Este artículo se publicó hace 13 años.
Estudiar química, meterse en política y correr los 100
Alfredo Pérez Rubacaba fue un velocista brillante, pero una grave lesión lo apartó del atletismo. El asesinato de Enrique Ruano lo llevó a la política
Antonio Avendaño
Saber que Alfredo Pérez Rubalcaba fue un velocista de élite suena raro. Es como escuchar a un futbolista encadenando varias oraciones subordinadas sin perder el hilo. Suena raro incluso después de ver esa borrosa foto en que sale con barba corriendo como alma que lleva el diablo. Con Rubalcaba siempre se tiene la impresión de que oculta algo. Aunqueno lo oculte. Viendo esa foto juvenil de él corriendo los 100, y que parece tomada desde muy lejos por algún espía agazapado en las gradas del estadio, se afianza la sospecha de que el atletismo era sólo una tapadera. Por supuesto, no lo era, pero Rubalcaba se presta a elucubraciones así. Tanto se presta que sus enemigos han escrito varios libros y cientos de artículos contra él a base de sospechas y elucubraciones tan disparatadas como esa.
Lo que sí parece es que estaba destinado a salir en la televisión: o como campeón de los 100 metros lisos o como ministro socialista. Al final fue como ministro, porque una grave lesión lo apartó de las pistas de atletismo. Sin aquella lesión, su vida habría sido otra. Aquello sucedió en sus tiempos de universitario en la Facultad de Químicas de Madrid, a finales de los sesenta. Fue también por entonces cuando la Policía asesinó al estudiante Enrique Ruano, que también había estudiado en el selecto colegio del Pilar, como Rubalcaba. Lo asesinaron tirándolo por una ventana en el invierno del 69.
Fue un velocista brillante, pero una grave lesión lo apartó del atletismo
Meterse en políticaCon razón los padres de entonces aconsejaban a sus hijos no meterse en política. El hoy candidato ha confesado que aquel crimen contirbuyó mucho a que entrara en política, si bien antes de recalar en las filas socialistas en el 74 coquetearía con comunistas, troskistas y anarquistas: lo normal por aquel entonces, si no estabas preparando oposiciones a registrador de la propiedad o a inspector de Hacienda. Ciertamente, en eso no se parecía a Rajoy o a Aznar. No en eso, pero sí en ser buen estudiante. Se doctoró con Premio Extraordinario y más tarde obtuvo una plaza como profesor titular de la Facultad de Químicas.
Alguien que era tan buen deportista (lo cual requiere largas horas de entrenamiento) y tan eximio estudiante (lo cual requiere largas horas de estudio) no debió ser nunca un calavera. Pero sí viajero, al menos en sus años juveniles. Su amigo Jaime Lissavetzky ha contado que, cuando eran jóvenes, juntaban unos coches, unas tiendas de campaña y unas botellas de vino y se iban al extranjero. El sitio más lejos al que llegaron fue la punta norte de Escocia. Eran las cosas que hacían entonces los jóvenes de izquierdas.
El asesinato de Enrique Ruano lo llevó a acercarse a la política
También resulta raro imaginarse a Rubalcaba vagabundeando por esos mundos. Tan raro como corriendo los 100 en 11 segundos. Es rara tanta rareza. La extrañeza tal vez provenga de que vemos en Rubalcaba al político puro, alguien nacido para la política y sólo para ella, un tipo con talento para el poder y con talento para la oposición. Por eso es tan inverosímil que haya hecho otras cosas tan ajenas a la política como correr los 100 metros o especializarse en química orgánica. Y que encima las haya hecho bien. Es normal que con un tipo así sus enemigos se pongan de los nervios.
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