Este artículo se publicó hace 14 años.
"Gracias por todo, Dennis"
En 1999, cuando Henry llegó al Arsenal, tenía algo en común con Bergkamp, el hombre al que entonces se adoraba en Highbury
En 1999, cuando Henry llegó al Arsenal, tenía algo en común con Bergkamp, el hombre al que entonces se adoraba en Highbury. Tití había sido incapaz de triunfar en Italia, en la Juventus, pero a Bergkamp no le parecíó un dato que menospreciase su biografía. A él le había pasado lo mismo en el Inter. Por eso la primera vez que coincidió con el joven Thierry se dirigió a él: "No tengas miedo", le dijo. Henry (Les Ulis, Francia, 1977) entonces era un futbolista con dudas, que no conseguía administrar toda su velocidad. "Aquí triunfarás", le insistió Dennis. "Wenger, el entrenador, es un hombre que come y duerme fútbol. No sé cómo lo hace, pero siempre encuentra tiempo para hacerlo todo".
Bergkamp ayudó a ordenar los impulsos del joven Henry
Siete años después, en el vestuario del magnífico Saint Dennis, minutos antes de la final de la Copa de Europa, ante el Barcelona, Henry ya era el verdadero líder del Arsenal. La revolución generacional había desplazado a Bergkamp (1969), que iba a vivir su último partido con los gunners en el banquillo. Pero antes de saltar al césped, quizá en el momento más emotivo posible, Henry volvió a darle las gracias por todo. "Antes de conocerte, yo era un futbolista más egoísta", dijo. "Pero gracias a ti he aprendido a controlar el ego, a utilizarlo en beneficio del equipo".
Henry fue un futbolista enorme en el Arsenal, bastante más de lo que se ha visto en Barcelona. Bergkamp, también. No hay recuerdo del viejo Highbury que no sienta nostalgia de estos dos talentos, a los que difícilmente se veía sonreír en el césped. A Bergkamp lo llamaban por este motivo Ice Man (hombre de hielo), y fue otra de las cosas por las que Henry se sintió tan unido a él. "Yo tenía 10 años", recuerda a menudo. "Acabé un partido en el que marqué seis goles y entré en el coche de mi padre y le vi muy serio. Le pregunté qué pasaba y él quiso saber si yo estaba contento. Le contesté que sí y entonces me recriminó que había fallado un centro en el minuto 10 y un gol en el 14 Desde entonces, cuando marco un gol pienso en lo que he fallado previamente antes de celebrarlo".
Bergkamp también llevaba la perfección hasta extremos importantes. Su infancia estaba marcada por la suprema afición de su padre al fútbol. De hecho, le llamó Dennis en honor a Dennis Law, que fue Bota de Oro en 1964. Y como a veces pasa con los genios, Bergkamp se convirtió de niño en un gran solitario. Sin embargo, en la escuela del Ajax, al lado de Johan Cruyff, descubrió la importancia de la comunicación en el fútbol. Y por eso Henry lo recuerda como "un tío increíble", seguramente el ejemplo a seguir. "El hecho de que no sonriese nunca en el césped no quería decir nada. Luego, en el vestuario era la bomba. Era el hombre que sabía lo que tenía que decir en la victoria o en la derrota".
Al igual que el holandés, Tití fue fichado por Wenger
Antes de que los más jóvenes adoptasen el testigo (Cesc, Van Persie), los dos edificaron un gran Arsenal junto a Pires, Overmars o Vieira. 2002 fue el año dorado cuando conquistaron Liga y Copa, y siempre con una elegancia infinita. Mejoraron a todos, a Brady, a Merson, a Ian Wright. Bergkamp, en realidad, era el hombre que jugaba con smoking. Henry era la pareja perfecta. Había ganado el Mundial de Francia 98 junto a Zidane. Había coincidido con futbolistas que hoy son grandes entrenadores como Deschamps o Blanc, pero nadie le marcó tanto como Bergkamp. "En el fútbol hay gente que hace las cosas sin sentirlas, de manera artificial", le confesó una vez, "pero yo soy incapaz". Henry era el receptor ideal. Henry, aún ahora en sus últimos años de futbolista, opina igual. Sigue tratando a la pelota como a una diosa y, como le decía Bergkamp en los noventa, "esa fidelidad une, nunca separa".
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