Este artículo se publicó hace 3 años.
El mercado laboral comienza a despegar pero se mantiene la precariedad de los empleos
La cifra de asalariados supera en julio a la del mismo mes de 2019, el último año que el PIB batió sus registros impulsado por la campaña turística, mientras se intensifica el deterioro de la calidad del empleo y el paro de larga duración crece con un ritmo inquietante.
Zaragoza-Actualizado a
El mercado laboral español comienza a superar, cuando menos de manera momentánea, la intensa sacudida derivada de la pandemia y de las medidas implementadas para afrontarla. Eso ya ha ocurrido puntualmente en el plano cuantitativo, con registros superiores a los anteriores al coronavirus en algunos ámbitos aunque se trata de un fenómeno simultáneo con un deterioro de la calidad de las ocupaciones, según reflejan varias estadísticas oficiales y advierten los expertos en la materia.
El número de asalariados contratados por las empresas españolas fue al cierre de julio superior al del mismo mes de 2019, según señalan los datos del Ministerio de Trabajo. Los 14,267 millones de empleados superan por primera vez desde el inicio de la pandemia los registros mensuales de los dos ejercicios anteriores, lo que, por lo tanto, mejora en plena etapa estival los del último año en el que el país batió su récord de creación de riqueza con un histórico PIB de 1,244 billones de euros impulsado por el turismo que, en el mejor de los casos, los analistas no esperan recuperar en menos antes de que hayan pasado otros dos años.
En el último año, entre los finales de junio de 2020 y de 2021 se crearon en España algo más de un millón de nuevas ocupaciones, más del 90% de ellas en formato asalariado y cuatro de cada cinco de estas últimas en el ámbito privado, según indican los datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) que publica el INE (Instituto Nacional de Estadística), que reflejan una recuperación cuantitativamente vertiginosa.
"Los datos son muy positivos, tanto los de la EPA como los del paro. La recuperación económica es una realidad, pero no lo es en parámetros de calidad y de justicia social", señala Cristina Estévez, secretaria de Política Institucional y Políticas Regionales de UGT, que añade que "se está creando empleo parcial y temporal con los mayores niveles de precariedad de la historia".
Varios datos apuntan en esa dirección. Entre otros, el hecho de que algo en más de 40% de las nuevas ocupaciones (432.200 de 1,064 millones) haya trabajadores subempleados o sobrecualificados, algo más de un tercio de ellos titulados universitarios y un volumen ligeramente superior con educación secundaria.
Paralelamente, mientras el sector servicios, tradicionalmente el de mayor precariedad con la excepción de los ramos más tecnificados, acapara casi el 80% de las nuevas ocupaciones y la industria apenas genera uno de cada cincuenta, las contrataciones temporales duplican a las indefinidos y más de tres cuartas partes de quienes entran en las nuevas ocupaciones parciales lo hacen resignados ante la imposibilidad de hallar trabajos de 40 horas semanales.
"Mejora el empleo, pero no su calidad, y la apuesta por la temporalidad, que se sitúa en el entorno del 30% y que es la más alta de Europa frente a otras como el 8% de Alemania, es obsesiva. El 90% de los contratos que se firman en España son temporales", anota Vicente Lafuente, profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad de Zaragoza.
Nuevamente, los registros de la EPA avalan el criterio de los expertos. Así, algo más de 3,2 millones de trabajadores lleva menos de un año en su actual empleo y algo más de otro millón y medio no ha cumplido el segundo, algo que ayuda a hacerse una idea de la rotación que se está dando en el mercado laboral español, donde la cuarta parte de los ocupados (4,77 millones) lleva en su empleo menos de los dos años que marcan la frontera del contrato fijo para los asalariados y la de la estabilización del proyecto para los emprendedores.
Otro indicador como el del número de horas efectivamente trabajadas en la última semana muestra un paradójico panorama en el que el aumento del número de jornadas que superan las cuarenta horas semanales (2,82 millones) está cerca de duplicar en el último año al de las que se encuentran por debajo de ese nivel (1,48) en un país con más de 300.000 personas en ERTE .
"Hay una situación de falta de oportunidades que no llegó con la pandemia, sino que ya existía", anota Carlos Gutiérrez, responsable de Juventud y Nuevas Realidades Laborales de CCOO, para quien los datos desde el punto de vista cuantitativo "son muy positivos, pero seguimos teniendo tasas de desempleo muy altas y de ocupación muy bajas en relación con otros países de nuestro entorno".
"En España se genera empleo de muy mala calidad. Estamos a la cabeza de Europa en temporalidad y nada lo justifica", expone, mientras llama la atención sobre la existencia de enormes bolsas de fraude en la contratación, algo que está poniendo de manifiesto el trabajo de la Inspección cuya media de detección de irregularidades supera el millar diario.
A este cuadro se le añade otro aspecto que, más que resultar contradictorio, pone sobre la mesa la existencia de una inquietante brecha en el mercado laboral español: mientras aumenta la ocupación, el paro y especialmente el de larga duración se está cronificando en algunas capas y creciendo con un inquietante ritmo.
Algo más de la mitad de los desempleados que llevan entre uno y dos años en esa situación, 400.000 de casi 800.000, han llegado en el último año al grupo, del que salieron en ese periodo otros cerca de 200.000 para acercar al millón al colectivo de los que superan los dos años, lo que equivale en la totalidad de los casos a haber agotado las prestaciones contributivas.
Por último, la creciente cifra de más de 400.000 hogares con todos los miembros desempleados y la de casi 630.000 en los que nadie recibe ningún ingreso , en este caso ligeramente reducida por medidas como el IMV (Ingreso Mínimo Vital) pese a sus carencias, amplían el panorama de urgencias laborales del país.
"Si se crea empleo y al mismo tiempo crecen las ‘colas del hambre ’ es que algo está pasando", apunta Estévez, una de las cuatro expertas que analizan para Público las secuelas que la covid está dejando en el empleo y que ofrecen sus recetas para reactivar el mercado laboral español y revertir el azote de la precariedad.
Diversificar la economía: "Tenemos una economía muy volátil, y su diversificación es lo que nos puede salvar en el futuro", señala Estévez, que sostiene que "la economía debe tener varios motores para evitar que todos los huevos estén en la misma cesta como ha ocurrido en parte con el turismo , que ha arrastrado a otros sectores ".
Lafuente apunta en la misma dirección cuando destaca que el "elevado peso" que tiene en la actual estructura productiva del país la hostelería y la construcción, principales afectados en las dos últimas crisis, por lo que propone "apostar por perfiles más industriales y tecnológicos, que generan más valor añadido".
Los fondos de la UE y el modelo productivo: el Programa de Resiliencia y los Fondos Next Generation de la Unión Europea se perfilan como las principales palancas para financiar esa mutación, aunque "no van a cambiar nada por sí solos", advierte Gutiérrez, que considera que "hace falta un compromiso para ir a negocios de mayor valor añadido" para que pueda darse ese cambio. "Se trata de pasar a buscar la rentabilidad a través de la productividad y no en otros factores productivos", explica, pero "hay resistencias por parte de quienes obtienen beneficios del actual.
"La pandemia debería ser un punto de inflexión para tender a un modelo productivo más tecnológico e industrial", añade el responsable de Juventud y Nuevas Realidades Laborales de CCOO, mientas Estévez aboga por "aprovechar los fondos de la UE para buscar un cambio del modelo productivo bajo parámetros de justicia social".
El marco normativo: su reforma aparece como otro de los puntos fundamentales para poder alcanzar los objetivos anteriores. "Las tres palancas esenciales son la modificación de la reforma laboral, la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y la puesta en marcha de políticas activas de empleo decididas", señala Estévez, que recuerda, en relación con la ralentización de los contactos para modificar el marco de las relaciones laborales pese a que la UE vincula a su cambio la llegada de los fondos, que "con la pandemia dimos prioridad a lo que era urgente por delante de lo que tenía importancia, pero ahora es ya la hora de afrontar la situación real del mercado laboral. Es el momento de poner las bases y las herramientas para mejorar el mercado laboral".
Gutiérrez muestra una posición similar cuando indica que "es necesario reformar el marco de relaciones laborales para reducir la precariedad que suponen la temporalidad, la parcialidad y la rotación en los puestos de trabajo, ya que el empleo afecta a otros factores sociales y demográficos" como la natalidad o la fecundidad.
Los riesgos de la digitalización: "Existe el riesgo de que junto con la robotización se traduzca en destrucción de empleo", advierte Lafuente, que destaca cómo "los sectores tradicionales de la economía no tienen buenas expectativas y los emergentes tienden a reducir las plantillas" mientras las plataformas digitales "visten con nuevos ropajes realidades fraudulentas que ya estaban en el mercado laboral como los ‘falsos autónomos".
En este sentido, el profesor aboga por "un equilibrio entre la tecnificación y el derecho para que no se produzca un deterioro de las condiciones de las personas. El mercado tiene tendencia a huir del Derecho del Trabajo, a eludir la protección que el Estado da a la parte más débil de la relación laboral".
El sector turístico: el principal motor de la economía española desde la anterior crisis, que llegó a superar el 12% de la aportación al PIB en los años previos para caer por debajo del 5% con la pandemia, se encuentra en el centro de muchos de los análisis sobre el futuro del país.
Omar Rodríguez, responsable de Hostelería, Turismo y Servicios de UGT tiene claro que "hay que seguir cuidando el turismo por mucho que haya que abrir nuevas puertas", aunque basando el negocio en la prestación de servicios de calidad, con los requerimientos salariales y formativos que eso conlleva.
"No podemos cargarnos el sector abaratando los costes". Hay que dar un servicio de calidad, y para eso es necesario contratar a buenos profesionales y pagarles salarios adecuados", explica, al tiempo que recuerda cómo por una parte se ha perdido una parte importante del trabajo informal del ramo y cómo por otra comienzan a darse movimientos precarizadores: "una cosa es que hablemos de flexibilidad para salvar al sector en la situación en la que se encuentra y otra aprovechar la crisis para precarizarlo más. Algunas cadenas pretenden transformar contratos indefinidos en fijos discontinuos tras estas dos campañas flojas".
En este sentido, Rodríguez advierte que las empresas "no van a encontrar personal si los salarios son bajos, y si perdemos al profesional vamos a tardar mucho en volver a dar un buen servicio". "La gente se ha tenido que buscar la vida como ocurrió hace unos años en la construcción añade, pero es difícil que el profesional bien formado abandone definitivamente el sector si este no se deteriora".
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