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"Los toros son un espectáculo sangriento"

Miguel Cabrera. Diputado del PP en Canarias. Promovió la Ley Antitaurina

J.S.

El diputado en el Parlamento de Canarias Miguel Cabrera se sabe una rara avis dentro de su formación, el Partido Popular. Lleva ya dos décadas mostrando su laxo concepto de la disciplina de grupo. La principal de sus reivindicaciones, en defensa de los animales, lo llevó a mantener un rifirrafe con la entonces ministra de Cultura, Esperanza Aguirre, por darle la Medalla de las Bellas Artes a un torero, cuando él era diputado en Madrid. Antes había dimitido de su escaño en Canarias cuando su partido no lo apoyó en su empeño de prohibir las peleas de gallos en las islas. La Ley Cabrera, como se la llegó a llamar, finalmente se convirtió en la pionera de la protección contra el maltrato animal.

¿Cómo surgió la ley canaria de defensa de los animales, la primera que prohibió los toros en España?

Se trató de una iniciativa mía, a finales de 1989, en la que se perseguía la eliminación de los espectáculos sangrientos en Canarias, como los toros, las peleas de perros (que por aquel entonces no eran delito, como ahora), el tiro al pichón y las riñas de gallos. Este último espectáculo me enfrentó a mis compañeros de partido, por lo que presenté mi dimisión en el pleno cuando se rechazó la ley. Para mí se trata de un tema de conciencia.

Pero triunfó en una segunda intentona.

Fue un triunfo a medias, porque no se prohibieron las riñas, sólo su promoción. Presentamos en 1990 una iniciativa popular, respaldada por 40.000 firmas, que forzó la aprobación de la ley en el Parlamento.

Pero la ley no hace mención expresa a la prohibiciónde las corridas de toros.

La ley es terminante. Prohíbe los espectáculos en los que los animales sufran algún tipo de maltrato; no hay lugar a ninguna duda.

¿Cómo justifica que el PP pida en su programa electoral la promoción de los toros y que en Canarias respalde su prohibición?

Es que no debería estar escrito en ningún programa electoral, sino que los partidos deberían dejar este asunto a la libertad de voto y de conciencia de sus diputados. A mí, el mío nunca me ha dado ninguna instrucción sobre esto.

¿Por qué son tan pocoslos políticos abiertamente abolicionistas de las corridas de toros? ¿Electoralismo?

Creo que es más un problema generacional. Hoy por hoy, mis compañeros de partido se descojonan conmigo por mis ideas en favor de los animales. Y en Madrid, más: durante las dos legislaturas que tuve escaño en el Congreso de los Diputados, si echabas un toro en el hemiciclo saltaban 349 espontáneos dispuestos a torearlo. Prácticamente todos eran taurinos. Todavía hace falta un par de generaciones más para que tanto los políticos como la sociedad en general estén listos para dar ese paso.

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