Woody Allen: "Si volviera a vivir, probablemente, me dedicaría a otra cosa distinta"
El cineasta estrena su película número 50, 'Golpe de suerte', tras su paso por el Festival de Venecia, donde el movimiento #MeToo protestó por su presencia y donde la crítica le recibió con una larga ovación.
Barcelona--Actualizado a
Woody Allen debuta y, probablemente, se despide. No es una
contradicción. El cineasta de Brooklyn ha rodado por primera vez en
francés, con un reparto galo, y al mismo tiempo dice adiós al cine con
Golpe de suerte. Es su película número 50 y con ella ha vuelto,
después de muchos años, a recibir una larga ovación y excelentes críticas.
Si fuera por él, a pesar de sus 87 años, volvería a rodar mañana mismo,
pero no parece que la suerte ahora esté de su lado. "Tengo una buena idea, una de las mejores ideas que he tenido nunca para rodar en Nueva York. Si tuviera el dinero, la haría, pero me molesta mucho buscar el dinero para una película y creo que no intentaré ya hacerlo. No voy a perseguirlo", dice a un grupo de periodistas en Barcelona, hasta donde ha viajado después de Venecia para tocar el clarinete con su banda.
"La suerte se provoca", dice uno de los personajes de Golpe de suerte,
una comedia de misterio, amor, infidelidad y crímenes. Y la suerte del
cineasta, que durante decenios ha sido uno de los más queridos en Europa y que ahora está en las listas negras del movimiento #Metoo por las acusaciones de abuso sexual por parte de su hijastra, no le está amparando.
O no del todo, al menos con esta película ha recuperado el aplauso de la
crítica. "Nadie, ninguno de nosotros provocamos nuestra suerte. Yo he tenido mucha suerte en mi vida y, sí, la suerte forma una parte muy importante en la vida de las personas. A mucha gente le gusta pensar que provoca su propia suerte y, tal vez, en cierto modo, se puede hacer un poco, pero no lo suficiente y, desde luego, no tanto como nos gustaría pensar".
Preguntas esenciales
Lou de Laâge, Melvil Popupaud –lo mejor de toda la película–, Valérie
Lemercier y Niels Schneider son los protagonistas de esta divertida
comedia negra, en la que Allen vuelve a jugar con el azar y la suerte, y en la que bastantes cosas recuerdan a la espléndida Match Point, aunque no alcance en ningún momento la lucidez, el pulso narrativo ni la acidez de aquella.
Son 87 años, muchos de ellos en el cine, haciendo las películas que ha
querido y aun así, Woody Allen se confiesa insatisfecho. "Siempre me siento insatisfecho y siempre quiero una vida distinta de la que tengo, pero si tuviera una vida distinta, querría otra vida distinta. Forma parte de mi naturaleza no estar satisfecho. Si volviera a vivir, probablemente, me dedicaría a otra cosa distinta".
Pero, probablemente, seguiría haciéndose preguntas sobre la vida, como ha hecho siempre desde el cine, porque "está muy bien esto de hacerse preguntas, aunque, por supuesto, lo mejor es no esperar encontrar las respuestas, no las encuentras nunca. Es bueno preguntarse cosas porque da pie a buenas conversaciones a intercambios de ideas interesantes, pero al final a lo mejor sacas algo de información, pero nunca la suficiente y jamás respuestas a preguntas fundamentales".
Villanos, neuróticos, psicópatas
No hay tampoco respuestas para muchas cuestiones que han sobrevolado la vida del cineasta en los últimos tiempos, no quiere hablar de ello, sin embargo, le interesa hablar de la masculinidad tóxica que retrata en esta nueva película a través del personaje que interpreta Melvil Poupaud.
"La gente siempre me dice que escribo bien para las mujeres, pero
es por casualidad, lo hago sin intención. Cuando empecé a hacer películas, yo era el protagonista de todas ellas y entonces escribía para mí mismo, pero cuando dejé de aparecer en mis películas empezaba siempre escribiendo el papel de las mujeres. Nunca pensé en mis películas desde una perspectiva masculina".
"Muchos hombres de mis películas –continúa Woody Allen– son débiles, falsos, deshonestos... pero es que eso es lo que hace una historia interesante, si los personajes son buenos, el público se aburre y se queda dormido. Por eso en mis películas siempre hay hombres retratados como villanos, neuróticos, psicópatas, muy malos y, además, los tengo que exagerar para hacer más interesante la película".
Y volviendo a ésta, Golpe de suerte, en ella Woody Allen ha recuperado el aplauso del público y la ovación de la crítica del Festival de Venecia y, sin embargo, a pesar del buen sabor de boca que esto le ha dejado, no supera en su lista de favoritas a la mencionada Match Point. "Con esa película tuve la mayor suerte. Kate Winslet me dijo que no podía hacerla, tenía que estar con sus hijos y no teníamos a nadie para rodar. Llamé a Scarlett Johansson y en dos días estaba en el rodaje. Todo creció y funcionó mucho mejor. Si necesitaba que lloviera, llovía, si quería sol, salía el sol. Los actores lo hicieron mejor de lo que yo lo había escrito...".
Si decían o no lo que él había escrito, por cierto, nunca lo supo Woody Allen cuando rodó con Penélope Cruz y Javier Bardem Vicky Cristina Barcelona. "Dejé que improvisaran y ni siquiera hoy sé qué carajo estaban diciendo", concluye.
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