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Brutalidad policial Los George Floyd europeos: los dirigentes de la UE denuncian la violencia policial, pero la ignoran en sus países

La discriminación racial en los abusos de las fuerzas de seguridad también salpica el viejo continente, aunque las cifras de mortalidad resulten muy inferiores a las de Estados Unidos.

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Gendarmes franceses toman posiciones ante una protesta contra la violencia policial. - AFP

parís,

"En Europa, como los habitantes de Estados Unidos, estamos conmocionados y horrorizados con la muerte de George Floyd". El Alto representante para la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, criticaba el martes pasado el "abuso de poder" que representaba el asesinato del afroamericano. Igual de contundente se mostraría dos días después la canciller alemana, Angela Merkel, al calificarlo de "horrible": "El racismo es algo horrible". Pero si los dirigentes europeos condenan la violencia de la policía estadounidense, estos abusos también se reproducen en el viejo continente, aunque a menudo sus dirigentes lo nieguen.

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En Londres, París, Lieja, Berlín... Decenas de miles de personas se manifestaron el sábado en numerosas localidades europeas en una jornada de protestas internacionales contra el racismo y la violencia policial. Unas manifestaciones que continuaron el domingo en España con las convocatorias de la comunidad negra en Madrid, Barcelona o Murcia.

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La onda de choque por el caso de Floyd ha suscitado una especial indignación en países como Francia. El prefecto de policía de París, Didier Lallement, aseguraba el martes pasado que las fuerzas de seguridad francesas no eran "ni violentas ni racistas". Así intentaba descartar cualquier símil entre la situación a ambos lados del Atlántico. Pocas horas después, sin embargo, más de 20.000 personas se concentraron delante del Tribunal de Justicia de París para pedir justicia por Adama Traoré, un joven francés muerto el 2016 tras una polémica detención policial y cuyo caso sigue irresuelto cuatro años después.

Más allá de la solidaridad internacional, las proclamas de "Black Lives Matter" en las calles europeas muestran que "se está importando una reivindicación extranjera para describir una realidad local", asegura el sociólogo Éric Fassin, especialista en la cuestión racial. Sin duda, hay diferencias significativas entre la violencia policial en Estados Unidos y en Europa. La presencia masiva de armas de fuego en la sociedad estadounidense comporta que los agentes disparen con mayor frecuencia. Mientras que las fuerzas de seguridad norteamericanas matan de media más de 1.000 personas cada año, las francesas solo son responsables de unas 20. Fassin considera, sin embargo, que "existe una lógica común". O un sentimiento de injusticia compartido.

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"La mayoría de las víctimas en Francia son negros, magrebíes y gitanos"

Según este profesor de la Universidad París 8 de San Denís, "la muerte de Floyd no resulta muy distinta de la de Adama", que sufrió un placaje en el vientre. Prohibida en otros países, esta polémica técnica policial ya había provocado a principios de este año el deceso de Cédric Chouviat, un repartidor a domicilio. Durante las protestas en los últimos días en Marsella, también recordaron el caso de Zineb Redouane, una anciana argelina, 82 años, que falleció después de que una granada policial explotara en su balcón durante una manifestación de los chalecos amarillos a finales de 2018. En la "banlieue" parisina tampoco se olvidan de Théo, un joven de 22 años que sufrió una penetración anal a través de una porra de un agente.

"La mayoría de las personas víctimas de abusos policiales en Francia son negros, magrebíes y gitanos. Aunque a las autoridades no les guste reconocerlo, también existe en este país una violencia estructural racista", defiende Amal Bentounsi, la hermana de Amine Bentounsi, abatido en 2012 por la espalda por un agente al que condenaron a cinco años de prisión condicional, en uno de los pocos casos de abusos de las fuerzas de seguridad que han comportado una sanción penal en Francia. Responsable del Observatorio de la violencia policial, Bentounsi impulsó en marzo la creación de la aplicación móvil Urgences violences policières (UVP), que sirve para grabar las intervenciones abusivas y retransmitirlas en directo en las redes sociales. Más de 40.000 personas ya la han descargado.

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Además, la desconfianza de los habitantes de los barrios populares hacia la policía se ha acentuado durante el confinamiento. Con 242.259 controles y 41.103 multas, la Seine-Saint-Denis, al norte de la región parisina, ha sido uno de los territorios donde la policía ha efectuado más controles para hacer respetar la cuarentena. El porcentaje de personas controladas representa el 17%, el triple de la media nacional, según el diario Libération.

"La policía es racista en Estados Unidos, pero también en Francia"

En esta misma zona de la "banlieue", se produjeron varios casos mediáticos de abusos de las fuerzas de seguridad. Por ejemplo, el de Mouldi C., de 30 años, que a mediados de abril chocó con la puerta de un vehículo de policía de incógnito que se abrió de repente, mientras circulaba con moto sin casco. O el más reciente de Gabriel, un adolescente de 14 años que tras ser detenido mientras intentaba robar una escúter, recibió una paliza de la parte de un agente que le rompió cuatro dientes y le provocó un grave hematoma en el lado izquierdo del rostro.

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Aunque la policía francesa mata mucho menos que la estadounidense, esta causa muchos heridos y genera un gran malestar con prácticas controvertidas como los controles por criterios faciales. Según reconoció el 2 de junio el Defensor de los derechos (equivalente del Defensor del pueblo), Jacques Toubon, estos controles policiales resultan "una realidad sociológica" en Francia, que comporta que un joven "negro" o "magrebí" tenga 20 veces más de probabilidades de ser controlado que un "blanco", según un informe de esta misma institución de 2017.

"La policía es racista en Estados Unidos, pero también en Francia. Así lo ha sido desde que mató a más de un centenar de argelinos durante la manifestación en París del 17 de octubre de 1961", sostiene Melissa Cheurti, de 26 años, una estudiante en Ciencias Políticas, presente en las protestas de este sábado en la capital francesa, recordando uno de los hechos más trágicos de la Guerra de Argelia que tuvo lugar en la metrópoli. De la misma forma que los abusos racistas de las fuerzas de seguridad en Norteamérica no se pueden entender sin el pasado esclavista, en Francia tampoco ha cicatrizado la herida del colonialismo.

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A pesar de que la mayoría de franceses observaron con indiferencia la manera en que los barrios populares se convirtieron en un "laboratorio" de unas agresivas prácticas policiales, "cada vez hay una mayor consciencia sobre el hecho de que estos abusos que antes se concentraban en la banlieue, ahora pueden afectar a prácticamente toda la población", explica Fassin. El problema de la violencia policial tomó mayor relevancia cuando esta se generalizó con las protestas de los chalecos amarillos, cuyo balance habla por sí solo: 3 muertos, 27 manifestantes que perdieron un ojo, 5 mutilados o 340 heridos en la cabeza.

España, Alemania, Italia... Cada país tiene su George Floyd

Quizás Francia es uno de los países donde la denuncia de estos abusos resulta más habitual, pero estos también se producen en el resto del viejo continente. En Reino Unido, el nombre de George Floyd tiene cierta resonancia con el de Sean Rigg. Este músico afro-británico murió en 2008 en una comisaría de Londres tras ser objeto de una polémica técnica de inmovilización. De las 74 personas que fallecieron por disparos de bala de la policía británica desde 1990, 20 de ellas procedían de una minoría étnica. Lo que refleja que estas personas tienen el doble de probabilidades de ser disparadas por un agente que un blanco. En cambio, en Italia aún recuerdan el caso del joven obrero Stefano Cucchi, apalizado hasta la muerte en una comisaría en 2009.

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"Por cada español blanco que es controlado en la calle, suelen haberlo estado 7,4 personas con una apariencia extranjera"

España también cuenta con su lista de las víctimas, según los activistas, de la violencia institucional racista. Desde el asesinato de Lucrecia Pérez en 1992 hasta la muerte del mantero Mame Mbaye en 2018 en Madrid, estos casos son numerosos y la mayoría de ellos terminan archivándose. "Por cada español blanco que es controlado en la calle por las fuerzas de seguridad, suelen haberlo estado 7,4 personas con una apariencia extranjera", recuerda Gemma Ferreón, coordinadora de incidencia de SOS Racismo Catalunya, quien lamenta que se mantengan estas prácticas "ilegales".

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En Alemania no solo son habituales los controles policiales por criterios faciales (ergo raciales), sino que también se produjeron casos muy graves. Por ejemplo, el del refugiado de Sierra Leona Oury Salloh, cuyo cuerpo fue hallado calcinado en su celda en 2005, después de que lo hubieran atado en su cama. "Es evidente que existen estrechos vínculos entre miembros de las fuerzas de seguridad alemanas y grupos neonazis, que en las últimas décadas provocaron alrededor de 200 muertos, entre los que había migrantes", explica el periodista Andreu Jerez, corresponsal en Berlín y especialista en la extrema derecha teutona.

El silencio de las autoridades

Tampoco resulta ninguna novedad la simpatía de muchos policías franceses por la ultraderecha. Según un estudio del instituto IFOP, el 54% de los agentes votaron a Marine Le Pen en la primera vuelta de las presidenciales de 2017, mientras que en el conjunto del país obtuvo el 21%. El digital francés Street Press reveló el pasado jueves los mensajes de odio que proliferaban en una grupo privado de Facebook formado exclusivamente por policías y gendarmes. Compuestos por 8.000 agentes, el grupo "TN Rabiot Police Officiel" era un aquelarre de comentarios y bromas xenófobas, sexistas y homófobas.

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Tras su revelación en pleno caso Floyd, el ministro del Interior, Christophe Castaner, lo denunció a la fiscalía y la justicia abrió el sábado una investigación. Sin embargo, el mismo Castaner había reprochado a mediados de mayo a la cantante Camelia Jordana que declarara en uno de los programas televisivos de mayor audiencia del sábado por la noche que "hay miles de personas que no se sienten en seguridad delante de un policía y yo formo parte de ellos". "Estas palabras son mentirosas, vergonzosas y alimentan el odio hacia los policías", reaccionó el ministro en Twitter. Ahora también resulta significativo el silencio de Emmanuel Macron sobre la situación en Estados Unidos.

"Las autoridades niegan la existencia de estos abusos policiales, pero esto solo refuerza una cultura de la impunidad y que los jueces no se atrevan a cuestionar la palabra de los agentes", sostiene Bentounsi. Una negación de esta violencia policial ilegítima que también lamenta Yacub Medfai, militante del colectivo Maison Blanche que ha organizado las últimas protestas en Marsella: "Somos partidarios de las manifestaciones pacíficas, pero, cuando observamos lo que sucede en Estados Unidos, uno tiene la sensación que los dirigentes solo escuchan a los manifestantes cuando se producen incidentes". Una advertencia a tener en cuenta respecto a un sentimiento de injusticia presente en ambos lados del Atlántico.

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