Público
Público

El mal perder de Schuster

El varapalo copero altera el comportamiento del alemán y su relación con la prensa ha cambiado totalmente en seis meses

PEPE GARCÍA-CARPINTERO

Hay veces que un actor se mete tanto en un personaje que parece heredar para sí las excelencias del interpretado. Pero, en momentos límite, esa careta desaparece y aflora del interior su carácter más salvaje, el guión natural de lo que tiene que suceder en realidad.

Schuster es un caso más de esta metamorfosis de cambios de personalidad. El bávaro adoptó una pose inteligente, sumamente amable, cuando su nombre empezó a relacionarse con el Real Madrid, ese equipo que abandonó como jugador porque el club no aceptaba que su mujer viajase con el equipo a una gira americana. Ahora, ha vuelto y erder es lo que peor le sienta a Schuster.

Antes, era magnánimo, sonriente, bromista, delicado, a la par que educado... Era un diplomático al servicio de la causa. O, lo que es lo mismo, todo valía con tal de entrenar al Real Madrid. 'Sé dónde me he metido, en qué club estoy. Mi filosofía es ser exigente y donde he estado quería lo máximo. Estaba en equipos donde no era posible exigir títulos, pero ahora sé que se exige el máximo y no es sólo ganar algún título, sino hacer un fútbol con el que disfrutemos todos. Mi idea encaja en lo que espera todo el mundo, no tengo dudas en ese tema', proclamaba Schuster a los cuatro vientos mientras Calderón le daba la mano en su primer día.

El pragmatismo bávaro

Pero cuando el mal juego ha empezado a ser frecuente y el fantasma de Capello ha empezado a cruzarse en su camino, nombre que él intentó borrar del diccionario madridista, el alemán deja a un lado el actor que le llevó al banquillo y saca su genio.

El mismo que mostró al ser sustituido por Venables en la final de Copa de Europa ante el Steaua y que, aún vestido de azulgrana, abandonó el estadio para coger un taxi en dirección al hotel, mientras sus compañeros jugaban la prórroga. 'Usted no ha visto jugar así al Madrid en tres años', decía Schuster antes de sacar pecho por todos los insuperables números que suma su equipo.

Por eso, el carácter arisco de cada una de sus comparecencias delata que prefiere no discutir con periodistas de estas cosas, algo que, aunque le duela, también hizo Capello el año pasado. El miércoles, el Madrid jugó bien, sobre todo en la primera parte, pero se encontró con el primer fracaso grave de la temporada.

La reacción tras recibir el primer bofetón inesperado no se hizo esperar. Primero, saldó cuentas pendientes con Manzano; después, llegó al vestuario y felicitó a sus jugadores por su esfuerzo; tras salir del vestuario, resopló, frunció el ceño y, acompañado de los profesionales de prensa del Madrid, se dirigió hacia la sala de sus enemigos.

Entre la ironía y el sarcasmo, tiró de repertorio para afirmar que 'estoy contento, hay que sacar lo positivo de todo'. Para, finalmente, mientras se iba de la sala, quejarse de la utilización de móviles durante su intervención.

Claro que Mijatovic lo ve como todo el mundo. 'A Schuster, no le pasa nada. No es nada fácil mantener la sonrisa en todas las preguntas después de los partidos perdidos. Se cabrea, pero ha mejorado. Tarde o temprano, tendrá una muy buena relación con los medios de comunicación', dijo el director deportivo del Madrid en Onda Madrid.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?