Este artículo se publicó hace 15 años.
El ídolo insaciable

El Arsenal se rindió a la magia de Messi. El astro argentino confirmó, en otra noche grandiosa, que nunca se esconde y engrandeció con cuatro goles el sueño europeo del Barça, de nuevo en las semifinales de la Liga de Campeones, adonde no llega el Real Madrid desde hace seis temporadas.
Los goles de Messi y sus jugadas inverosímiles sepultaron las ilusiones del buen equipo que dirige Arsène Wenger, que llegó incluso a asustar en el Camp Nou con la presión y el contragolpe. Sin Cesc, Arshavin, Gallas, Song y Van Persie, un Arsenal luchador acabó claudicando ante Messi, el genio de los prodigios, el artista irrepetible del fútbol moderno.
Con 22 años está haciendo cosas que nadie ha hecho nunca, ni Maradona
Lo que distingue a Messi es su frescura, su singular antidivismo de querer seguir disfrutando del fútbol, pese a haberlo ya ganado todo. Quizá el mal ejemplo de Ronaldinho, quien decidió bajar los brazos una vez alcanzó la cúspide, le ha marcado a Messi el buen camino. Otro en su situación podría vivir del Balón de Oro. Pero él no.
Ha marcado ya muchos goles importantes con el Barcelona, pero sigue tan competitivo que ha encontrado la motivación en superarse a sí mismo, buscando sus retos al servicio del grupo. Con 22 años, Messi está haciendo cosas que nadie ha hecho nunca, ni el mismo Diego Armando Maradona, y con el pequeño astro el Barcelona, además de títulos, maravilla al mundo.
Asombra de Messi su velocidad mental, física y técnica, lo que le convierte en un futbolista demoledor en el campo. Ahora le acompaña, además, un físico privilegiado que, como se vio ante el Arsenal, hacen de él un delantero imparable. Sus cuatro goles, relevantes por llegar en cuartos de final, fueron cuatro perlas, que agigantaron su imagen de ídolo insaciable, convertida en bandera de un Barça soberbio y letal.
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