El poder económico de Argentina guarda silencio pese al riesgo que supondría un Gobierno de Javier Milei
Un Ejecutivo encabezado por el líder de ultraderecha podría desembocar en cuatro años de crisis económica nacional, tal y como ha ocurrido durante gobiernos anteriores del mismo tinte ideológico.
Alfredo Zaiat (Página 12)
El mapa del poder político en Argentina está definido por la elección de gobernadores, senadores y diputados nacionales, intendentes, legisladores provinciales y concejales. Los dueños de las empresas más grandes del país no pueden modificar el horizonte político institucional de los próximos años. Se truncó el deseo profundo que tenían de derrota humillante del peronismo y el hundimiento hasta la extinción del kirchnerismo.
Ahora está en juego otra cosa. En la segunda vuelta de las elecciones argentinas, que se celebrarán el 19 de noviembre, se elige entre dos opciones para determinar quién habitará la Casa Rosada (sede del Poder Ejecutivo del país) con la responsabilidad de convivir con un escenario político diverso y fragmentado. Sergio Massa o Javier Milei tendrán que gobernar con un cuadro político global ya plasmado en la primera vuelta de las elecciones. La decisión de a quién votar se remite a quién se considera con más capacidad para enfrentar los inmensos desafíos inmediatos y a medio plazo que tiene la sociedad argentina, entre los que sobresale el tema económico.
Son unas elecciones especiales. A diferencia de las de 2015, en la que se enfrentaban Mauricio Macri (Cambiemos) y Daniel Scioli (Frente para la Victoria), esta vez lo que está en juego excede las diferencias que puede haber en la cuestión económica en términos amplios. Se trata de una elección en la que uno de los dos candidatos que cuestiona pilares básicos de la convivencia democrática, de la protección social y laboral, de las históricas relaciones internacionales del país y de las creencias religiosas de la mayoría de la población. Un outsider del sistema político, nacido en el show mediático de la televisión, propone un programa de ultraderecha violento y excluyente.
En otras circunstancias, desentenderse de la segunda vuelta electoral y no pronunciarse de manera pública previamente formaba parte del juego político tradicional. No es éste el caso. El partido de Milei, las ideas de sus principales referentes y las posiciones de ultraderecha interpelan a partidos políticos, organizaciones sociales y culturales, centrales de trabajadores, entidades de pymes y también a las cámaras empresariales que agrupan a las compañías más grandes.
El deber de posicionarse
El escenario político ya está montado, así que ahora se plantea una disyuntiva que exige posicionarse. En casi todos los ámbitos de participación pública ha habido manifestaciones a favor, en contra o de prescindencia. Por el momento, sólo se ha escuchado un silencio estruendoso por parte de las entidades o asociaciones empresariales representativas del poder económico. No así de agrupaciones que reúnen a las pequeñas y medianas empresas que, con las enseñanzas que dejaron experiencias políticas pasadas, saben visualizar el peligro que las acecha en un gobierno de ultraderecha Milei-Macri.
El poder económico ignora la situación como si no les afectara quién puede ser el ganador de las elecciones
Las entidades del poder económico no se toman tanto tiempo de reflexión cuando tienen que posicionarse sobre aspectos institucionales como el juicio político a la Corte Suprema, medidas impositivas o normativas oficiales de administración de política económica. En estos momentos, en cambio, ignoran la crítica situación política-electoral como si no les afectara quién puede ser el ganador de las elecciones.
La Unión Industrial Argentina (UIA) no se pronuncia pese a que Milei y sus economistas –propios y de Macri- postulan una estrategia anti industrial que terminará barriendo a la mayoría de las compañías. Después de escuchar a Massa (de Unión por la Patria) y del desplante de Milei, la UIA sigue mirando para otro lado. Las visitas de los candidatos a la sede de la UIA es un acto protocolar. Lo importante es que sus integrantes guardan silencio sobre un candidato a presidente que desprecia a los industriales y a la industria nacional. El mismo sentimiento que ellos recibieron en el gobierno de Macri, interventor de la campaña de Milei. No dicen nada pese a los siguientes datos industriales:
- El empleo privado en la industria encadenó otro mes de crecimiento en agosto.
- Según datos del Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial (OEDE) del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, sobre la base del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), en agosto el empleo industrial creció en un 2,9% interanual y un 0,2% respecto al mes anterior.
- De esta manera, la industria acumuló 25 meses de crecimiento mensual ininterrumpido en el marco de 39 meses de crecimiento de los niveles de empleo en el sector.
- Se trata del período de expansión más prolongado desde 2009.
La Asociación Empresaria Argentina (AEA) no ha difundido ningún comunicado, algo que suele hacer por casi cualquier cosa que involucra la cuestión política y económica, cuando Milei no afirma que la democracia sea el mejor sistema político. La posición de AEA tiene relevancia porque se erige en la conducción política del poder económico con el liderazgo compartido de Héctor Magnetto, del Grupo Clarín, y Paolo Rocca, del Grupo Techint.
El Foro de Convergencia Empresarial no ha reaccionado para cuestionar los arrebatos violentos dirigidos a dirigentes políticos y periodistas, o por las propuestas de venta libre de órganos humanos y de armas.
La reivindicación de la dictadura militar por parte de la fórmula presidencial Milei-Villarruel no se incluye en las motivaciones que puedan despertar rechazo entre los miembros más representativos del poder económico.
El silencio no es una abstención electoral
¿Cuál sería la reacción de estos grupos representativos del poder económico si algunas de las groserías, la violencia discursiva y los delirios de Milei hubiesen sido realizados por Cristina Fernández de Kirchner?
La respuesta predecible a este interrogante retórico exige plantear un dilema que, con el riesgo global que implica un eventual gobierno de Milei, resulta increíble tener que exponerlo: para los hombres de negocios más poderosos del país su ideología política es mucho más importante que la viabilidad y perspectivas de sus empresas, así como de la economía en general.
De manera más directa, la pregunta sería: ¿el antiperonismo, hoy resumido en odio a Fernández y al kirchnerismo, tiene más peso que las consecuencias fatales de los negocios propios?
La excusa de que no expresan preferencias electorales y de que se trata de una decisión individual de cada uno de los miembros, se debilita en esta segunda vuelta, ya que uno de los candidatos implica un desorden social y de gestión de gran tamaño debido a la ignorancia que expone acerca del funcionamiento del Estado y de la economía en general.
Uno de los comportamientos señalados para describir la personalidad del ultraderechista Milei es que habla con muy pocos de los miembros de su equipo. No es un detalle insignificante para alguien que aspira a gobernar el país. Además, muestra una escasez inmensa de equipos técnicos para ocuparse de cada uno de las áreas clave de un gobierno.
Crisis o colapso
Puede haber especulación mezquina de algunos o muchos grandes empresarios para no quedar descolocados ante la eventualidad de un triunfo de Milei. Es una jugada, en este caso, bastante audaz en relación a la proyección de la rentabilidad de sus negocios. Pueden suponer que la actividad específica en donde se desarrollan, por ejemplo medios de comunicación, producción de hidrocarburos o complejos exportadores, no se verá afectada independientemente de quién sea el próximo presidente.
Es una muestra de autosuficiencia sorprendente porque no es necesaria una memoria prodigiosa para recordar los quebrantos que se han acumulado en los años del gobierno de Macri. Incluso algunos grandes empresarios fueron perseguidos, otros encarcelados y otros corrieron el riesgo de perder su compañía a manos de empresarios macristas. Considerar que Milei, subordinado de Macri, después de los resultados que dejó la primera vuelta electoral no es un peligro para sus negocios expresa una mirada corta.
No tomar posición ante una situación tan delicada que puede extender otros cuatro años de inestabilidad hasta descender a un estadio peor que el del colapso, la cual sería la hecatombe nacional que promete la alianza Milei-Macri, sólo refleja una pasión perversa por el desastre.
Existe la oportunidad de observar lo ocurrido en Brasil, cuando el poder económico apostó por Jair Bolsonaro para que no ganara el Partido de los Trabajadores con Lula da Silva encarcelado. Después de eso, llegaron cuatro años desastrosos para los negocios.
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