Este artículo se publicó hace 14 años.
Una sociedad ilimitada
Navas y Negredo exhiben ante el Valencia su sintonía con el taconazo del extremo y la vaselina del ariete
En el fútbol también existen los flechazos. Esa comunión instantánea y automática que se origina entre dos futbolistas sintonizados en la misma frecuencia. Se trata de eso que para abreviar se ha denominado jugar de memoria o sin mirar. La jugada del pasado domingo entre Negredo y Jesús Navas es la constatación de que entre ambos jugadores fluye una corriente singular en el campo. Tacón y vaselina. Dos de las suertes más exquisitas del juego forman parte ya de los estatutos de su sociedad.
En un partido tan tosco como el Sevilla-Valencia, la pareja no rehuyó del refinamiento para decantar de forma definitiva el resultado. El delantero repitió el mismo gesto que el de hace unos años ante Osasuna con la camiseta del Almería. Escorado a la izquierda elevó el balón a una altura imposible para el portero. Era casi la única manera de contestar a una asistencia tan bella como la de Navas. Su punta de velocidad con el balón en los pies no le privó de claridad de ideas y valentía para resolver esa jugada de superioridad con una maniobra tan arriesgada.
Dos de las suertes más exquisitas del juego forman parte de sus estatutos
Culminó el domingo, nació en Bilbao y maduró en A Coruña. El engarce también tuvo continuidad en los escasos minutos en los que ambos coincidieron en el campo en el partido de la selección frente a Argentina. Es la vieja historia del extremo y el delantero. Uno pone el balón y el otro remata. La misma asociación que ya tuvo Navas en sus primeros pasos con un ariete en su equipo de Los Palacios. "Creo que ese partido lo perdimos seis o siete a uno. Ese equipo eran Navas y el delantero Guardiola. El extremo muy bajito y el punta poderoso. Jesús cogía la pelota en una punta del campo y era capaz de irse regateando hasta el lado contrario. Cuando no podía solucionar la jugada entonces aparecía Guardiola para rematar sus pases o sus centros", cuenta Juan Diego, futbolista aficionado del equipo de Las Cabezas en la época en la que el canterano sevillista aprendía a percutir por los flancos. "Eran muy diferentes. Uno muy apocado y callado, el otro algo más atrevido. Más travieso para su edad", recuerda Juan.
La historia vuelve a repetirse ahora con Álvaro Negredo, aunque en esta ocasión el beneficio es recíproco. En aquel equipo de Los Palacios, Guardiola era un simple ejecutor. La relación es distinta con el delantero vallecano, ambos son capaces de disfrazarse del otro en esta relación tan provechosa. De hecho, en la primera jugada de gol que interpretaron cambiaron los papeles. Fue Negredo el que supo leer el desmarque en profundidad de Jesús Navas en San Mamés para cerrar la goleada ante el Athletic. Un abrazo contundente festejó el bautizo de la asociación.
"Es un jugador muy bueno. Nada más hay que ver las cosas que hace en el campo, tiene unas características espectaculares. Muy delgadito, muy fino, pero la verdad es que es un portento físico. Hay muy pocos jugadores que conduzcan el balón con la velocidad que él lo hace. Si fuera poco, cada vez centra mejor y tiene más gol", cuenta el madrileño del extremo sevillano.
Las circunstancias hicieron que la pareja coincidiera en la selección
La buena relación en el césped ha sido la primera puntada de una pieza con más costuras. Las circunstancias hicieron que la pareja coincidiera en la selección en la última convocatoria de Del Bosque para el amistoso ante Argentina. La delicada personalidad de Navas convirtió a Negredo en su lazarillo en sus primeros pasos en la concentración. El ariete hizo de escolta en esos primeros días de convivencia con la roja. "Le fue muy bien. No tuvo ningún problema para integrarse. No necesitó mi ayuda. Es muy fácil adaptarse con un grupo muy humano", recuerda Negredo. Tímido en sus reacciones, Navas agradeció el gesto como mejor sabe. Un magnífico centro desde la derecha que Negredo remató a las manos del portero argentino.
El partido de vuelta de Copa del Rey en Riazor fue el antecedente de la gran maniobra del dúo ante el Valencia. Allí Navas tiró de un magnífico caño de tacón para deshacerse con un toque de la defensa de Filipe Luis. Minutos más tarde, la conexión volvió a completarse. El extremo amplió todavía más su repertorio con un pase picado para que Negredo rematara de cabeza ante la salida del portero del Depor.
Papeles cambiadosEl madrileño fue el lazarillo del sevillano a su llegada a la roja
Luego, otra vez el cambio de papeles. El extremo hace de delantero y el goleador de gacela. El gesto de celebración destila esa especial complicidad entre ambos en el campo. Navas gira y señala con las dos manos al compañero. Un gesto muy de baloncesto, de agradecer al asistente la canasta, pero esta vez multiplicado por dos.
El punto culminante de esta conexión llegó el domingo en el Sánchez Pizjuán. Una explosión de júbilo, que volvió a tener celebración especial puesto que Navas no detuvo su sprint al ingeniar el taconazo. Se propulsó como un cohete hasta el otro lado del campo para celebrar el gol con Negredo. Quería ser el primero en llegar hasta su colega. "Me hacía falta un partido. Pasé una muy mala racha. El segundo gol llegó por una gran jugada de Navas. Estoy contento porque se me ocurrió la vaselina y la hice", dice Negredo.
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