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El empresario de cabecera de
Esperanza Aguirre, empujado
a dejar la Cámara de Comercio

Arturo Fernández está imputado por el uso de las tarjetas ‘black’ de Caja Madrid y su grupo empresarial se encuentra en concurso de acreedores. Se le ha hecho saber que la Comunidad de Madrid vería con buenos ojos su retirada.

Esperanza Aguirre, cuando era presidenta de la Comunidad de Madrid, con el empresarios Arturo Fernández. EFE

VICENTE CLAVERO
@vicente_clavero

MADRID.- Arturo Fernández, que durante años fue el hombre de confianza de Esperanza Aguirre dentro de las organizaciones empresariales madrileñas, está siendo objeto últimamente de fuertes presiones para que abandone el último reducto que le queda: la Presidencia de la Cámara de Comercio.

El derrumbamiento de su imperio hostelero (el Grupo Cantoblanco, hoy en concurso de acreedores), su implicación en el escándalo de las tarjetas black de Caja Madrid (por el que el fiscal pide para él año y medio de cárcel) y la falta de apoyos políticos hacen que su posición sea desesperada.

Ya en diciembre de 2014, Arturo Fernández tuvo que dejar el cargo de máximo responsable de la patronal madrileña CEIM, en el que siete años antes había tomado el relevo de su cuñado Gerardo Díaz Ferrán, al convertirse éste en presidente de CEOE. Ni siquiera le dejaron pilotar su sucesión, como pretendía, mediante la convocatoria por él mismo de unas elecciones anticipadas. Sus compañeros le exigieron la dimisión, tras lo cual se hizo fuerte en la Cámara de Comercio, que llegó a dirigir a la vez que CEIM con la aquiescencia del Gobierno regional, controlado por su amiga Esperanza Aguirre y por Ignacio González.

El ascenso el año pasado de Cristina Cifuentes a la Comunidad, en contra de las aspiraciones de sus valedores políticos, privó a Arturo Fernández del principal sostén que tenía. Aun así, ha conseguido capear el temporal durante los últimos meses, que Cifuentes ha tenido que dedicar a otras prioridades (marcadas en su acuerdo de investidura con Ciudadanos) y a ir sentado las bases que a medio plazo puedan convertirla en líder del PP de Madrid, desplazando a una Esperanza Aguirre con declinante influencia política.

Sin embargo, las proclamas de Cifuentes y de sus socios parlamentarios a favor de la “regeneración democrática” y contra la corrupción casan mal con la permanencia al frente de la Cámara de Comercio de una persona con el historial de Arturo Fernández, en el que figuran también pagos en dinero negro, deudas con la Seguridad Social y su presunta vinculación con el fraude de los cursos de formación en la Comunidad de Madrid, conocido como caso Aneri.

Precisamente por ello, se le ha hecho saber que su retirada del único puesto institucional que ocupa sería bien vista, aunque él de momento prefiere darse por no enterado y aguantar al menos hasta que se celebren las elecciones camerales a lo largo de este año.

Arturo Fernández ha disfrutado tradicionalmente de relaciones de primer nivel, gracias entre otras cosas a que era el contratista de los servicios de restauración de importantes organismos oficiales, desde el Teatro Real hasta el Congreso de los Diputados. También mantenía buena sintonía con el rey Juan Carlos (su abuelo fue armero de Alfonso XIII), que incluso en alguna ocasión recurrió a él para diese acomodo a personas que habían perdido su trabajo en la Zarzuela. Está por ver que esas amistades puedan ahora salvarle.

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