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Balotelli: el delantero que nos falta

Su forma de jugar y su pegada ejemplifican el perfil de jugador que no encuentra Del Bosque

ALFREDO VARONA

Una vez acabado el partido de Varsovia, frente a Alemania, Balotelli (Palermo, 1990) se quedó de pie, clavado en el banquillo, casi insensible y como si fuese un robot. Sin la más mínima sonrisa, quieto como una muralla, se sintió como si lo sucedido no fuese una hazaña. Y entonces el mundo recordó que Balotelli es así, que su cabeza circula en una dirección y el resto en otra y que él no se siente acomplejado por ello.

Fue el gran triunfador de la noche, el héroe, un prodigio de delantero centro. Sentenció a Alemania con unas posibilidades tremendas, un tren de vida que sólo fue capaz de igualar Cristiano ante Holanda. En una Eurocopa, en la que el gol está tan difícil, y España es el ejemplo, Balotelli es una excepción. Un papel que se adapta maravillosamente a su vida, en la que la comunicación nunca será lo más importante. Quizá por eso todavía no ha encontrado un entrenador a su medida.

La función de Balotelli, sin embargo, fue monumental anoche. Recorrió los kilómetros justos y decidió como un martillo frente a la portería de Neuer, de cabeza y con el pie, por alto y por bajo, con seguridad y madurez, como casi ningún delantero ha hecho en esta Eurocopa. Al menos, con la autoridad que Balotelli logró anoche y que justifica a un futbolista para la eternidad. La historia narra maravillosos delanteros en la 'azurra' como Bettega, Rossi, Altobelli, Schillachi, Baggio... Y, desde anoche, Balotelli se ha unido a esa esfera con letras mayúsculas.

Al lado de Cassano, otra antigua promesa, su crédito ha pegado un giro brutal. Desde ahora, cuando el delantero diga que va a ser el mejor, la crítica ya no le pedirá que la paciencia es lo primero. El poder de Mario fue descomunal en una noche que lo vio sin camiseta. Fue así como celebró el segundo gol, un disparo que casi nació en la otra galaxia.

Su descripción prueba lo que ahora mismo no tiene España: un delantero total, insobornable frente al gol. Ha logrado una química enorme con Cassano, como si llevasen media vida jugando juntos. Tiene una seguridad que le faltaba en el primer partido de la Eurocopa frente a España. Entonces el país desconfiaba de él y hasta se reprochaba a Prandelli que lo hubiese convocado o que lo eligiese por delante de Di Natale.

El partido tampoco aclaró las sospechas. Balotelli fue, incluso, un delantero torpe. Su credibilidad quedó herida en aquella oportunidad en la que se quedó solo frente a Casillas, se aisló del mundo y retrasó tanto la decisión final que dio tiempo para que Sergio Ramos le abortase la pelota. En realidad, no hizo caso a su entrenador. 'A Mario le pido que juegue sencillo, que procure dar profundidad', declaró Prandelli, que justificó a duras penas aquella acción en la que Balotelli, a diferencia de los delanteros letales, despreció la soledad. '¿Qué le pasó en la jugada en que pudo marcar? Me ha dicho que buscaba a Cassano'.

Prandelli, antes de reprocharlo, lo juzgó con generosidad. 'Puede que sienta un poco de responsabilidad'. Supo esperar con él, aunque le advirtió que todo tiene un principio y un fin. 'Ahora le toca demostrar su potencial'. Y la respuesta de Balotelli, sin violencia de ninguna clase, ha sido maravillosa, tanto que España, a día de hoy, envidia a un delantero de esa autoridad. Y lo envidia, sencillamente, porque no lo tiene.

No se puede decir que la vida de Mario Balotelli haya sido un camino fácil. El 12 de agosto de 1990 nació en Palermo en el seno de una familia de inmigrantes de Ghana. Sus padres, Thomas y Rose Barwuah, se mudaron por problemas económicos desde la sureña ciudad a Bagnolo Mella, en la provincia de Brescia. Mario tenía pocos días de vida. 

Pese a que hoy en día cuenta es todo un portento físico, pasó una infancia traumática y con muchos problemas de salud. Incluso, se llegó a temer por su vida. Sufrió dolencias intestinales, que provocaron que tuviera que ser operado en varias ocasiones.

Los problemas de salud de Mario y las condiciones de hacinamiento de la familia obligaron a los Barwuahs a tener que pedir la ayuda de los servicios sociales, quienes recomendaron que se trasladaran a un ambiente con mejores condiciones habitacionales.

Por eso, en 1993 fue el año en el que la vida de Mario cambió por completo. Pasó de apellidarse Barwuah a Balotelli. Su familia biológica decidió darlo en adopción a Francesco y Silvia Balotelli. Tenía solo 3 años.

Sin embargo, cuando Mario Balotelli comenzó a hacerse famoso al despuntar como futbolista, sus padres biológicos reclamaron su custodia, por lo que fueron acusados de ser unos oportunistas y buscar tan solo el dinero que generaba su hijo. Como su proceso de adopción no cumplió todos los requisitos legales, Balotelli tuvo que esperar a la mayoría de edad para poder solicitar la ciudadanía italiana, formalidad que obtuvo el 13 de agosto de 2008.

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