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Woody Allen: "La gente está desesperada por creer en algo"

El director norteamericano presentó ayer en Cannes su nueva película, 'You will meet a tall dark stranger', con Antonio Banderas en el reparto, donde vuelve a plasmar con humor su celebrado desasosiego existencial

 

CARLOS PRIETO

Todo era maravilloso el sábado en Cannes. La diva francesa se cimbreaba por la alfombra roja envuelta en boas de plumas. Los críticos se relamían con la última película del enésimo aspirante a Godard. El sol lucía su mejor sonrisa y una deliciosa brisa primaveral entraba por la ventana. Y el periodista, que esperaba la llegada de Woody Allen (Nueva York, 1935), pensaba: 'Ah, there is no business like the show business'.

Hasta que llegó Woody Allen, se presentó amablemente al pequeño grupo de reporteros españoles y sacó el mazo metafísico: 'La vida no tiene ningún sentido. Todos nos morimos y el universo acabará por desaparecer'. ¡Magnífico! Kierkegaard en la Croisette. Menos mal que estábamos en la habitación de un hotel y no en una de las fiestas nocturnas de los yates. A algunos se les hubieran atragantado las ostras oyendo esto. Y otros se hubieran arrojado directamente por la borda.

'Todos nos morimos y el universo acabará por desaparecer'

El incombustible cineasta estadounidense presentó su película número 41 (en 44 años) en la sección oficial, aunque fuera de competición. You Will Meet a Tall Dark Stranger es una producción catalana (Mediapro) con Antonio Banderas, Josh Brolin, Anthony Hopkins y Naomi Watts. Y un divertimento sobre las peripecias de tres matrimonios en crisis. O al menos eso parece a primera vista

Hopkins, por ejemplo, interpreta a un madurito (Alfie) afectado por la madre de todas las crisis de los cuarenta. Salvo que el chaval tiene ya más de 60 años, así que pierde los papeles a lo grande. Se pone a hacer pesas como un maniaco, deja a su mujer y se casa con una prostituta rubia con la cabeza llena de serrín. En efecto, la juerga.

O no. Porque donde unos ven una comedia ligera, Allen intuye un apocalipsis existencial. 'Alfie se despierta en mitad de la noche y se da cuenta por primera vez de que no va a vivir para siempre. Se queda tan aterrorizado que empieza a hacer deporte como un loco y a negar su mortalidad. Su actitud me parece muy triste', explicó a Público.

'La vida es algo terrorífico e inestable para los mortales'

Todos los personajes están tan perdidos que a Allen le preocupaba que 'los espectadores pensarán que era una película demasiado triste'. Pero siempre hay un resquicio para la esperanza, aunque sea a golpe de autoengaño. La única persona que bordea aquí la felicidad es la crédula de la película: la ex de Alfie (Helena, interpretada por Gemma Jones), una mujer adicta a los espiritistas. 'Ustedes podrían deducir que el mensaje es que la única manera de ser feliz es creyendo que existe un más allá. Y no se equivocarían. Creo firmemente que la vida es algo terrorífico e inestable para el resto de los mortales. La única manera de sobrevivir es engañándose a uno mismo. La gente está desesperada por encontrar algo en lo que creer', razona.

Ni siquiera podemos aspirar a que nos sobrevivan nuestras obras. Aunque estas se llamen Manhattan, Annie Hall o Zelig. 'Hasta los artistas se engañan a sí mismos. Creen que la vida tiene sentido porque su arte les sobrevivirá, pero la verdad es que el artista acaba muriendo y no importa nada que su obra perdure', espeta.

Pero antes de que empiecen ustedes a hacer añicos sus poemas, sus acuarelas y sus figu-rillas de Lladró, deberían escuchar esto. 'La labor del artista es buscar las razones por las que el ser humano se aferra a la vida', dice. Una labor titánica dadas las circunstancias porque 'todos los argumentos racionales apuntan a que la vida no tiene ningún sentido'. Ay, dios, con lo bien que iba todo.

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