Este artículo se publicó hace 14 años.
El clásico, el reloj del Barça
Los de Guardiola revierten la menor fiabilidad mostrada fuera de casa este curso frente al máximo rival

Más allá de las muchas virtudes futbolísticas exhibidas por el Barcelona desde que Pep Guardiola gobierna el banquillo, si algo destaca en su equipo es la capacidad para dominar los encuentros más exigentes y para invertir tendencias cuando es preciso y más complejo parece. En las tres últimas temporadas, los azulgranas siempre han llegado al primer clásico de la Liga en la segunda posición de la tabla, a rebufo del Madrid. Y siempre han salido de él habiéndole birlado el liderato a los blancos con una victoria (1-0, 5-0 y 1-3). No fue una excepción el sábado, aunque los azulgranas protagonizaran su peor inicio en la historia de los clásicos al encajar el primer y único gol a los 25 segundos.
En la primera temporada de Guardiola, el Barça ya era líder cuando recibió al Madrid en la primera vuelta. Se reafirmó con un triunfo (2-0). Y lo repitió, de manera memorable (2-6), en el Bernabéu, para decidir definitivamente la Liga a su favor. Entonces, el equipo dirigido por Juande Ramos había encadenado 17 victorias consecutivas. El de Mourinho había enlazado 15 hasta el sábado.
En el primer año de Pep, el Barça ya decantó la Liga en el clásico del Bernabéu
Esa capacidad azulgrana de dominar los clásicos resulta especialmente llamativa este curso por la evidente dificultad que el Barça había mostrado para resolver sus partidos lejos del Camp Nou: una derrota, tres empates y dos victorias por la mínima hasta llegar a Chamartín. Las estadísticas, además, respaldaban las teorías críticas con la fiabilidad de los muchachos de Guardiola fuera de casa. Como visitante, los azulgranas sólo habían convertido el 20% de sus remates entre los tres palos, frente al 43 % en su estadio. Y habían encajado el 53% de los disparos recibidos, frente al sorprendente 0% del Camp Nou. En el Bernabéu, voltearon los porcentajes como un calcetín.
"Las estadísticas no explican nada; en la vida, nada tiene una explicación", filosofa Juanma Lillo. "Son tendencias sin mayor relevancia", coincide Julen Lopetegi. "Y digan lo que digan, el clásico siempre es un paréntesis", abunda el seleccionador sub 19 y exportero de Barça y Madrid. "No hay una razón táctica para explicar esa diferencia porcentual: el Barça juega igual en casa y fuera", prosigue Lopetegi. "Pero en casa su posesión es extremadamente alta: el rival no puede quitarle el balón y, cuando lo hace, lo recupera muy rápido. En campo propio, en cambio, los contrarios exponen un poco más", concede. "Para mí, es más una cuestión del cómo", opina Lillo. "Desde que el Barça decidió jugar con Messi más metido en la medular, apostó por un juego un pelo diferente: tienen más el balón, que no mejor. Sus tiempos de posesión son larguísimos, pero tienen menos situaciones despejadas en el área", explica el técnico vasco.
Ante el Madrid, los azulgranas chutaron siete veces entre los tres palos de Casillas y marcaron tres goles: igualaron el porcentaje del Camp Nou, un 43. Y el último, firmado de nuevo por Cesc. "Cesc aparece mucho en el área porque Messi está más en la elaboración, es casi más armador que goleador", apunta Lillo. El argentino, efectivamente, se fue sin su habitual gol del Bernabéu, pero dio el primero a Alexis y torturó a los de Mourinho. Valdés, por su parte, encajó uno de los seis tiros entre los tres palos del Madrid: un 17%. "En el Camp Nou, Valdés necesitará un abrigo de lo poco que tiene que intervenir, pero fuera, casi casi", ironiza Lillo. "Aunque el Barça comete ahora algunas pérdidas en los últimos metros que desencadenan contras", observa. "Aun así, encaja pocos goles de visitante para lo que expone", puntualiza. Uno ante el Madrid, pese a arriesgar con tres defensas. "Tres para tres. Era cuestión de ser valiente o muy valiente", expuso Guardiola.
Ante el Madrid, los azulgranas voltearon sus estadísticas lejos del Camp Nou
"Lo que tiene un mérito brutal del Barça es que sigue triunfando sin cambiar su esencia. Los rivales saben cómo jugarán, pero ellos persisten", concluye Lopetegi. La prensa mundial comparte el asombro y la admiración.
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