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EEUU elecciones Biden y Trump miden este martes su artillería electoral en el primer debate televisado entre ambos candidatos

El primero de los tres debates antes de las elecciones del 3 de noviembre versará, entre otros asuntos, sobre la pandemia, las tensiones raciales, la economía, la integridad de las elecciones y la composición del Tribunal Supremo.

Los letreros de patio que apoyan al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y al candidato presidencial demócrata de los Estados Unidos y exvicepresidente Joe Biden. REUTERS / Al Drago
Los letreros de patio que apoyan al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y al candidato presidencial demócrata de los Estados Unidos y exvicepresidente Joe Biden. REUTERS / Al Drago

Después de muchas semanas de campaña sin verse las caras, esta noche llega el primer debate electoral y televisado entre los dos candidatos a la presidencia de Estados Unidos: el actual mandatario, magnate y showman televisivo Donald Trump y el candidato del Partido Demócrata y exvicepresidente de Barack Obama, Joe Biden. Entre los temas clave que abordarán en este primer cara a cara se encuentran la pandemia de coronavirus, las tensiones raciales, la situación económica, la integridad de las elecciones y la composición del Tribunal Supremo después de la vacante dejada por la jueza Ruth Bader Ginsburg tras su fallecimiento hace dos semanas.

Biden llega a la cita varios puntos por encima en las encuestas si se toma a los electores del país en su conjunto, pero mantiene prácticamente un empate técnico en varios de los llamados Estados cambiantes, que serán decisivos para elucidar quién ocupará la Casa Blanca entre 2021 y 2025. En cualquier caso, sea quien sea, será el presidente más longevo en la historia del país: o Trump con 74 años o Joe Biden, que asumiría el cargo con 78.

Este primer debate se producirá exactamente cinco semanas antes de las elecciones presidenciales del martes 3 de noviembre. Será el primero de las tres citas entre ambos y de otra que pondrá cara a cara a los candidatos a la vicepresidencia: la actual mano derecha de Trump, el muy religioso y conservador Mike Pence, y la demócrata Kamala Harris. Los dos siguientes debates entre Biden y Trump serán los jueves 15 (en Miami, Florida) y 22 de octubre (en Nashville, Tennessee), este último a apenas 12 días de los comicios. El debate entre Pence y Harris se celebrará antes que ambas citas, el miércoles 7 de octubre (en Salt Lake City, Utah).

Es previsible que tanto Biden como Trump en sus intervenciones planteen otros temas, como la reciente declaración de impuestos del presidente o, en el caso de Trump, sus recurrentes denuncias de corrupción (sin base demostrada) sobre el hijo de Biden o acusaciones sobre el presunto estado senil del candidato demócrata, a quien Trump lleva meses llamando cosas como Joe El Lento y Joe El Dormido (Slow Joe y Sleepy Joe).

En cuanto a los deberes fiscales del actual inquilino de la Casa Blanca, el New York Times publicó el pasado domingo que Trump no ha pagado impuestos federales en diez de los últimos 15 años antes de ser elegido presidente y sólo pagó 750 dólares (643 euros) en sus dos primeros años ya como mandatario, en 2016 y 2017.

Biden, según fuentes de su entorno citadas por la cadena CBS, defenderá, en el contexto de la pandemia del coronavirus, el llamado Obamacare, el plan público de salud aprobado por la Casa Blanca en marzo de 2010, entonces con Biden como vicepresidente. Este seguro público de salud sacó de estar sin cobertura médica a unos diez millones de estadounidenses, a pesar de lo cual la administración Trump y los Estados con gobernadores republicanos (como Texas o Florida) no han dejado de laminarlo y combatirlo.

Biden: "No voy a jugar el juego de Trump"

Sobre el debate y cómo cada candidato lo está preparando, los equipos de ambos han ofrecido versiones un poco de cara a la galería pero que dan claves sobre la táctica que empleará cada uno. El portavoz de la campaña de Trump, Tim Murtaugh, ha afirmado a la CBS que el Trump que se verá será el Trump de siempre: "El presidente se ha preparado siendo presidente y enfrentándose regularmente a medios de comunicación hostiles. Es una buena práctica". Y avisa de que Trump no saldrá confiado ante su oponente: "No hay duda de que cualquiera que lo haya visto sabe que a veces Biden está confundido, pero también sabe activarse si la situación lo requiere y eso es lo que anticipamos que hará en la noche de debate". El mismo Trump así lo indicó el jueves pasado en un acto en Jacksonville, Florida: "Puede que [Biden] lo haga estupendamente, es algo que lleva haciendo durante 47 años".

En cuanto a Biden, su subdirectora de campaña Kate Bedingfield ha indicado que el primer objetivo del candidato demócrata es "exponer su visión del país y hacer responsable a Trump de todo en cuanto ha fallado a Estados Unidos". En cualquier caso, Biden sale con una intención clara, según ha afirmado él mismo a la CBS: "Lo que no voy a hacer es jugar el juego de Trump, que él sabe jugar muy bien y que consiste en quitar de en medio el asunto que tenemos delante".

Otro de los puntos sobre los que Biden tratará de atacar a Trump es sobre el nombramiento de la nueva jueza del Tribunal Supremo que sustituirá a la recién fallecida Ruth Bader Ginsburg, de tendencia progresista. Los nombramientos de un juez para el Supremo son propuestos por el presidente y refrendados (o no) por el Senado. Trump anunció la semana pasada que su propuesta es la jueza ultraconservadora de 48 años Amy Coney Barrett. Los nombramientos de un juez para el Tribunal Supremo son de por vida, de manera que Trump quiere garantizar con Coney Barrett que la amplia mayoría de jueces conservadores en la Corte Suprema (habría seis conservadores frente a tres progresistas, si este nombramiento sale adelante) dure varias décadas.

Los demócratas  piden que la vacante del Supremo no se ocupe a tan escasos días de unas elecciones, pero no hay ninguna normativa que impida a Trump hacer esto

Los demócratas plantean que una vacante en el Supremo no deba ser ocupada a tan escasos días de unas elecciones presidenciales (cosa que defendieron los republicanos durante el último año de legislatura de Obama, cuando falleció el juez progresista Antonin Scalia), pero no hay ninguna normativa que impida a Trump hacer esto. Sólo el Senado podría impedirlo, pero esta cámara es de mayoría republicana y, por lo manifestado por los senadores de este partido, todo saldrá adelante en las próximas semanas.

Los demócratas buscan también la mayoría en el Senado

Precisamente por este motivo, los demócratas están llamando al voto al país y especialmente a los sectores progresistas dubitativos con Biden o los republicanos dudosos de Trump. El próximo 3 de noviembre también hay elecciones en el Senado y el objetivo del Partido Demócrata es no sólo que Biden sea presidente sino recuperar la mayoría en esa cámara, sin la que un presidente no puede sacar adelante muchas de las políticas que propone para Estados Unidos.

El punto más espinoso del debate bien podría ser la legitimidad del resultado electoral. Trump ha tratado de bloquear constantemente el voto por correo, modalidad que tacha a menudo de ilegal y de ser propensa al fraude. Junto a esto allana el terreno para afirmar que no necesariamente aceptará el resultado electoral si pierde el 3 de noviembre, lo que introduciría al país en una senda desconocida: con los días pasando y sin un ganador reconocido. Es un escenario temido por la población norteamericana.

Por último, Biden llega, en términos generales, con una clara ventaja en las encuestas a este primer debate electoral. Según la media elaborada por la web RealClearPolitics, Biden aventaja en casi siete puntos a Trump: 49,9% del primero frente al 43,1% del presidente. Sin embargo, esto no tiene por qué ser decisivo el 3 de noviembre. La elección del presidente en Estados Unidos sigue un método indirecto. El votante de cada Estado vota en realidad por una serie de delegados, según los que le correspondan a cada Estado, que ocuparán un órgano llamado el Colegio Electoral. Una vez compuesto este ente, los representantes de cada partido (el republicano o el demócrata) en el mismo votan quién es el presidente. La cuestión es que todos los Estados salvo tres y desde luego todos los de peso tienen un sistema basado en el todo o nada: el partido quien gane en ese Estado, aunque sea por un voto, se lleva al colegio electoral todos los delegados que le corresponden a dicho Estado.

El reparto de esos representantes en el Colegio Electoral y la población de cada Estado no es exactamente proporcional. Por ejemplo, al Estado de Nueva York, claramente demócrata, con una población de 19,5 millones de habitantes, le corresponden 29 asientos en el Colegio Electoral; sin embargo, a Wisconsin, Estado en disputa y que tiene 5,8 millones le corresponden diez cuando, si se compara con Nueva York, debería tener entre ocho y nueve. Y esto pasa en otros Estados como Utah, claramente republicano; Arizona, en disputa, etcétera.

Por eso, al margen de las encuestas generales sobre toda la población del país, son especialmente decisivas la situación de los llamados Estados cambiantes, una serie de territorios que, a tenor de las encuestas, bien podrían irse a un candidato u otro y ser finalmente los decisivos para que Biden o Trump ganen en noviembre.

Según una media de los sondeos de los últimos 14 días, habrá un empate técnico en algunos Estados que se resolverá por unos cuantos miles de votos

En cinco de esos Estados cambiantes (normalmente son ocho aunque algunos medios norteamericanos los llevan a veces hasta más de diez) hay en estos momentos un empate técnico en las encuestas. Según una media de los sondeos de los últimos 14 días publicada ayer por The Guardian Biden ganaría en Ohio, Carolina del Norte y Florida, pero por un margen estrechísimo del 1%, 1,5% y 1,6%, respectivamente. Una ventaja que, teniendo en cuenta el margen de error de toda encuesta, es más bien un empate técnico: es decir, que el resultado final se decidirá por unos cuantos miles de votos. En los otros tres Estados dudosos restantes, Biden tiene una diferencia más amplia: en Arizona el demócrata ganaría por 3,7%, en Pennsylvania por 4,9% y en Michigan por un 7,1%. Sólo en Iowa, la media del The Guardian da por vencedor a Trump y por apenas un 0,4%.

La suma de estos dos elementos (el Colegio Electoral y el sistema del ganador se lo lleva todo) hizo que Trump obtuviera en 2016 casi tres millones de votos menos que Hillary pero a pesar de ello lograra ser presidente al obtener el Partido Republicano 304 miembros en el Colegio Electoral; para ser presidente hay que obtener una mayoría de 270 delegados en dicho órgano. De hecho, según la web de encuestas electorales FiveThirtyEight, Biden sólo tendrá más del 50% de posibilidades de ser presidente si obtiene una diferencia de más de tres puntos ante Trump el 3 de noviembre. Incluso, el analista del Washington Post Paul Waldman ha calculado que Biden podría ganar por entre tres y 4,5 millones de votos y aún así tener menos del 50% de opciones de ser presidente.

60 años de debates electorales televisados en EEUU

El debate comenzará a las 21.00 horas y tendrá lugar en Cleveland, Ohio (que comparte el mismo huso horario que la capital del país Washington, seis horas menos que en la España peninsular). El debate durará hora y media y será moderado por el presentador de la cadena ultraderechista Fox, Chris Wallace. Esta primera cita fue inicialmente prevista en la Universidad de Notre Dame, en Indiana, pero se canceló debido a la pandemia de coronavirus, que obligó a la institución a cancelar toda la actividad presencial.

Este debate llega casi 60 años exactos del primer debate televisado entre dos candidatos presidenciales. Aquella primera cita tuvo lugar en un estudio en Chicago el 26 de septiembre de 1960 y sus protagonistas fueron el exvicepresidente de Estados Unidos, Richard Nixon, y el senador por Massachusetts, John Fitzgerald Kennedy, quien ganaría esas elecciones. JFK fue asesinado en Dallas el 22 de noviembre de 1963 y fue sustituido por el vicepresidente Lyndon B. Johnson. Éste rechazó tener ningún debate electoral en 1964, cuando le ganó las elecciones al republicano Barry Goldwater. Más tarde, Nixon volvió a la política y ganó los comicios de 1968, pero también rehusó participar en ningún debate, acaso influido por la mala experiencia con Kennedy. Así que tras aquella primera cita de septiembre de 1960, los debates electorales por televisión no regresaron hasta 1976, cuando el presidente en el cargo Gerald Ford y el candidato demócrata y gobernador de Georgia Jimmy Carter mantuvieron un cara a cara en Filadelfia. Como en la primera ocasión, el candidato demócrata acabó siendo presidente.

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