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Federico Etxabe: "Sin despertador se vive de maravilla"

El exciclista vasco, que ganó en el mítico Alpe d'Huez en el Tour del 87, nunca tuvo que volver a trabajar. 'Supe invertir el dinero que gané en el ciclismo y ahora me dedico a pesar angulas, plantar lechugas y sacar a los p

ALFREDO VARONA

Hace 26 años, en el Tour de Francia de 1987, Federico Etxabe (Cortézubi, 1960) ganaba en Alpe d'Huez, en la mítica cima a la que hoy vuelve a llegar el Tour de Francia. Fue un triunfo soñado que, en realidad, sólo entraba en su imaginación. 'Me acuerdo que se lo decía a Lale Cubino, mi compañero de habitación: Lale, este puerto me va bien, ya lo verás'.

Pero en el equipo BH, que entonces dirigía Javier Mínguez, Etxabe no era el candidato. 'Yo salté como liebre para preparar el camino a Anselmo Fuerte en el último puerto, pero resulta que la liebre salió respondona'.

Al final, Etxabe venció, tras las 21 curvas de herradura, como si fuese Fausto Coppi, después de más de 100 kilómetros de escapada. Un maravilloso día que hoy, desde su casa de Gernika, ya casi ni recuerda Etxabe, 'porque ha pasado demasiado tiempo y yo no soy hombre que se ate al pasado. Sí recuerdo que es un puerto duro, sobre todo al principio y al final, que parece que no se va a acabar nunca. Pero en la vida hay que saber cerrar ciclos y vivir lo que te toca y ahora yo estoy alejadísimo de la bicicleta'. 

En realidad, el Etxabe de hoy no se parece casi nada al ciclista que ganó hace 26 años en Alpe d'Huez. 'Ahora, mi máxima responsabilidad es la de plantar lechugas, salir a pescar angulas o sacar a los perros de paseo'. Precisamente, cuando hablamos con él, acababa de venir de pescar y ni recordaba la hora a la que se había levantado. 'Ha podido ser a las siete, a las ocho o a las nueve, qué sé yo.  Hace mucho tiempo que no tengo necesidad de escuchar el despertador y vivo de maravilla. Con esto, no quiero decir que mi vida sea la ideal. Hay días que se me hacen muy largos, casi interminables, en los que tengo que romper las normas e inventarme cualquier ocupación, pero cuando me retiré del ciclismo me dije a mí mismo: Fede, ya has vivido demasiados años estresado, en los que no te podías permitir ni un resfriado, has ganado tu dinero, has hecho tus inversiones... ¿por qué no te ocupas de vivir? La realidad es que, desde entonces, no he vuelto a trabajar. No sé si eso es bueno o es malo, pero creo que no me puedo quejar: el ciclismo me dio un dinero que supe utilizar para vivir, para no estar pendiente de un horario, de una reforma laboral que me pueda fastidiar.... No, mi vida es otra cosa y está por encima de todo eso'.

Sin ser de los más famosos, Etxabe, de 53 años, fue un buen ciclista en los ochenta. Invirtió once años de su vida que, además, le dieron para 'comprarse una casa en el campo'; para tener dos hijas, 'que ahora tienen 22 y 13 años', y para montar una tienda de deportes, 'de la que se ocupan mi mujer y mi hermana'. Pero él, desde que se retiró del ciclismo activo en 1996, prácticamente no ha tenido, ni ha querido tener, vida laboral.

'Tuve un proyecto  relacionado con el ciclismo amateur, pero acabé hasta los cojones de la gente. Te daban hostias por todos los lados. Era disgusto tras disgusto, algo que no iba con mi forma de ser y lo dejé, porque siempre supe lo que quise. A mí no me mueve la riqueza. Me mueve la vida y tuve la suerte de ganarme el derecho a vivir sin trabajar, a cuidar de mis gallinas o a pasar la máquina de césped por la mañana. La verdad es que, si lo pienso fríamente, casi siempre estoy haciendo algo, pero admito que no tiene nada que ver con el estrés de un trabajo o de un ciclista. Yo fui ciclista y era difícil. Trabajabas todo el día. Si pillabas un simple resfriado,  sabías que se te podía complicar la temporada entera. No podías exponerte a eso. Hay que ser muy duro para vivir así'.

Por eso Etxabe siempre admirará a los ciclistas, a los primeros y a los últimos que lleguen esta tarde a la cima de Alpe d'Huez.

'El ciclismo no ha cambiado. Sigue siendo parecido al que yo dejé. Otra cosa es que ahora se haya tratado de erradicar el dopaje, pero era algo que también se pudo hacer en mi época. Siempre, en todas las épocas, ha existido el típico que quería ir por delante de los demás'. 

Se niega, sin embargo, a confesar si él fue uno de ellos. 'Esa es una pregunta complicada. Me reservo el deber de confidencialidad', insiste Etxabe, un hombre muy práctico, enemigo de dramatizar. 'Siempre que ha habido guerras después ha llegado la paz en el deporte y en la sociedad'. Hubo un tiempo en el que fue comentarista de Onda Vasca, pero 'cuando llegaba el momento veía que casi nunca me apetecía, es que yo soy un tipo raro'. Muy alejado de la bicicleta ('todavía las tengo en el camarote de mi casa'), apenas sale ya a montar. 'No siento esa necesidad. Prefiero ir a caminar al campo y, además, me da pánico salir a la carretera. Me muero de miedo nada más ver a los coches, ya no es como en mi época, ya no se respeta a los ciclistas'. Así que su físico también ha sido objeto de una enorme metamorfosis respecto al de ese hombre, de 27 años, que en el mes de julio de 1987 ganó en Alpe d'Huez. 'He ganado 25 kilos', reconoce.

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