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Lecciones de memoria histórica

OLIVIA CARBALLAR

Como trabajaban tantas horas, cuidaban de sus hermanos, de la casa y de los niños de los señores... ellos, cuando eran pequeños, no conocieron el Catón -o cartilla de lectura- porque no tenían tiempo de ir a la escuela. Cuando ya no trabajan, ni cuidan de sus hermanos, ni de la casa, ni de los niños de los señores, porque ya esa palabra pasó de moda... ellos, casi una vida después, no saben qué es el Catón porque no tienen tiempo para volver al pasado. Pero ahora leen, y muy bien, porque ese pasado, vestido con sus historias, se ha encargado de enseñarles a unir la m con la e, la m con la o y la r con la i y con la a: memoria.

La suya, su propia memoria, es la que escriben los alumnos del centro de adultos Manolo Reyes, en el barrio sevillano del Cerro del Águila, ahora convertidas en un libro, editado con la colaboración del Ayuntamiento y Cajasol. 'Con este método, basado en la pedagogía de Paulo Freire, los protagonistas son ellos, y aprenden a resolver sus problemas a través de sus vivencias y no como máquinas a las que se les mete información', cuenta el director del centro, José María López.

Los protagonistas

Una de esas protagonistas es María Álvarez Fernández. Con una mirada triste a punto de estallar por la rabia, señala a Santiago El Tejero: 'No se lo he dicho nunca a la cara, pero tengo la espina de que fue él quien mató a mi padre'. María sólo tenía cinco años. Esa noche el cielo era candela. 'Y a mi padre no se lo llevaron a la cárcel, sino a la tapia del cementerio'. Allí queda la señal de los tiros. Lo cuenta en un vídeo, como otros 30 compañeros, cuyas entrevistas fueron grabadas como parte del proyecto.

Francisco Segura ya no va a estudiar al colegio. Pero volvió a las dos horas de ser grabado para que eliminaran su testimonio por miedo a que le quitaran la pensión. 'Por eso esta gente que sufrió el terror fascista necesitaba este homenaje', explica el director del centro. Y denuncia: 'El analfabetismo y la miseria no es algo casual, es producto de la dictadura'. La que todos ellos sintieron en sus carnes.

'(...) Cada vez que nos dan clases de amnesia y nos conminan a borrar la ebriedad del sufrimiento me convenzo de que mi región no es la farándula de otros... El olvido está lleno de memoria que a veces no caben las remembranzas y hay que tirar rencores por la borda'. Los versos de Benedetti sirven para encabezar el libro. Pero también para demostrar que en el centro Manolo Reyes las clases no son de olvido, sino de memoria histórica. Y mucha.

Nueve relatos muy presentes del pasado

Catalina Valle Gil: “Mis padres y mis abuelos compraron una choza y allí me crié (...) Con la edad de siete años ya trabajaba en el campo (...) Ya tenía once años y arrancaba maíz”.fabián pacheco garcía“El fascismo limitó mis escasas oportunidades, desde el pudor a la represión de la educación sexual, desde el amor al matrimonio”.

Francisco Pavón Seda: “El crimen de mi madre fue hacerle la competencia al jefe de la Falange; los dos tenían panadería; pero mi madre por su simpatía se llevaba la mayor parte de los clientes. Ese fue su crimen”.Joaquín sánchez cobos“Yo no fui al colegio porque mis padres no me llevaron y mi padre se fue a trabajar al campo y nosotros también”.

Josefa Delgado Expósito: “Nos tuvimos que ir a una choza; a mi padre le daba vergüenza decir donde vivía (...) El tío de mi madre nos dijo que nos fuéramos a su casa y no tendríamos que vivir debajo de un puente”.libertad mariana de pineda“Yo me llamo María, ahora, pero vamos, mi padre me puso a mí Libertad Mariana de Pineda (...) Él tuvo que salir huyendo, cogieron a muchos de allí y gente que le tenía a él mucha gana, y tuvo que salir corriendo, mataron a muchos”.

María Álvarez Fernández: “Cuando vine a Sevilla venía con una ilusión muy grande, pensé que aquí todos sabían leer y escribir correctamente, y que por esa razón yo aprendería pronto; no fue así (...) Las cosas estaban muy difíciles, así es que sólo aprendí a trabajar”.

Rosario Sánchez Moreno: “Mi padre era comunista, entonces en pleno tiroteo de la Gran Plaza, decía a voces bebido ¡UHP! Yo lo recuerdo porque me daba miedo de ellos”.

Asunción González Moreno: “Me quedé sin padres en la guerra, porque se lo llevaron engañado en un coche y lo mataron. Y ahora hablando de mi madre; es una novela, no la conocí (...) Mi lindo padre era municipal y lo mataron porque era comunista”.

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