha donado la estructura a este centro especializado en las culturas árabes, que exhibirá en ella el arte contemporáneo llegado de los países islámicos. Era de justicia que la encargada de inaugurar el espacio fuera la misma Hadid, que ha escogido una serie de maquetas de proyectos que parecen escapar a las leyes de la física. Por ejemplo, la nueva Torre Espiral de Barcelona, que se sumará a una larga lista de edificios en territorio español, donde es más prolífica que en su país de adopción. "No es difícil, porque los británicos odian mi trabajo", sostiene Hadid. "España ha sido pionera en la transformación de sus ciudades. Ha abrazado sin complejos una arquitectura novedosa. Barcelona y Bilbao son modelos alrededor del mundo. Espero que la crisis no logre acabar con todo esto".
"La funcionalidad es muy importante, pero no lo es todo", dice Hadid
Única mujerNo es extraño que, pese a maravillar con su espectacularidad, a sus edificios se les reproche cierta desmesura. "No me gusta esa palabra. Sería como decir que un paisaje increíblemente hermoso resulta excesivo. A nadie se le pasaría por la cabeza", afirma Hadid. Para la arquitecta, todos los edificios deberían aspirar a ser excepcionales. "Los humanos sólo nos dejamos impresionar por lo que parece increíble. Por la llegada a la Luna o los grandes descubrimientos científicos. La arquitectura tiene que ser así. Por lo menos, es lo que yo persigo".
Hadid sigue siendo la única mujer en el exclusivo club de los starquitectos y la única que ha conseguido escalar hacia esa cúspide llamada Pritzker, el Nobel de la arquitectura. Logró conquistarlo en 2004, antes que Richard Rogers y Jean Nouvel. Pero dice que la situación ha mejorado mucho y está convencida de que otras vendrán tras ella. "Hoy las escuelas de arquitectura están llenas de mujeres. Hace 20 años no era así", argumenta.
"España ha sido pionera en la transformación de sus ciudades"
Hadid comenzó como discípula del holandés Rem Koolhaas, que terminaría abandonando la teoría y construyendo proyectos tildados de utopistas. Hadid ha seguido ese camino. "Mi ambición consiste en demostrar que lo utópico se puede y se debe edificar", sostiene con entusiasmo. Y se le ha recriminado preferir la belleza a la funcionalidad. Las puertas de su sofisticada estación de bomberos en Weil Am Rhein no cierran bien y las paredes inclinadas del nuevo museo MAXXI de Roma complican la exposición de las obras. "Las dos cosas deben ir juntas. La funcionalidad es muy importante, pero no lo es todo", asegura. "Por ejemplo, hace unos años me compré una casa al este de Londres. La cocina era tan fea que la tuve que quitar. Ahora vivo sin cocina".
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