Este artículo se publicó hace 15 años.
El mejor Pau maltrata a Francia
España da un recital de baloncesto ante Francia (66-86) con un Gasol descomunal y espera rival en semifinales del Turquía-Grecia
La contraseña siempre ha augurado un éxito. Ese abrazo cómplice en el centro de la cancha, verdaderamente íntimo, con el que esta generación cierra siempre sus partidos, sigue ofertando promesas. Las que genera la diversión una vez vaciada la mochila de piedras. El símil que ha hecho musitar al grupo de Scariolo cuando los peligros siempre han tenido margen de corrección.
Pero este jueves no había más segundas oportunidades por mucho que el Spodek Arena de Katowice proyectara un ambiente de fase previa. Entre una mediocre entrada, que confirma la escasa repercusión del baloncesto en Polonia, y en un escenario en el que los bomberos se utilizan para colocar pegatinas en los marcadores, España sigue acercándose allí donde le señalan todos los dedos: el oro. Esa medalla que discrimina a los buenos de los mejores desde cuartos de final. La fase donde el pasado es una anécdota.
Donde un equipo, como le sucedió a Francia, puede llegar con el orgullo a punto de estallar la camisa, por ese regusto que otorga haber ganado todos los partidos, y sentirse humillada ante un castigo desconocido. España tuvo la culpa de todo.
Supo asociar el juego de virtudes y defectos como nunca antes lo había conseguido en este Europeo. Tony Parker deambuló por el sacrificio de Ricky y Raúl López en defensa; Petrus acabó destrozado, Diaw, desquiciado, y Turiaf fuera de sí por un Pau que se divirtió en la pelea; Batum se sintió impotente en las persecuciones a Navarro y el resto de Francia, el que llena de minutos la necesidad de reposo de sus NBA, se sumió en una dinámica de complejos de difícil recuperación.
España tan sólo necesitó cinco minutos para instalarse en su verdadera dinámica. A base de un exhausto sacrificio solidario, el equipo de Scariolo desentrañó el futuro del partido. Con ayudas, tapones y una constante amenaza en la circulación de Francia, el juego a la carrera, el que lleva a los partidos a un estado de locura que sólo España sabe controlar, no hizo más que ofrecer soluciones.
En el exterior, Mumbrú se sumó a la buena estadística de Navarro y Rudy. Por dentro, Pau se vengó de sí mismo y acabó con ese jugador que, hace tan solo una semana, ofrecía menos baloncesto del que él siente. Este jueves, el mayor de los Gasol, aceptó todo tipo de defensas, las legales -las menos-, y las que regalan empujones y moratones para lanzar su primer mensaje hacia el MVP del Europeo. La continua rotación de enemigos que le preparó Collet sólo sirvió para despertar al monstruo humilde. Ese que inicia una jugada con un tapón y la finaliza con un mate. Su aportación alimentó de puntos a España y de esos rebotes ofensivos con los que la selección supo leer la victoria. De hecho, tras dos cuartos en los que España ya se había instalado en una cómoda distancia de 15 puntos (32-47), los diferentes quintetos de Scariolo sumaban 17 puntos por segundas opciones de tiro.
Parker deambuló por el sacrificio de Ricky y Raúl López en defensa
En esa dinámica, Pau aún quiso sentirse más protagonista. Se lo debía a él mismo. Lo ha pasado mal durante estos días. No porque el grupo haya cuestionado su liderazgo, sino porque él se sentía incómodo con su aportación. Después de un anillo con los Lakers, Pau había elegido otro verano sin vacaciones porque quiere el oro del Europeo. Otra cosa sería mentirse. Su compromiso quedó actualizado con su mejor partido con la selección española: 28 puntos, 85 por ciento en los tiros de dos, nueve rebotes, tres tapones y, especialmente, porque el equipo que encontrará el sábado España en semifinales (Grecia o Turquía) sabe que Pau está de vuelta y con él, todo el grupo. Un equipo que vuelve a sentirse vivo, que ha aparcado sus dudas y complejos.
Un depredadorEsta España aúna una mezcla de sentimientos que le ha transformado en un depredador. La rabia, ambición y el hambre de victorias es inversamente proporcional a su pasado reciente. Al más oscuro. Al que era incomprensible de explicar cuando Francia, la imbatida, naufragaba a más de veinte puntos en el tercer cuarto (50-73, min. 29). Entre la fiesta, un parcial de 11-2 (63-75, min. 35) de Francia apenas quedó en una anécdota. Fue el intento de despedida digna antes de que Navarro, Rudy y, cómo no, Pau, tapasen el agujero que rompía la perfección. Una línea demasiado recta hacia el oro.
Francia 66 - España 8666 - Francia (15+17+20+14): Batum (7), Parker (6), Pietrus (3), Diaw (9), Turiaf (12) -equipo inicial-, Koffi (6), Traore (8), Diot (3), Jeanneau (3), Bokolo (2) y De Colo (7).
86 - España (25+22+26+13): Rubio (8), Navarro (11), Rudy (16), Garbajosa (3), Pau Gasol (28) -equipo inicial-, Raúl (0), Mumbrú (6), Reyes (8), Marc Gasol (6), Llull (0) y Claver (0).
Árbitros: Ilija Belosevic (SRB), Sreten Radovic (CRO) y Zoran Sutulovic (MNE). Sin eliminados.
Incidencias: Partido de cuartos de final del campeonato de Europa de baloncesto disputado en el pabellón Spodek de Katowice ante unos 6.000 espectadores.
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