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"Mejor les ganamos a los penaltis"

RAÚL BOCANEGRA

Cada cosa que se escribe o se comenta en Alemania, se ve en Grecia como una provocación. Que si el rotativo germano Bild dice que el entrenador griego, el portugués Fernando Santos, fuma como un carretero o que el Leónidas de esta selección, el eterno Karagounis, (quien, por cierto, está sancionado), dice muchos tacos, se toma como un insulto nacional, un desprecio más que añadir a la lista de agravios, ya larga, que los griegos mantienen con los alemanes.

Hay en griego una palabra llamada filotimo, de difícil traducción. Implica orgullo, dignidad, determinación, respuesta a la injusticia. 'Es como un poder secreto', explica Panagiota, médico. Así es como la selección encara el partido, con filotimo, como lo hicieron los espartanos en las Termópilas, con la intención de demostrarle a toda Alemania que no son unos vagos, como, asumen los griegos, critican al norte de los Alpes.

'Todos sabemos en el fondo que vamos a perder, pero si ganamos, se organizará una que será como si ganásemos la copa', afirma Georgia, una joven maestra en una academia privada, a donde acuden durante el curso lectivo numerosos estudiantes para complementar la enseñanza pública.

'1-0, ganaremos 1-0', dice Nikos, mientras dialoga con su amigo Vasilis, durante un concierto. 'No, mejor a los penaltis', le corrige este, mientras parece disfrutar en verdad de la idea de ganar a los alemanes de la manera, para ellos, más dolorosa posible. La canciller germana Angela Merkel acudirá al partido, lo que inflama aún más el ánimo de venganza griego, un pueblo muy nacionalista.

'Menos mal que no ganó Tsipras. Con eso y la victoria en fútbol, le hubiera dado un infarto', afirma Yorgos, que trabaja en un banco. El encuentro se cuela en todas las conversaciones. Otros utilizan frases peores para referirse a los alemanes.

Si la victoria ante Rusia congregó a miles de ciudadanos espontáneamente el sábado pasado en la plaza Omonia, las celebraciones de un posible triunfo ante Alemania, desbordarían la plaza. 'Estoy nervioso ya, pensando en el partido', dice Panos, un joven estudiante de filología.

Los futbolistas griegos concentrados en Polonia tienen todo el apoyo de sus compatriotas en casa. 'Es como un cuento de oprimidos y opresores', afirma Georgia. El anuncio en la televisión griega del partido se emite sin palabras. Imágenes de proezas anteriores, de goles, acompañados de la música, sin narrador, como si invitaran a los futbolistas a escribir un bonito relato.

Los 'guerreros' griegos están implicados en la batalla. Saben que no habrá mayor gloria para ellos que ganar este partido. 'No jugamos para nosotros mismos, sino para que once millones de personas salgan a las calles a celebrar una victoria', manifestó en Polonia el delantero Samarás, de larga melena, ídolo sobre todo de las jóvenes. Los griegos esperan a sus héroes.

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