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Cameron triplica los agentes para cercenar los disturbios

El primer ministro británico, criticado por reaccionar tarde, convoca de urgencia al Parlamento

DAVID BOLLERO

'Esto es criminalidad pura y dura, y como tal ha de ser enfrentada y derrotada'. Así de contundente se mostró el primer ministro británico, David Cameron, a su llegada a Downing Street después de suspender sus vacaciones para hacer frente a la peor oleada de violencia en Reino Unido desde hace décadas. Unas revueltas que ya se han cobrado su primera víctima mortal en Croydon, al sur de Londres.

Tras reunirse con el Comité Cobra el gabinete de crisis formado por el viceprimer ministro, Nick Clegg; la ministra de Interior, Theresa May; y el director de Scotland Yard, Tim Godwin, Cameron advirtió de que está decidido a que se haga justicia, para que los violentos 'sientan todo el peso de la ley', y convocó extraordinariamente a la Cámara de los Comunes para que se reúna el jueves en sesión de emergencia. Los parlamentarios tendrán que interrumpir sus vacaciones y regresar a Londres desde cualquier lugar del mundo donde estén para atender a la comparecencia del primer ministro.

Los saqueos estallan de nuevo en barrios de Manchester y de Birmingham

El líder del Partido Conservador aseguró que hará 'todo lo necesario para restablecer el orden en las calles británicas'. Pero mientras el Gobierno condena las revueltas, desligándolas de la muerte de Mark Duggan por disparos de la Policía y del plan de ajuste de Cameron, cada vez son más las voces que identifican la tensión racial y las medidas anticrisis como las principales causas del conflicto.

Los primeros análisis realizados por la Comisión Independiente de Quejas de la Policía (IPCC) han determinado que Duggan, un joven negro con cuatro hijos cuya muerte desató los disturbios, no disparó a los agentes: el arma encontrada en el lugar de los hechos no fue usada y la bala incrustada en un coche patrulla procedía de la pistola de uno de los oficiales.

Algunos parlamentarios han solicitado medidas más drásticas, desde el empleo de cañones de agua al toque de queda. O, incluso, la intervención del Ejército. Pero Cameron optó por reforzar los efectivos policiales, cancelando todos los permisos y vacaciones de los agentes y casi triplicando su número, de 6.000 a 16.000. Scotland Yard sí baraja el empleo de balas de goma, según el subinspector Stephen Kavanagh.

Descartado el toque de queda, Scotland Yard baraja el uso de balas de goma

El Comité Cobra optó por asumir medidas más drásticas tras la tercera batalla campal en Londres, la noche más violenta en 20 años que terminó por extenderse a Leeds, Liverpool, Manchester o Birmingham, con un saldo de 44 policías y 14 ciudadanos heridos.

Desde que estallaran las revueltas en la noche del sábado al domingo, en Reino Unido se han realizado más de 700 detenciones (563 en la capital), que podrían incrementarse con ayuda de la tecnología y la colaboración ciudadana. Scotland Yard comenzó a distribuir por las redes sociales las primeras imágenes de sospechosos recogidas por las cámaras de videovigilancia para proceder a su identificación.

Las investigaciones determinan que Mark Duggan no disparó a los policías

Además, se multiplican las webs y cuentas de Twitter en las que los ciudadanos suben fotografías de los disturbios con el mismo fin. Se trata de medidas que aprovechan el alcance de estas redes, que a su vez están en el punto de mira de Scotland Yard por considerar que los violentos se coordinan a través de Twitter y el servicio de mensajería cifrada de Blackberry, difícil de rastrear.

Pero todo ello no arredró a los 'rufianes', como los calificó Cameron, que por cuarta noche consecutiva se lanzaron a saquear e incendiar. Esta vez en barrios marginales de Manchester, donde al comienzo de la noche había varios edificios en llamas y todos los pubs y locales nocturnos se habían visto forzados a cerrar sus puertas, y en los suburbios de Birmingham.

Tras haber sido cuestionado por la lentitud del Gobierno en la gestión de las revueltas (la ministra de Interior no regresó al país hasta pasada la segunda noche de disturbios), Cameron visitó por la tarde Croydon, una de las zonas más afectadas. Mientras, Clegg era increpado en Birmingham. La imagen de algunos barrios como Clapham o Croydon se asemeja a una zona de guerra: coches calcinados, edificios quemados, escaparates reventados, cristales y olor a humo.

Al coste político se añade el económico en el peor momento, con las empresas inversoras preocupadas por la inestabilidad financiera, como apuntó el presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Londres, Colin Stanbridge, quien subrayó que 'ésta no es la imagen que queremos mostrar al mundo'.

Comercios, oficinas e incluso algunos organismos administrativos locales adelantaron el cierre y la Asociación de Aseguradoras Británicas ha estimado el coste en 'decenas de millones de libras'. Asimismo, el British Retail Consortium, que agrupa al comercio minorista, habla de pérdidas multimillonarias.

La crisis se agrava para Cameron con la proximidad de los Juegos Olímpicos de 2012, para cuya inauguración resta menos de un año. El Comité Olímpico Internacional ha expresado su confianza en la seguridad y desde el Comité Organizador de Londres 2012 se afirmó que el Parque Olímpico de Stratford es seguro, a pesar de su cercanía a Tottenham.

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