Este artículo se publicó hace 14 años.
La mujer africana, motor de la universidad
Estudiantes de países en desarrollo reclaman su papel para que la educación priorice la lucha por la igualdad
Para Marie Louise Roche y Abou Aboubakry Mamadou, eso de que las mujeres africanas se queden en casa cuidando de los niños y no tengan posibilidad de hacer nada más es cosa del pasado. Los dos, mujer y hombre, estudian becados en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y cuando se refieren al machismo africano hablan de "estereotipo". "La mujer tiene los mismos derechos que los hombres. Yo no quiero a una mujer que esté solo en casa. Los hombres senegaleses queremos que ellas también tengan trabajo y conocimiento", afirma Abou. A su lado, Marie Louise le da la razón: "En las universidades africanas hay muchas mujeres, ya es una realidad".
Los dos participaron recientemente en un encuentro que se celebró en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria entre universidades africanas y españolas y en el que colaboraron, entre otros, la Agencia Española para la Cooperación Internacional (Aecid) y Casa África.
La igualdad no es un problema de recursos, sino de derechos
En las reuniones se trató, entre otros aspectos, el valor que tiene la mujer en las universidades de los países en desarrollo. Y los presentes llegaron a la misma conclusión: "Hay que fomentar la investigación en los países en desarrollos, en sus universidades, y el papel de las universitarias es primordial", señaló Pedro Alonso, investigador que lucha contra la malaria.
Para Ndioro Ndiaye, presidenta de la Alianza para la Migración, el Liderazgo y el Desarrollo (AMLD) y ex ministra Senegal, "las mujeres son las mejores estudiantes de África". "No hay ningún problema para que ellas estén en la universidad. El problema precisamente está en que logren llegar y no se lo impida un matrimonio temprano o los hijos", advierte.
Utilizar la formaciónAl margen de África, todas las expertas coinciden en que "la educación es la llave que abre las puertas de la igualdad", como señala Asma Khader, secretaria general de la Comisión Nacional para las Mujeres de Jordania e invitada recientemente a Madrid por la Aecid. "El problema es cómo se utiliza esta formación", explica Khader, "porque las mujeres tienen que aprender a emplear sus conocimientos para mejorar sus vidas y defender sus derechos".
Un reto que, en África y Oriente Medio, asegura Khader, choca con la pobreza y los conflictos armados. "Las mujeres que viven en estos países sufren más porque, además de mujeres, son refugiadas y no tienen recursos. Aun así, la igualdad y la violencia machista no son problemas de recursos, sino de derechos", resume.
Khader también deja claro que en África y Oriente Medio "no hay limitaciones ni obstáculos para que las mujeres accedan a una educación superior". Es cierto que las carreras son caras, "pero si los padres pueden permitirse este gasto y tienen también un hijo, siempre lo premiarán a él en lugar de la chica".
Las madres, sin saberlo, fomentan que se perpetúe el machismo
Aminata Traoré, activista feminista de Mali y que ha estado recientemente en Las Palmas de Gran Canaria invitada por Casa África, tiene una opinión parecida sobre la discriminación de las niñas. "Las mujeres de antes teníamos más oportunidades. Ahora las escuelas son muy caras y las familias mandan entonces a los niños. Hay machismo, sí, al igual que en todas partes", afirma Traoré. Para ella, el papel de las madres fomentando que las niñas se queden en casa no ayuda a educar en igualdad. "La madre de familia está convencida de que el hombre es el que tiene que estar en la esfera pública", denuncia.
Los valores que transmiten las familias, algunos de ellos anclados todavía en el modelo patriarcal, también son decisivos en la lucha contra la violencia sexista. Las madres trasladan a sus hijas los esquemas sexistas que han aprendido de pequeñas, pero según la jordana Khader, "no lo hacen conscientemente". Tienen que rendir cuentas al marido y demostrarle que están educando a sus hijas como él quiere. En el fondo, sigue Khader, "las madres no son culpables porque su posición es de absoluta indefensión, pero como están oprimidas, sin saberlo, oprimen también".
Para cambiar esos valores y enterrar la idea de la mujer como ciudadana de segunda categoría, todas las expertas ven imprescindible la independencia económica para erradicar la mentalidad machista.
Mientras, ellas, las universitarias, prosiguen "sin problemas ni machismo" sus estudios. Dina Zerbani, estudiante marroquí de Ingeniería Ambiental, tiene 26 años y estudia, como la senegalesa Marie Louise, con una beca en Las Palmas. "Nunca me han discriminado, ni en España ni en Tetuán, donde me licencié en Biología y Medio Ambiente", explica. Esta chica, hija de profesores, dice que no ha vivido machismo en su entorno. Marie Louise reitera que ella tampoco, y que sus mayores problemas en España están siendo la ignorancia de algunos. "Me han llegado a preguntar, ah, ¿pero conoces el yoghourt?", cuenta risueña, mientras insiste después en que ella se vale sola. "Si yo tengo un problema, yo lo soluciono", concluye.
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