Este artículo se publicó hace 4 años.
EEUU¿Puede Donald Trump indultarse a sí mismo?
El presidente de Estados Unidos tiene la potestad de cerrar su mandato, al que le quedan menos de 40 días, indultando a amigos, aliados políticos, familiares y hasta a él mismo.
Manuel Ruiz Rico
Washington-
El mandato de Donald Trump toca a su fin: quedan menos de 40 días para el Día de la Inauguración, el próximo 20 de enero, cuando el demócrata Joe Biden recogerá el relevo presidencial. En la recta final de un mandato, un presidente apenas tiene poderes para rematar dos o tres cosas menores o cerrar los flecos de algún asunto relacionado con la política exterior... Eso y otro frente más, que a menudo es un elemento de polémica final: los indultos. Trump ha perdonado poco durante su mandato, pero a menos de 40 días de dejar el puesto amenaza con una avalancha de indultos a amigos y aliados, varios de ellos muy polémicos, sobre todo uno: el suyo mismo.
Pero, ¿podría Trump perdonarse a sí mismo? Ése es el temor que están expresando estos días muchos medios y expertos estadounidenses. Desde luego, es una vía inexplorada por ninguno de los 44 presidentes anteriores al magnate neoyorkino. Lo peor es que, legalmente, los expertos no las tienen todas consigo. En la legislación del país no hay nada explícito que lo prohíba, sin embargo, podría alegarse que esto es así porque es obvio... Hablamos de Donald Trump y ese podría ser el hueco que aproveche para así librarse de las investigaciones judiciales que se ciernen amenazantes sobre él una vez deje del cargo y se termine su inmunidad presidencial. Sin duda, sería el último golpe de efecto de su mandato.
Además de a él y de miembros de su familia, hay otros candidatos firmes a recibir el perdón presidencial: su exjefe de campaña Steve Bannon, detenido en agosto por derivar fondos para uso privado de su fundación para construir el muro con México; su otro exjefe de campaña Paul Manafort, que cumple una pena de siete años desde 2018 por varias sentencias sobre la investigación sobre la llamada trama rusa; su abogado personal y alcalde de Nueva York en el 11-S, Rudolf Giuliani, quien está bajo investigación federal por su participación en la trama ucraniana que dio lugar a la apertura del proceso de impeachment; o Elliot Broidy, exrecaudador de fondos de la campaña de Trump y quien se declaró culpable en octubre por aceptar millones de dólares para hacer lobby para los intereses chinos y malayos.
El caso de Giuliani o de los miembros de la familia de Trump y hasta el caso del presidente mismo apuntan a una cualidad del indulto presidencial estadounidense: éste puede concederlo un presidente por crímenes aún no cometidos, es decir, un indulto preventivo. Según la revista Time, este tipo de indultos son raros, pero Trump no sería el primer presidente en otorgar uno: en los años 70, Gerald Ford indultó de este modo a Richard Nixon cuando éste dimitió involucrado en las escuchas del caso Watergate. El indulto de Ford, en este caso, no se refirió a un crimen concreto sino a cualquier cargo federal que pueda imputársele a su antecesor en la Casa Blanca. Un indulto preventivo y de amplio espectro.
En cuanto al autoindulto, habría dos posibilidades de hacerlo. La primera, por la vía directa. El apartado de la Constitución que regula el indulto es el artículo II sección 2 y simplemente dice que los presidentes "tendrán el poder de rebajas de penas o indultos por ofensas contra los Estados Unidos, excepto en casos de impeachment". El presidente, por lo tanto, no necesita la aprobación de ninguna cámara u organismo del Estado para indultar. Se levanta una mañana, lo firma y adiós muy buenas. Un autoindulto por esta vía podría suponer, sin embargo, la presentación de un recurso al Tribunal Supremo para que se pronunciara. Pero para evitar este escenario (si bien esta corte tiene una enorme mayoría republicana de jueces, por seis a tres), Trump podría recurrir a la segunda vía, mucho más segura.
La revista Times recuerda que en el caso de Richard Nixon, que obtuvo el indulto de Ford, un informe legal de la Casa Blanca de 1974 alertó de que un autoindulto podría entrar en conflicto contra los principios legales que cimentan los Estados Unidos, de manera que el citado documento propuso un resquicio a modo de solución, grieta a la que ahora podría recurrir Trump: "Si bajo la 25ª enmienda el presidente puede declararse temporalmente inhábil para ejercer sus funciones, el presidente en ese período de tiempo, al ejercer de presidente, podría actuar como tal e indultar al [anterior] presidente". Y todo sería con la ley en la mano.
En cualquier caso, Trump no engaña a nadie y ya publicó un tuit el 4 de junio de 2018 en el que defendió su derecho a autoindultarse: "Como ha sido declarado por numerosos investigadores, tengo el absoluto derecho a indultarme a mí mismo".
En la historia reciente de Estados Unidos, el actual presidente ha sido el mandatario que menos ha indultado. Eso sí, cuando lo ha hecho ha sido en casi todos los casos a personas que conocía directamente o a aliados políticos, y esto sí supone una diferencia trascendental con los indultos de mandatarios anteriores. Según el recuento de la web FiveThirtyEight, el magnate neoyorkino ha indultado esta legislatura a 28 personas, un dato que destaca frente a las 212 de los ocho años de Barack Obama (demócrata), las 189 de George W. Bush (republicano), las 396 de Bill Clinton (demócrata), las 74 de George W.H. Bush (republicano; en un solo mandato de cuatro años), las 393 de Ronald Reagan (republicano) y las 534 de Jimmy Carter (demócrata; todas ellas en un solo mandato, 1977-81).
Sin embargo, entre los 28 indultados por Trump están el de su exasesor de seguridad nacional, Michael Flynn, en la cárcel tras haberse declarado culpable en dos ocasiones de mentir al FBI sobre sus conversaciones con un diplomático ruso; el exjefe de policía del condado de Maricopa, en Phoenix, Arizona, Joe Arpaio, a quien Trump salvó de este modo de cumplir una pena de prisión tras haber sido declarado culpable de desacato por haber persistido en realizar sus patrullajes para detectar a inmigrantes no autorizados; y su amigo y excolaborador Roger Stone, que entró en la cárcel por obstruir a la justicia y manipular a testigos en la investigación sobre la llamada trama rusa.
En el caso del resto de los presidentes, los indultos eran concedidos de manera más general a personas anónimas o con las que ellos no tenían relación directa ni habían ejercido ningún papel en sus partidos o sus campañas, aunque hay excepciones que fueron muy polémicas, como el indulto que concedió Bill Clinton a Marc Rich, un financiero refugiado en Suiza para huir de la justicia estadounidense y cuya exmujer había sido durante años una financiadora de la campaña de los Clinton.
El hecho de que haya precedentes polémicos, y más si éstos están vinculados con el Partido Demócrata, casi sería un argumento más al que Trump podría apelar para defender sus indultos, sean éstos para sus familiares, para sus aliados o para el mejor de los aliados de todo narcisista: para mí mismo.
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