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Yahya Yahya, patriota y maltratador

JUAN JOSÉ TÉLLEZ

No es del todo un verso suelto en la política del país vecino. En 2007, con motivo de la visita de los Reyes de España a Ceuta y Melilla, las autoridades impidieron su propósito de organizar manifestaciones conmemorativas de la ocupación del Islote de El Perejil, que había tenido lugar cinco años antes. Ese precedente, protagonizado entonces por la Gendarmería Marroquí, le sirvió para justificar, el pasado miércoles, la ocupación del Peñón de Vélez de la Gomera, aunque entre sus riscos no hubiera cabras sino adormecidos regulares a quienes, como puede comprobarse en algunos videos, les pilló por sorpresa la llegada de los cuatro veinteañeros marroquíes al grito de 'Viva Marruecos' y 'Libertad para las tierras ocupadas'.

Yahya Yahya posee la doble nacionalidad marroquí y holandesa. Juega al populismo, hasta el punto de que en sus frecuentes movilizaciones los manifestantes exhiben camisetas con el rostro del Ché Guevara e, indistintamente, fotografías de Mohamed VI, a veces en uniforme de combate. Su perfil de activista no violenta choca, sin embargo, con su aparente conducta privada. En noviembre de 2006, los vecinos avisaron a la policía porque había ruido de pelea en su casa de Melilla. Cuando los agentes de la policía entraron en su domicilio confirmaron que la mujer había sido golpeada y que él aparecía manchado de sangre. Ella, sin embargo, se negó a declarar en su contra por lo que su marido escapó de rositas.

Justo un año después, también en noviembre, cuando los Reyes de España visitaban Melilla, fue retenido por la policía española. Mientras él aseguraba que se trataba de una medida represiva para evitar que hiciera visible su protesta por la visita real, las autoridades aseguraron que se trataba tan sólo de hacerle entrega oficial de una citación judicial en relación con la paliza que supuestamente sufrió su mujer. Como la casualidad no existe, algo de todo probablemente hubo. El juicio tuvo lugar dos años después y aunque se le absolvió de un supuesto de violencia machista, fue condenado a 15 meses de cárcel y 800 euros de multa por resistencia a la autoridad, aunque él también había cursado denuncia por malos tratos contra la policía. En cualquier caso, no tuvo que cumplir la condena de prisión por carecer de antecedentes, así que aprovechó para hacer turismo.

Apenas una semana después de dicha sentencia, provocó un incidente diplomático entre Marruecos e Italia tras ser detenido en este último país por 'rebeldía y lesiones', sufridas por un funcionario público, pero también con nuevos cargos de violencia de género con agresión sexual. Los hechos tuvieron lugar a 4 de agosto de 2008 y condujeron a la retirada temporal del embajador de Rabat en Roma. Desde Marruecos, le veían algo así como una precuela del caso Julian Assange y aseguraban que todo obedecía a un complot de los servicios secretos españoles e italianos para desacreditarle. Así llegaron a expresarse tanto sus familiares como la asociación Sáhara Marroquí que promovió movilizaciones ante las embajadas de Italia y de España para reclamar su libertad.

Sin embargo, la denuncia documentaba que Yahya Yahya mantuvo una violenta disputa con su esposa en un restaurante de Via Veneto y que al salir del mismo agredió sexualmente a una turista. Tras su identificación, los carabinieri acudieron al hotel a detenerle y él les recibió a puñetazo limpio. El juicio fue rápido y le condenaron a 30 meses de cárcel. De inmediato, el embajador Tay Edin Badu fue llamado a consultas y el ministerio marroquí de Asuntos Exteriores emitió un comunicado calificando el suceso como una 'cuestión preocupante' por tratarse de un representante del pueblo marroquí. Ya durante su anterior detención en España, el gobierno marroquí mostró su 'fuerte preocupación' ante esta 'iniciativa singular que suscita en Marruecos grandes dudas y perplejidad'.

A partir de aquel suceso, pasó a arresto domiciliario en una institución católica y tuvo que esperar varios meses antes de recobrar su pasaporte y volver a casa. Sus poderosos hilos políticos y financieros han movido numerosas movilizaciones, especialmente en torno a Melilla. Ese fue el caso de sucesivas acciones ante la frontera de Beni Enzar, algunas motivadas por protestas tan justificadas como la negativa de la policía española a permitir el acceso por la tarde de marroquíes que tan sólo estuvieran en posesión del carné -la 'necua'- que les permite el paso, sin exigencia de pasaporte. Desde su imaginario, Ceuta y Melilla son 'poblaciones oprimidas' en las que gobierna el Partido Popular mediante la compra de voluntades. A los ojos de la sociedad civil, de los medios de comunicación marroquíes y de las autoridades del país vecino, Yahya Yahya aparece como un patriota que lucha a toda costa por liberar los 'presidios ocupados'. No piensa así, sin embargo, el PSOE de ambas localidades. Ni incluso Coalición por Melilla, una formación integrada en Izquierda Unida y a la que suelen votar los musulmanes de dicha localidad.

Sus acciones no han cejado en los últimos años. En junio de 2011, por ejemplo, ocupó con numerosos paisanos de Beni Enzar el yacimiento de aguas de Yasinen, situado en Marruecos pero que desde la independencia de 1956 gestiona la Asamblea de Melilla para abastecer la ciudad. Sobre el mismo, colocó la bandera de su país y un retrato del Rey alauí, para reafirmar, según sus palabras, 'nuestro profundo y permanente compromiso a seguir defendiendo, como abnegados soldados, detrás de nuestro Rey Mohamed VI, nuestra unidad territorial y el fin de la ocupación de Ceuta y Melilla'. En todo caso, se trató de una acción festiva. Izaron la bandera al son del himno de Marruecos y levantaron dos jaimas en las que tomaron té con pastas para festejar el acontecimiento. El aseguró que se trató de una decisión unánime de su ayuntamiento y que no sólo se trataba de repartir las aguas entre otras poblaciones de la zona, sino que se trataba de un gesto de condena y repulsa 'contra la irracional campaña mediática de ataque a la integridad territorial y a la dignidad de nuestra nación', por parte de las autoridades españolas.

Said Chramti, que aparece ahora como vicepresidente del Comité de Coordinación para la Liberación de Ceuta y Melilla -organización que tiene su propia página en Facebook desde diciembre de 2011-, también se ha sentado en el banquillo de los acusados. Sus últimas citaciones tuvieron lugar hace apenas unos meses ante el Juzgado de Primera Instancia de Nador, en relación con unos sucesos que tuvieron lugar en septiembre de 2008 en el puesto fronterizo de Melilla, en donde intentó cruzar con el pase que rige desde 1958 para los vecinos de la zona y un policía se lo impidió. Al solicitarle explicaciones, se habría producido un supuesto de 'Lesiones y Atentado Contra la Autoridad', a raíz de una denuncia presentada por el inspector jefe de los puestos fronterizos de la Jefatura Superior de Policía de Melilla, el delegado de la Agencia Tributaria de esta ciudad, el delegado de la Aduana española, el teniente coronel jefe de la Guardia Civil, el comandante 2° jefe de la Guardia Civil y el jefe superior de Policia y que las autoridades marroquíes atendieron en función del convenio de extradición que ambos países han suscrito.

En 2010, Chramti colgó carteles en contra de las mujeres españolas que ejercen como policías en la frontera

Chramti le quitó hierro a las acusaciones: 'Ante un hecho que podría considerarse como un simple altercado fronterizo convirtieron el hecho en un delito grave de Lesiones y Atentado Contra la Autoridad, debido a que los denunciados son conocidos como personas que reivindican la soberanía marroquí de las ciudades de Ceuta y Melilla'. En 2010, Chramti volvió a la frontera para colgar carteles en contra de las mujeres españolas que ejercen como policías en dicha frontera y a las que identificaron como basura, en un célebre incidente que tuvo que zanjar en persona Alfredo Pérez Rubalcaba como ministro español de Asuntos Exteriores en aquella época.Sus acciones siempre se han repetido, escrupulosamente, coincidiendo con las reuniones de alto nivel que los gobiernos de España y de Marruecos mantienen regularmente cada dos años.

En cualquier caso, ambos se jactaban el pasado mes de marzo de contar 'con el apoyo del Gobierno marroquí islámico', según sus propias palabras: 'Contamos con mucho apoyo económico y con el respaldo del Gobierno islamista marroquí', llegaron a asegurar, ya que las asociaciones que lideran y el citado comité que las coordina reciben subvenciones del ejecutivo de Rabat. Los días 4 y 5 de ese mes, ambos, junto con algunos otros colaboradores, se habrían reunido en la capital marroquí con miembros del gabinete, a fin de recabar apoyos para una ofensiva contra los enclaves españoles en el norte de África. Con la boca pequeña, también aluden al respaldo personal de Mohamed VI, imposible de comprobar a menos que el Rey se exprese en público en tal sentido.

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