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Rajoy cierra 2010 con un discurso tan catastrofista como el de 2009

El líder del PP hace balance del año que termina: 'Ha sido un año duro en el que se ha sucedido las malas noticias económicas y sociales'.

JORGE OTERO

Un año ha tardado Mariano Rajoy en someterse a las preguntas de los periodistas en la sede del PP en la calle Génova de Madrid. Pero ni así  cambió su discurso el presidente del PP: lo sigue viendo todo negro. Para el líder del PP el futuro es más incierto que nunca. Ese fue el principal y casi único mensaje de Rajoy al hacer balance del año 2010. 

Rajoy respondió a las preguntas de los periodistas pero el guión fue el mismo que cuando lee los discursos que trae preparados a los actos de partido: críticas feroces al Gobierno por su gestión económica y ataques a Zapatero por todos los flancos. 

Rajoy empezó recordando que Zapatero falló en sus predicciones sobre 2010. 'Dijo que este año se crearía empleo y ha sido un año duro en el que se han sucedido las malas noticias económicas y sociales. 2010 ha sido el año en que se cuestionó por primera vez a España en el ámbito internacional, ha sido el año de los recortes sociales y, además, ha crecido el paro'.

'Es necesario un plan que dé confianza' 

Tras 'desnudar' a Zapatero, y para poner blanco sobre negro que él sí acertó el año pasado, Rajoy recordó sus predicciones en 2009, que enumeró de forma sucinta en forma de prioridades. 'Hace un año dije que había tres prioridades: reducir el gasto público, el déficit y la deuda; reestructurar el sistema financiero y, por último, hacer reformas en el mercado laboral, en el sistema educativo, en el sistema energético; hablé también de la unidad de mercado y hablé también de reunir a la comisión del Pacto de Toledo'.

'Pues bien',  dijo solemne Rajoy, 'la inmensa mayoría de estas tareas siguen pendientes'.  Y es que para Rajoy nada ha cambiado en un año. El líder del PP insistió en que en 2011 habrá que hacer lo que quedó pendiente en 2010 y abogó por crear 'un plan que dé certidumbre y aumente la confianza'. No especificó mucho cómo llevarlo a cabo: Rajoy se limitó a repetir que en 2011 haría que ahondar en las reformas, reducir el déficit, establecer un techo de gasto para todas las Administraciones públicas y una reforma fiscal (lo que significa una rebaja de impuestos).

Después de desgranar esas medidas, Rajoy hizo una valoración de la actuación del PP. Quiso presentar a su partido como un partido que arrima al hombro, que colabora contra la crisis en lugar de esperar a ver pasar el cadáver de su enemigo, como es la creencia general. Puso varios ejemplos —'El PP ha colaborado con aportaciones importantes a la reforma del sistema financiero'— y aportó datos para demostrar que 'el PP es un partido responsable': dijo que en 2010 el PP apoyó 36 de las 58 iniciativas presentadas por el Gobierno en el Congreso.

Rajoy quiso mostrarse conciliador, responsable y colaborador. Reiteró varias veces su disposición a colaborar con el Gobierno en muy amplias y diversas: estuvo imbuido de un 'espíritu navideño' como dijo algún asistente a su rueda de prensa, pero tampoco escatimó críticas. Sin embargo, sus actos durante 2010 no refrendaron sus palabras conciliadoras. Y ahí su discurso resultó poco creíble.

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