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Los humos de un recién llegado

Garrido, técnico del Villarreal, acumula en menos de un año en Primera broncas con sus colegas.

LADISLAO JAVIER MOÑINO

La prepotencia de una estrella en ciernes de los banquillos con humos de nuevo rico? ¿Un entrenador convencido de que haciendo ruido y montando broncas aumentará su popularidad y su éxito? Juan Carlos Garrido no lleva ni un año como entrenador de Primera División, pero acumula ya tantas salidas de pata y discusiones macarrónicas que su figura se ha situado entre las más polémicas y antipáticas de la Liga. El Villarreal acaba de renovarle por tres años porque sus méritos deportivos son incuestionables hasta el momento, pero sus comportamientos chocan con un club que se ha instalado en la élite desde la discreción. Ninguno de los inquilinos del banquillo que ha tenido el Villarreal en su trayecto hasta la cima del fútbol español ha tenido un perfil tan bronco y abrupto como el de su actual técnico. Ni Benito Floro, ni Víctor Muñoz, ni Pellegrini, ni Valverde mostraron la mala educación que con frecuencia enseña Garrido.

Tanto en la derrota como en la victoria, Garrido ha mostrados ya gestos feos que lo desa-creditan como poseedor y entendedor de lo que debe ser el fair play y los buenos modos. Mourinho dice que hay un reglamento para él y otro para el resto, y el caso de Garrido le da la razón. El técnico del Villarreal campa a sus anchas y nadie le sanciona. 'Joderos', acompañado de un corte de mangas, le dedicó al banquillodel Atlético tras un gol de su equipo a los rojiblancos en El Madrigal en la octava jornada. En ese mismo partido, los colchoneros se quejaron de dos penaltis claros a favor no señalados por Ramírez Domínguez. Los desaciertos del colegiado provocaron que Quique declarara: 'Se te quitan las ganas de entrenar'. Y Garrido le respondió: 'No es bueno estar siempre protestando y recriminando al árbitro. La gente del fútbol debemos dar ejemplo'.

El técnico amarillo le hizo un cortede mangasal banquillo atlético

Precisamente, tres jornadas más tarde de su mal gesto al Atlético y de su reproche a Quique, Garrido le dijo a Guardiola en el Camp Nou: 'Yo también puedo protestar'. El técnico del Barça se había quejado al cuarto árbitro de un gol anulado por fuera de juego inexistente a Pedro. En la siguiente jugada, el Villarreal empató y Guardiola y Garrido se enzarzaron en una discusión. 'No protestes tanto', le espetó Guardiola, y 'mira la televisión. En tu casa sí, pero aquí no', le siguió recriminando el técnico culé. Garrido, mientras, hacia gestos con las manos al árbitro, indicándole que el que protestaba continuamente era Guardiola, e insistía en que el también tenía derecho a quejarse. Terminado el partido, no se dieron la mano. Lo cierto es que una estampa habitual de cada jornada es la silueta de Garrido en la banda protestando decisiones arbitrales a la mínima que generan duda y son señaladas en contra del Villarreal. También su hermano, Raúl, que ejerce de ayudante, colecciona fama de protestón.

La última gran muestra de falta de deportividad de Garrido la protagonizó ante Emery. Finalizado el partido en El Madrigal (1-1), Garrido se fue al centro del campo para felicitar a sus jugadores. Emery, que pretendía darle la mano, le persiguió y voceó, pero ni caso. Garrido ni se giró ni se paró y el técnico del Valencia se quedó con la mano en el aire. 'No sé de qué me habláis', explicó Garrido en rueda de prensa cuando le preguntaron por ese desplante. 'No le visto ni le he escuchado', prosiguió como si nada el técnico del Villarreal. 'Ese que se vio ante Emery es el verdadero Garrido, ese que responde con cinismo, como si nunca hubiera roto un plato. No es que tenga mal carácter, pero siempre ha sido prepotente', comenta un colega suyo que coincidió con él en la escuela de entrenadores. Como compañero y durante su formación, Garrido tenía fama entre algunos de sus coetáneos de ir a lo suyo, de colaborar poco con los demás en las prácticas que requerían de ayuda para hacer los ejercicios. No le quitan méritos deportivos sus ex com-pañeros, pero algunos dudan de él como persona.

También discutió con Guardiola y le negó el saludo a Emery

La primera gran salida de madre que se le conoce a Garrido como entrenador de Primera División se produjo la temporada pasada. Las cámaras de Canal Plus captaron una conversación suya con el presidente del Villarreal, Fernando Roig, a pie de campo en el Bernabéu, momentos antes de entrar a jugar frente al Madrid. La conversación se centraba en el estado de forma de algunos jugadores ante la gran cita de ese día. Previamente, Garrido se puso la venda antes de la herida delante de su presidente: 'Perder es lógico porque jugamos contra uno de los mejores equipos del mundo'. Luego, desahució a Senna.'Con lo que lleva, no está para este equipo', dijo del mediocentro. Ese ataque nunca lo entendió Senna, al que le dolieron mucho esas palabras de su entrenador. Entre otras cosas porque se las dijo al presidente.

A Garrido se le atribuye el mérito de haber contribuido al estilo del Villarreal desde las categorías inferiores, de imponer el toque con métodos de entrenamientos que él mismo diseñó cuando era el director de la escuela de fútbol. Pero en círculos de entrenadores de la Comunidad Valenciana también se habla de un hombre muy ligado siempre al patrón, en especial al hijo de Roig, su valedor. Estamos ante un gran técnico, pero ante un mal ejemplo de deportista. Y hoy tendrá a pocos metros a Cristóbal Soria, el polémico delegado del Sevilla. Otro mal ejemplo.

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