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El Joventut culmina la venganza y conquista la Copa en Vitoria

La generación liderada por Rudy Fernández, MVP del torneo, devuelve el trofeo a Badalona once años después tras ganar al Tau por 80-82

AGENCIAS

Once años lejos de la Copa, una generación de nuevos talentos y un partido jugado con el manual del buen baloncesto en la mano volvieron a coronar campeón de la Copa del Rey al DKV Joventut, que se ha llevado el título con enorme mérito, en casa del anfitrión, ante el propio anfitrión y ganando, primero en semifinales y luego en la batalla por el título, al Real Madrid y al Tau, los dos equipos que le aventajan en la clasificación liguera.

Rudy Fernández y Pablo Prigioni saltaron a la cancha con la opción de convertirse en el primer jugador que gana dos títulos de MVP en la Copa del Rey. Pero el Tau y el DKV Joventut salieron a apurar cualquier opción, a mirar hasta el más mínimo detalle, a jugar cuarenta minutos de pizarra.

El Joventut salió con los cinco sentidos puestos sobre el juego. El pívot alemán Jan Hendrik Jagla lanzó a los verdinegros con dos triples madrugadores, pero los estadounidenses Pete Mickeal y Will McDonald abrieron un pozo debajo del aro badalonés. A los diecisiete minutos, el Tau ganaba por doce puntos (28-16).

Y eso, pese a que una falta y una técnica sobre Mickeal dieron Rudy Fernández cuatro tiros libres que, aparte de aprovecharlos agrandó con una cesta después de sacar de banda (28-28). Esa secuencia dio un nuevo aire al Joventut, que salió indemne del primer tiempo aunque firmase un desesperante tres de dieciséis en triples. El diez de doce en tiros libres le dejó margen para no acusarlo tanto (33-30 m.20).

El Joventut frenó los intentos de escapada baskonista 

El Tau iba a otras cosas. Los vitorianos se pusieron los ropajes de las grandes ocasiones, la careta de las finales, el gesto de los clubes que saben cuáles son las tardes en las que no se puede fallar, en las que nadie tiene derecho a los artificios.

A los vascos todo les resultaba más fácil, aunque sólo fuera por el hecho de jugar en casa. Pero al Joventut tampoco le venía mal ese papel de víctima cantada. El primer intento de escapada serio por parte de los alaveses (47-41) murió contra el muro de talento que Rudy Fernández levanta cada vez que pisa una cancha de baloncesto.

El Tau amenazaba con desaparecer en el horizonte. Algo que habría ocurrido antes o después de no ser por la concentración colectiva de la 'Penya' y por la calidad de Rudy Fernández (veintidós puntos en 30 minutos). La cuestión es que el Tau vive para días y partidos como estos. O que el Joventut también ha forjado una leyenda de canastas y talento en tardes como la de Vitoria.

Rudy Fernández convirtió el sueño verdinegro en realidad 

El punto número veinticinco en la cuenta del Rudy Fernández enfrió el optimismo del Buesa Arena, aunque no cogió por sorpresa al Tau lógicamente. l estadounidense Demond Mallet refrescó las ideas a los despistados (62-61 m.34). El rumor procedente de la grada cambió de escala. Las palmas de celebración dieron paso a los pitos de angustia cuando los verdinegros manejaban el balón.

El bosnio Mirza Teletovic obvió la comunión entre el Joventut y los aficionados al baloncesto. A él le importaba el Tau. Y bien que lo defendió. El ala-pívot transformó ocho puntos seguidos y volteó el resultado. La final era perfecta. Tenía todo lo que se le puede pedir a un deporte mágico como este. Emoción, buen baloncesto, respeto entre los equipos y las aficiones, juego limpio y dos grupos de doce ganadores en pos del éxito.

Dos minutos y medio por delante de la bocina había sueños para todos (74-74). Los errores iban a tener la última palabra. O mejor dicho, los aciertos. Una constante en el noche vitoriana de Rudy, que puso la Copa en las yemas de los dedos de la 'Penya' (74-78 a 1,34 minutos).

En vena de aciertos volaba, impresionante, Teletovic. Alargó su sobresaliente final de partido con otro triple más (once puntos de corrido) y la existencia del Tau (77-78), pero a Ricky Rubio no tuvo problemas para anotar dos tiros libres veintisiete segundos antes de la conclusión. A sus diecisiete años los lanzó con la tranquilidad de un veterano curtido en mil batallas. Debe ser algo relacionado con el talento. El trabajo lo acabó Mallet desde la línea de libres.

 

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