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Cuba La disidencia pide mano dura contra Cuba

Los líderes disidentes consideran que Trump se ha quedado corto en sus medidas le dan carta blanca para que utilice cualquier medida de presión que estime conveniente. 

Trump firma la orden ejecutiva que rectifica la política de Obama hacia Cuba el pasado 16 de junio rodeado de los principales líderes de la disidencia . | REUTERS

FERNANDO RAVSBERG

La disidencia cubana no está satisfecha con las medidas de Donald Trump, le piden mano más dura contra Cuba y le dan carta blanca para que utilice cualquier medida de presión que estime conveniente. 

Tampoco están conformes con el fin de la Posición Común Europea, lo cual ha significado un paso hacia la normalización de las relaciones bilaterales. Los disidentes aspiran a que el mundo mantenga un cerco económico que no le de respiro su país.

Rosa María Payá (hija del disidente muerto en un accidente de tráfico provocado por Ángel Carromero, un joven del PP español), Antonio Rodiles y Jorge Luis García (alias Antúnez), fueron los opositores más prominentes invitados por el presidente Trump el 16 de junio. Se sentaron entre los invasores derrotados en Playa Girón en 1961, cantaron el himno de Estados Unidos con la mano en el corazón y aplaudieron a rabiar cuando el mandatario anunció que daba marcha atrás al acercamiento entre las dos naciones, orquestado por Barack Obama y Raúl Castro.

Para muchos fue un retroceso enorme pero el disidente Jorge Luis García cree que Donald Trump se ha quedado corto, así que envió una carta a la Casa Blanca. Exige que se mantenga el embargo económico, comercial y financiero, y que se aplique contra la isla "cualquier otra medida de presión". Incitando al gobierno de los Estados Unidos a que mantenga una "nueva, clara y firme política frente a La Habana sin la más mínima concesión". Solicita a Trump que Cuba regrese a la lista de "países que promueven el terrorismo", de la que "nunca debió ser sacada" y se declara contrario al intercambio cultural entre las dos naciones.

Otras organizaciones disidentes protestaron contra Europa por eliminar la Posición Común, impulsada por el expresidente José María Aznar, para limitar el comercio y la cooperación con Cuba. Los opositores creen que la rectificación europea implica "dejar a un lado al pueblo cubano, incluyendo a quienes luchan por el respeto a los derechos y libertades fundamentales" y priorizar "su relación con el poder
despótico en Cuba".

Entre los líderes disidentes que protestan contra Europa están Berta Soler de las Damas de Blanco, su esposo, Ángel Moya, del Foro por Derechos y Libertades; Antonio Rodiles, de Estado de Sats; Guillermo Fariñas, consecutivo huelguista de hambre; José Daniel Ferrer, coordinador de UNPACU; y, por supuesto Jorge Luis García "Antúnez", el mismo que le pidió al Presidente de Estados Unidos tomar cualquier medida contra Cuba.

La reacción de la oposición cubana no es sorprendente, desde hace décadas buscan crear un cerco económico contra su país para derrocar al gobierno. La idea no fue suya sino del Vice Secretario de Estado para los Asuntos Interamericanos, Lester D. Mallory. El 6 de abril de 1960 una directiva suya ordenaba instrumentar "una línea de acción que, siendo lo más habilidosa y discreta posible, logre los mayores avances en la privación a Cuba de dinero y suministros, para reducirle
sus recursos financieros y los salarios reales, provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del Gobierno".

Medio siglo después la apuesta parece ser la misma, generar hambre y desesperación en el cubano de a pie para que este se alce y derroque al gobierno. Y es cierto que todas estas medidas de presión económica externas apuntan a los más pobres y vulnerables, son ellos los que en primer lugar sufren las consecuencias. Sin embargo, esa estrategia parece contemplar estos costos sociales como “daños colaterales” aceptables.

En este momento además daña también a un sector emergente de trabajadores autónomos que se beneficiaban de la llegada de turistas estadounidenses. Los dueños de restaurantes y bares, los taxistas y las personas que alquilan habitaciones están entre los más afectados. 

La profesora Maricela, cuyo principal ingreso proviene del alquiler de habitaciones, aseguró a Público que desde el discurso de Trump "varios turistas estadounidenses suspendieron el viaje y cancelaron las habitaciones que ya me habían reservado y eso mismo le ha ocurrido a otros hostales".

Como en muchas otras ocasiones los intereses de la disidencia y de la gente común en Cuba apuntan a direcciones diferentes. Mientras la mayoría de los cubanos vieron la distensión de Obama como un respiro tras décadas de resistir entre penurias, los opositores cifran sus esperanzas en el regreso a la confrontación.

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