Este artículo se publicó hace 6 años.
Memoria vecinal para preservar la historia

Por El Quinze
-Actualizado a
Una foto en blanco y negro olvidada en el fondo de una caja vieja o la anécdota de una abuela, repetida una y otra vez, pueden resultarnos familiares y nada formidables. Y, sin embargo, estos son algunos de los elementos con los que mucha gente, a menudo de manera voluntaria, reconstruye desde lo particular los pedazos de la memoria colectiva. Los libros de historia suelen explicar grandes hazañas y terribles penurias acontecidas a lo largo de los siglos. La evolución de una plaza cualquiera o los usos y costumbres de quienes acababan de llegar a un barrio de Barcelona o alrededores, procedentes del sur de España, son, sin duda, cuestiones más mundanas, pero no menos importantes: dibujan el retrato de la ciudad en la que vivimos. Y es una memoria que corre el peligro de perderse si nadie le presta atención.
Una herramienta contra la soledad
Para evitar esa fuga de recuerdos, municipios, entidades y personas a título particular llevan a cabo una ardua tarea de búsqueda y documentación en nuestro entorno. Es el caso de L’Hospitalet de Llobregat, cuyo Ayuntamiento comenzó hace dos años a pedir a los mayores que explicaran las vivencias de su llegada a la ciudad, en la segunda mitad del siglo pasado. "Se trata de algo tan sencillo, pero a la vez tan ambicioso, como que la gente mayor cuente sus historias para que estas sean interpretadas por los niños", explica Sandra Ruiz, responsable de Proyectos de Innovación Social del Ayuntamiento de L’Hospitalet. Bajo el título Pintando historias, el Consistorio impulsa una iniciativa piloto en la que graban historias de antaño, relatadas por personas mayores vinculadas al barrio, para después inmortalizarlas con dibujos de los más pequeños. "Es una forma de asegurar que se transmite el conocimiento a las nuevas generaciones", subraya Ruiz, quién destaca el papel de la empresa de gamificación MasQueLearning, con quién lo implementan.
El programa piloto comenzó en 2016 en el barrio de Pubilla Cases, donde se retrataron 10 historias y un grupo de 24 niños y niñas las dibujaron. "Hacemos sesiones con personas mayores para que afloren los recuerdos, las vivencias de cuando llegaron al barrio, por ejemplo. Les pedimos que lo expliquen como si se lo contaran a sus nietos. Y captan en seguida que tiene que ser coloquial", describe la responsable de proyectos. Los protagonistas cuentan, por ejemplo, cómo trabajaban en los telares de Can Trinxet; cómo los padres de la escuela Sant Josep El Pi se movilizaron para crear una biblioteca; o cómo un guardia urbano, a veces sustituido por una estatua de madera, organizaba el tráfico en el cruce de la avenida Fabregada con la plaza Anselm Clavé.
Visitació, que protagoniza uno de los vídeos, se trasladó de Sants a Pubilla Cases en una época en que abundaban los campos y muchas calles no estaban ni asfaltadas. En el invierno de 1962, una gran nevada dejó medio metro de nieve que tiñó de blanco los tejados de los edificios y paralizó el transporte público, hasta el punto de que los conductores se entretenían haciendo bolas de nieve. Anécdotas, visto está, hay muchas. Después, los vídeos se reproducen en una escuela de la zona y los alumnos pintan en grupo lo que les inspira la historia. La idea ha tenido continuidad y se ha replicado en los barrios de Sant Josep y Santa Eulàlia. En total, han participado más de un centenar de personas, entre adultos y niños. El Ayuntamiento de L’Hospitalet ha llevado en dos ocasiones el proyecto al Smart City World Congress –el congreso sobre las ciudades inteligentesque se organiza cada año en el recinto ferial de Gran Via–, como ejemplo de modelo innovador de ciudad y buena práctica social.
A partir del próximo curso, el área de Innovación del Consistorio hospitalense se coordinará con el negociado de Servicios y Proyectos para la Gente Mayor, lo que permitirá que Pintando historiascomplemente la cartera de servicios dirigidos a este colectivo. La continuidad de la iniciativa, de hecho, pasa por generar un mayor impacto social. La Florida, uno de los barrios de L’Hospitalet más densos y diversos, acogerá el proyecto: sus protagonistas serán, prioritariamente, personas mayores que sean usuarias del servicio de comida a domicilio, un colectivo que padece un mayor riesgo de sufrir soledad. "Estamos aprovechando las visitas a domicilio que las trabajadoras familiares realizan para explicarles el proyecto", apunta Sandra Ruiz. A quienes quieran participar, se les ofrecerá, por ejemplo, el acompañamiento a un espacio compartido con otras personas para grabar las historias. "Esperamos que para ellos sea una oportunidad para volverse a conectar con la comunidad, el barrio, la gente, el casal...", añade Ruiz.
Pintando historias, donde también participa la Escola Superior d’Art i Disseny Serra i Abella de L’Hospitalet, como responsable de la parte audiovisual, es ya un proyecto exitoso en el municipio, pero la técnica municipal insiste en que trabajan para llevarlo más allá. Entre los deberes pendientes, indica, está ubicar las historias en la vía pública, con algún tipo de señal que vincule el mundo online y el offline. "Indicando en cada espacio urbano del que hablemos que ahí hay una historia", añade. O la celebración de un acto de cierre de temporada en el que todos los participantes –personas mayores, niños y estudiantes– se reúnan para conocerse.
Una red vecinal de archivos históricos
Badalona seguramente no pueda presumir de iniciativas innovadoras como la de L’Hospitalet. Pero el municipio –que lleva a cabo una meritoria tarea de divulgación histórica de la romana Baetulo a través del Museu de Badalona– dispone ya de un archivo histórico y organiza exposiciones y ciclos sobre el pasado reciente de la ciudad. El Ayuntamiento de la ciudad, sin embargo, sigue teniendo entre sus deberes pendientes la reivindicación de la memoria histórica. Es por eso que algunas entidades han empezado a impulsar la recuperación de su historia desde los barrios. Desde hace un par de años están conectados entre ellos en una iniciativa llamada ArxiusBDN.
Todo empezó en la Associació de Veïns de Sant Antoni de Llefià, cuyos integrantes empezaron hace más de una década a sacar de sus armarios cajas y archivos fotos y documentos con décadas de antigüedad. Algunos miembros de la entidad comenzaron a digitalizar los materiales, y también los de la parroquia del barrio, que les dio permiso para echar un vistazo a sus fondos. Así nació el Arxiu Històric de Llefià, que en 2018 celebró su décimo aniversario. Entonces pidieron a los vecinos y vecinas que aportasen imágenes de sus fondos particulares. Fotografías que inmortalizasen el barrio a lo largo del siglo pasado: de cuando había viñas delante del hospital Esperit Sant, en los años veinte; de comercios antiguos, como la Casa Fenol de granos y legumbres cocidas, ubicada en los años cincuenta en la calle Pompeia en el cruce con la calle Tarragona; o una trifulca entre vecinos y guardias urbanos en la plaza Trafalgar, ya en los años ochenta. El archivo también dio refugio a documentos antiguos, como recortes de periódicos con noticias sobre el barrio o algunos carteles de las fiestas organizadas por asociaciones vecinales, para que estos no cayeran en el olvido.
"Todo el material que conseguimos, después de escanearlo, lo entregamos al Museu de Badalona, que tiene los medios para poder conservarlo. A cambio, el museo nos avisa cuando entra nuevo material relacionado con Llefià", apunta Paco Aroca, presidente del Arxiu Històric. Ese es el trato que, mediante un convenio, tienen la entidad vecinal y la institución. "Una de las mejores cosas de esta década ha sido animar a otros barrios a impulsar sus propios archivos", reivindica Aroca. Y es que, en los últimos tres años, han surgido iniciativas similares en Sant Crist, Dalt la Vila y Canyadó. Todos bajo el mismo paraguas digital, unificando fondos en una página web (arxiusbdn.org).
Del archivo a una ruta por el barrio
"Llefià comenzó y luego empezamos a salir los demás. El año pasado hicimos una exposición conjunta y organizamos paseos por los barrios, en los que hablábamos de la historia de cada uno", explica el responsable del archivo de Dalt la Vila, Facu Martínez, que hace casi una década que se dedica a recolectar fotografías y subirlas a la página de Facebook Badalona Recuerdos. "Tenía muchas imágenes de la página, y propuse a la asociación de vecinos empezar un archivo. Es algo que tiene mucha aceptación: a la gente le gusta mucho ver fotos antiguas", subraya.
Otro de los archivos surgidos en la red, el de Sant Crist, también está vinculado a la asociación de vecinos. "Nuestra idea, además de la difusión histórica, era animar a la gente a que trajera las fotos de su casa, para que no se perdieran. Y no es fácil: a veces hay vecinos que son reticentes a traer sus fotos, aunque obviamente solo las escaneamos y las devolvemos", explica Francesc Palacio, que lidera el archivo y reconoce que hay algo todavía más complicado: que más personas se animen a gestionar el archivo. Por eso sigue haciéndolo él, poco a poco, en su tiempo libre.
El también historiador mantiene que la ciudad de Badalona tiene una deuda con la memoria histórica y la recuperación de espacios con un pasado significativo. "La ciudad es un poco triste a la hora de recordar cosas. El Ayuntamiento no tiene iniciativa, pero tampoco a nivel cultural o histórico. Muchas veces prevalece el mundo romano, aunque la ciudad tenga muchas otras cosas de importancia en su pasado", lamenta.