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Europa consigue bajar la demanda de gas ruso por tubería mientras sobredimensiona un sistema de compra por barco 

Aunque la UE ha bajado un 10% su consumo de gas, el continente han incrementado la inversión en infraestructuras de GNL para poder seguir comprando a través de otros metaneros de Estados Unidos, Noruega o Qatar.

Una ilustración muestra unas tuberías de gas sobre las banderas de Rusia y la Unión Europea
Una ilustración muestra unas tuberías de gas sobre las banderas de Rusia y la Unión Europea. Dado Ruvic / Reuters

Un año después del estallido de la guerra, Europa ha conseguido actuar con muy poco margen para rebajar las importaciones de gas ruso y ha conseguido sustituir un 75% de las compras acudiendo a otros mercados. Así lo evidencian los datos publicados este sábado en un informe de Zero Carbon Analytics (ZCA), el cual revela también una caída del 10% del consumo de gas en los países de la Unión Europea.

Pese a ello, la dependencia del gas ruso sigue siendo una amenaza para la seguridad energética del continente. Aunque los tubos de los gasoductos no bombean hidrocarburos como al principio de la guerra, los mercados han virado hacia las compras por barco y Europa, en este punto, no sólo ha hecho los deberes, sino que ha elevado la inversión. Tanto es así que las infraestructuras de carga, descarga y almacenaje de Gas Natural Licuado (GNL) ha incrementado.

Cuando se terminen de desarrollar todas las construcciones y la puesta en marcha de nuevas centrales –como la de El Musel en Asturias o las plantas flotantes en el mar de Alemania–, Europa podría disponer de un 65% más de gas ruso del que almacenaba por barco antes de la invasión de Ucrania, dicen los datos de ZCA. 

Y es que, la caída del consumo de gas del 10 no ha sido suficiente para rebajar los precios en la mayoría de los países, ya que Rusia ha seguido enviando su combustible por barco –aunque en menor medida– y ha entrado en juego otros países como EEUU, Qatar o Noruega, que han enviado metaneros hacia Europa a un coste mucho más alto, no sólo por las tensiones del mercado, sino porque el GNL suele ser siempre mucho más caro que el combustible bombeado por tubería. 

"Europa intentó diversificar los gasoductos que venían de Rusia. Las rutas, pero no la fuente. Dijeron: 'vamos a invertir en otros gasoductos que no crucen por Ucrania'. No estábamos solucionando el problema. Esto creó una dependencia enorme de un solo combustible que ha incrementado los costes", valora Ana María Jaller-Makarewicz, analista del sector energético del Instituto de Economía Energética y Análisis Financiero (IEEFA).

Para Angela Picciariello, investigadora de Instituto Internacional de Desarrollo Sostenible (IISD), pone el foco en las consecuencias a largo plazo que podría tener para Europa esta apuesta por nuevas estaciones de GNL para dejar atrás el gas ruso. "Añadir nuevas infraestructuras de este tipo tendrá consecuencias nefastas, ya que podría encerrar a Europa en un futuro intensivo de emisiones de carbono y hacer descarrilar sus ambiciones climáticas, o dejar de ser rentables", ha comentado la experta. De hecho, justo antes de la guerra, Global Energy Monitor pronosticó que, en todo el planeta, había casi medio billón de euros invertidos en construcciones gasistas que podrían quedar varados debido a la irrupción de las renovables y al bajo coste de las mismas

La publicación de ZCA también analiza cómo ha impactado el elevado precio del gas en la economía de las potencias europeas. En España, el coste de los combustibles fósiles –petróleo, carbón y gas– ha sido la causa del 25% de la inflación de precios; ha generado un incremento promedio de 550 del gasto anual energético de los hogares; y ha obligado al Gobierno a emplear un 3% del PIB para impulsar medidas de apoyo que rebajasen los desembolsos de los ciudadanos. 

Los datos recogidos en el informe también ponen el foco en el papel de las energías renovables a la hora de abaratar los costes. La eólica y la fotovoltaica han incrementado su generación en un 13%, con un ahorro estimado en 11.000 millones de euros. Además, la disponibilidad de estas fuentes de energía permitieron diversificar los mercados energético ya abaratar los costes de los combustibles fósiles. Los datos presentados este viernes hablan de una rebaja de 34.000 millones de dólares de gas y petróleo sólo durante los seis primeros meses de 2022 en los siete principales mercados asiáticos: China India, Japón, corea del Sur, Filipinas y Tailandia

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