Este artículo se publicó hace 2 años.
¿Quién se queda Ibercaja? La última pieza suelta de la banca estudia vías para esquivar las fusiones
El banco aragonés, el único que ha devuelto al Estado su parte del rescate, intenta seguir por libre sondeando por enésima vez una salida a bolsa con claros riesgos de devaluación mientras estudia como alternativa crear un fondo de reserva que requiere las ganancias de varios años.
Zaragoza-Actualizado a
"Los tres grandes, CaixaBank, Santander y BBVA, aunque quizá algo menos a este último por el desgaste del caso Villarejo, están dispuestos a absorber cualquier entidad para crecer con su cartera de clientes" y generar ingresos contables con sus activos, indica una fuente conocedora del sector financiero, lo que, con los frustrados pero no aparcados planes de absorción por las fusionadas Unicaja y Liberbank y la declarada disposición de Juan Carlos Escotet para hacerse con su ficha desde Abanca, eleva a cinco (de siete posibles) los pretendientes de Ibercaja, el pequeño banco aragonés que se mantiene como la última pieza pendiente de encaje tras el proceso de reestructuración que ha sufrido en los últimos doce años el sector financiero español.
Sin embargo, la entidad bancaria, la de menor tamaño de las ocho locales, intenta seguir por libre y se resiste a ser la 53ª entidad que desaparece diluida en ese proceso que ha llevado al sector financiero español a las mayores cotas de concentración de su historia, con la consiguiente pérdida de opciones para los consumidores, tras un rescate que ya ha costado casi 130.000 millones de euros a unas arcas públicas con las que, según los datos del Banco de España, Ibercaja es la única entidad que ha saldado por completo la deuda del saneamiento de las cajas de ahorro absorbidas, en este caso los 407 millones de Caja3.
Banca Cívica, que retornó sus 977 millones, acabó diluida en un CaixaBank en el que solo Bankia dejó más de 24.000 pendientes y Banco de Valencia otros 6.000; y Liberbank, que liquidó sus 124, se ha fusionado con una Unicaja que antes se había tragado Cajasur con su boquete de 392.
Esos algo más de 400 millones de Caja3, con un interés anual del 10% y un boquete millonario en diferido por las cláusulas suelo abusivas heredadas, fueron el precio de mantener a flote el negocio durante la última década ante el evidente riesgo de que CaixaBank se hiciera con la red de oficinas de la CAI (Caja de Ahorros de la Inmaculada) en pleno proceso de expansión por el valle del Ebro, una decisión que fue seguida de un drástico recorte de plantilla con más de 1.600 despidos y el cierre de 460 sucursales en sendos ERE ejecutados en 2015 (350 y 60), 2017 (540 y 200) y 2021 (750 y 200) y una limpieza de balance con la venta al fondo Intrum de una cartera de 6.400 activos inmobiliarios valorada en más de 650 millones.
Esta última operación, cerrada a finales de 2018, era uno de los pasos previos al primer intento de salida a bolsa de Ibercaja, obligada, junto con Kutxa y Bankia, a reducir por debajo del 50% el peso de la fundación bancaria dominante en cada una de ellas, algo que BBK prevé efectuar en el banco vasco en 2025 creando un fondo de reserva de 235 millones, que para BFA ha dejado de ser un requisito tras disolverse el valenciano-madrileño en CaixaBank y que en el caso del aragonés tiene un plazo que, en función de la fórmula que elijan sus responsables, vence este año o en 2024: el primer límite es para empezar a cotizar y el segundo para que la Fundación Ibercaja constituya su propio fondo.
La salida a bolsa que nunca acaba de llegar
"No hay ninguna voluntad" de embarcarse en una fusión en el banco aragonés, explican fuentes del sector. De hecho, en los sondeos previos a los anteriores intentos de salida a bolsa, sus responsables han comunicado a los eventuales inversores institucionales, como fondos, aseguradoras y otras entidades financieras, que la venta de paquetes accionariales tiene varias condiciones como el mantenimiento del control de las decisiones estratégicas por la Fundación Ibercaja, que hoy posee el 87,8% del capital con las de Caja3 (CAI, 4,85%; Caja Badajoz, 3,9%, y Caja Círculo, 3,45%) como socios minoritarios que han decidido mantener sus participaciones, y la continuidad de la sede social y de los servicios centrales en Zaragoza.
Ibercaja ha planteado una salida en Bolsa en varias ocasiones y la ha suspendido otras tantas
En este sentido, el plan contempla como primera opción, aunque ya no única, colocar un 40% del capital, un paquete insuficiente en cualquier caso para que una vez esas acciones comiencen a circular (si lo hacen) alguien pudiera tomar con ellas el control del banco mediante una OPA (Oferta Pública de Adquisición de acciones).
Ibercaja ha planteado esa salida en varias ocasiones y la ha suspendido otras tantas, la última a principios de este mes, abortada antes de enviar a la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) el folleto con la horquilla de precios y el volumen de acciones que sale a la venta al detectar que los inversores no estaban dispuestos a pagar los precios que se barajaban y que la volatilidad de las cotizaciones se disparaba por la inestabilidad económica y geopolítica.
Otras compañías como la tecnológica irlandesa WeTransfer, la farmacéutica alemana Cheplapharm o el multinacional bufete inglés Mishcon de Reya han frenado en las últimas semanas su salida a los parqués de sus países por motivos similares, aunque ninguna de ellas tiene las exigencias temporales del banco aragonés, al que en la práctica solo le quedan tres oportunidades para hacerlo con las ventanas de 135 días para sondear a los inversores y formalizar el folleto que se abrirán a partir de la aprobación de las cuentas de 2021 a finales de febrero y con las del primer y el segundo trimestres en abril y julio.
La ventana de las cuentas del tercer trimestre, que se abriría a partir de finales de octubre o primeros de noviembre, quedaría en principio descartada por superar los plazos temporales que admite el Gobierno.
El riesgo asumido de la desvalorización
El valor nominal de cada una de las 214.427.597 acciones de Ibercaja es, tras la reducción de capital de finales de 2018, de un euro, que sería el precio mínimo de salida, en una cotización similar a la de Unicaja, en una horquilla teórica cuyo máximo se iría por encima de los tres, que es el rango de CaixaBank.
Sin embargo, los inversores se mostraban partidarios en vísperas del lanzamiento del folleto de comprar por debajo de la mitad del primero de esos precios, algo que, además de rebajar la tasación del control de la entidad a una horquilla de entre 53 y 107 millones y de frustrar las expectativas de ingresos de la fundación, situadas en el entorno de los dos tercios, amenazaba con meter de lleno al banco aragonés en un de las debilidades generalizadas de la banca española: tener un valor de mercado muy inferior al que se tiene anotado en sus libros, es decir, devaluarse o descapitalizarse de facto.
"Parece que el mercado es el mercado salvo cuando no interesa", ironiza el economista Carlos Sánchez Mato
"Solo Bankínter conserva su valor", destacan fuentes del sector financiero. "Parece que el mercado es el mercado salvo cuando no interesa", ironiza el economista Carlos Sánchez Mato, para quien "lo lógico sería actualizar trimestralmente el valor de las entidades financieras y ajustarlo con el patrimonio neto".
Así, mientras los bancos elevan los dividendos y se lanzan a la recompra de acciones para evitar mayores descuadres y BBVA se plantea reducir su capital un 10% para paliar el desfase entre su valoración contable y la de mercado, una entidad pública como el FROB (Fondo para la Reestructuración y la Ordenación del sistema Bancario) sigue contabilizando su participación en Bankia por los casi 10.000 millones de euros que pensaba obtener con su venta cuando todo el capital nominal de CaixaBank, del que supone el 16%, es de 8.060.
Un fondo de 300 millones gana peso como plan B
En Ibercaja tienen asumido que una eventual salida a bolsa conllevaría esa pérdida de valor, algo que, junto con las dificultades para que se cumplan las expectativas de ingresos del accionista mayoritario y las premuras, está haciendo que comience a ganar peso como plan B la posibilidad de crear un fondo de reserva en el que la Fundación Bancaria Ibercaja, que sería el único de los cuatro socios obligado a hacer las aportaciones, debería aparcar 300 millones de euros antes de que termine 2024 en
previsión de futuras contingencias.
Ese plan, que en cualquier caso ampliaría dos años el plazo para esquivar eventuales fusiones frente al inminente de la opción bursátil, también tiene algunos obstáculos, ya que la financiación del fondo por la vía de los dividendos requeriría aportar los de varios años: el banco ha ganado 430 millones limpios en los últimos cinco años, lo que, con un pay out o remuneración al accionista del 60%, le habría dejado a la Fundación Bancaria Ibercaja apenas 185 (226 netos menos 42 de impuestos).
Eso es menos de la tercera parte de lo que necesita, lo que abre nuevas vías que, básicamente, se resumen en dos: acudir a financiación externa, ya sea mediante créditos o con participaciones pìgnoradas que pudiera ir recuperando, lo que no dejaría de tener un punto de paradoja tratándose de un banco, o mejorar el negocio.
La segunda parece requerir, en todo caso, la apertura de nuevas líneas que generen un crecimiento exponencial de los resultados en una entidad que, como el resto del sector, está experimentando un achique del negocio del préstamo (-15% en un lustro) y afronta vertiginosos procesos de transformación del negocio ante la pujanza de los neobancos, que han situado la aplicación o no de comisiones como el eje de las estrategias para captar clientes y negocio, cuando su dependencia de esa vía de ingresos es una de las mayores del sector.
El cobro de recargos por la prestación de servicios financieros a los clientes lleva tres años suponiendo más del 37% de los ingresos comerciales de Ibercaja y llegó a alcanzar el 42% en 2019.
El consejo de administración de Ibercaja deberá optar en los próximos meses por una de esas dos vías para marcar la hoja de ruta de una entidad que tiene en la comunidad un peso específico netamente superior al que le daría el mero ejercicio de su actividad principal: se trata del accionista de referencia del grupo que gestiona los principales medios de comunicación del territorio, es socio del Gobierno autonómico al 50% en el hólding del esquí Aramón y ha aparecido, por ejemplo, en algunos capítulos de historias tan enrevesadas como la década turbulenta del Real Zaragoza.
Hay quien contiene la respiración ante las incertidumbres que se proyectan sobre el futuro de la última pieza autónoma del sistema bancario español y principal banco local de Aragón.
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