Este artículo se publicó hace 14 años.
Ni carne ni piel ni sangre
Los miembros de Prou viven su éxito ajenos a las polémicas identitarias
"Cortad la cabeza al ratón". Era una orden sencilla. Con un mano tenía que agarrar el cuerpo del animal y con la otra, el bisturí. Un mero trámite si quería aprobar el segundo curso de Biología. ¿Cuánto cuesta matar un ratón? A Jordi Casamitjana, mucho. "Lo hice fatal", explica este etólogo de la Plataforma Prou. Fue entonces cuando decidió marcharse a Inglaterra, donde "podía ser científico sin testar con animales". De esto hace 20 años.
Casamitjana, igual que los demás miembros de la Plataforma Prou de distintas nacionalidades, es un activista convencido: son personas que un día decidieron dedicar gran parte de su tiempo libre a luchar por los derechos de los animales.
Perros y gatosUn día son los perros. Otro, los toros. Y, al siguiente, los elefantes. La cuestión es concienciar a cuantos más mejor. El mensaje siempre es el mismo: los animales no son cosas al servicio de los humanos, son seres vivos que sienten y padecen. "Tener el poder no significa tener la razón", dice Leonardo Anselmi, portavoz de Prou.
"Tener el poder no significa tener la razón", dice Anselmi
Y, sin embargo, en España el animalismo todavía no está generalizado. Nada que ver con Gran Bretaña, donde "el 10% de la población es vegetariana y existen cientos de asociaciones" y dinero para dignificar la vida de zorros, perros o cualquier animal maltratado.
Los miembros de Prou que empezaron a recoger firmas en 2007 para presentar la Iniciativa Legislativa Popular contra las corridas viven ajenos a las polémicas identitarias: Catalunya, España; España, Catalunya. "Cuando vamos a Tordesillas, nos insultan llamándonos catalanes", explica divertida la profesora de antropología, Mercedes Cano.
Ella no es catalana. Tampoco lo son muchos de sus compañeros. "Y homosexuales, lesbianas, veganos...", apuntan Anselmi y la historiadora Helena Escoda. El insulto, explican, forma parte del activismo, un mal menor que aceptan casi con resignación. También son inmunes a los tópicos: "Los que nos dicen que por qué no nos preocupamos menos por los animales y más por los niños de África, no hacen nada por esos niños", afirma Anselmi, que durante años estuvo trabajando en comedores sociales en Argentina.
Pero su compromiso con los animales no acaba con la búsqueda de firmas o las denuncias. Casamitjana, Escoda, Cano... la mayoría de los activistas impulsores de Prou han "ampliado su círculo ético", dice Alejandra García. Son veganos: ni carne ni piel ni sangre. No comen animales ni alimentos lácteos. Tampoco llevan cuero ni pieles ni seda ni lana. Nada que pueda haber perjudicado a un animal. Nada.
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