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EEUU-Israel Las limitadas opciones del nuevo secretario de Estado Blinken en Oriente Próximo

El nuevo secretario de Estado Antony Blinken quiere modificar sustancialmente la política exterior de Washington de los últimos cuatro años. Partidario del multilateralismo y de la cooperación internacional, es decir lo opuesto a Donald Trump, Blinken va a chocar frontalmente con los intereses de Israel.

Antony Bliken en una rueda de prensa en Wilmington
Antony Bliken en una rueda de prensa en Wilmington. Joshua Roberts / Reuters

Eugenio García Gascón

La elección de Antony Blinken como secretario de Estado ha suscitado una aparente satisfacción en Israel. Los medios hebreos destacan su condición de judío y las buenas relaciones que ha mantenido con altos funcionarios israelíes durante los últimos años, aunque también destacan su intención de resolver el terrible conflicto derivado de la ocupación de 1967.

Algunos medios ya le han advertido de que no trate de iniciar nuevas políticas en Oriente Próximo. Aunque la panacea que ha constituido para Israel el mandato de Donald Trump es difícil que se repita, los dirigentes israelíes han comenzado a mover sus fichas para paralizar cualquier intento de la administración demócrata de modificar los paradigmas de Trump.

Distintos funcionarios subrayan que Blinken "es amigo de Israel". En el lenguaje israelí, ser "amigo de Israel" significa permitir todo al estado judío, especialmente la brutal ocupación y la anexión de la Cisjordania y el Golán ocupados, así como permanecer callado ante la expansión colonial a sabiendas de que una parte considerable de los colonos son fanáticos.

El exembajador en Washington Michael Oren ha insistido en que Blinken es "un verdadero amigo de Israel", añadiendo que no puede pensar de otro candidato a secretario de Estado más apropiado que él. Declaraciones como esta, que se han repetido hasta la saciedad, disparan las alarmas de cualquiera que aspire a resolver los conflictos de la región.

El exdirector general del ministerio de Exteriores, Dore Gold, que también lo conoce y ha despachado con él, destaca que Blinken "sabe escuchar" y "no es una persona difícil". Evidentemente se refiere a que parece ser receptivo a las posiciones más radicales de Israel que el propio Gold representa. "Vimos que realmente es buen tipo", ha recalcado Gold.

El exembajador en Washington Michael Oren ha insistido en que Blinken es "un verdadero amigo de Israel"

Desde hace tres décadas todos los presidentes americanos, republicanos y demócratas, han depositado las negociaciones de paz en manos de consejeros judíos exclusivamente. Esta circunstancia ha constituido un obstáculo insuperable para progresar. Como dijo recientemente un responsable palestino, es hora de que desaparezca esa parcialidad que ha empeorado la situación del conflicto año tras año.

El mundo de 2020 no es el mismo que el de hace cuatro años, ni es el mismo mundo que había durante el mandato de Barack Obama. Los populismos y nacionalismos brotan como setas por todas partes, incluida Europa. En Europa la voluntad multilateral de Blinken puede no encontrar un eco apropiado con las políticas pasivas de Angela Merkel y sobre todo Emmanuel Macron, que tanto daño, difícil de cuantificar, han causado y siguen causando a Europa, especialmente en relación con Oriente Próximo.

Atentos a los nuevos nombramientos

Naturalmente, habrá que estar atentos a los nombramientos que el presidente Joe Biden y el propio Blinken realicen a partir de ahora. Es evidente que un asunto tan delicado no estará en manos de Blinken y que la última palabra la tendrá Biden. El presidente aspira a resolver el conflicto, es por lo menos lo que ha dicho en la campaña, pero tendrá que superar el alto listón de unos congresistas y senadores que en su mayor parte son aliados de Israel y cuya reelección depende en gran parte del lobby judío.

Israel se ha beneficiado en tres décadas de su posición de fuerza en EEUU y de la pasividad de los mandatarios europeos

Israel se ha beneficiado en tres décadas de su posición de fuerza en EEUU y de la pasividad de los mandatarios europeos hasta crear un Oriente Próximo a su medida. La cobarde inacción europea ha permitido que Israel agrupe a los países árabes de la región bajo su tutela y amparo en contra de los intereses europeos. Ni Merkel ni Macron han dado la menor muestra de querer corregir esa pasividad que tan caro está costando a los europeos.

Solo unas horas antes de que se anunciara su nombramiento, Blinken ha podido ver como el primer ministro Netanyahu se ha reunido con el príncipe Mohammad bin Salman en Arabia Saudí. La prensa hebrea ha destacado que Irán ha sido el tema principal del encuentro, y que la reunión en sí misma ha enviado un mensaje claro a Blinken y al presidente Biden.

El multilateralismo y la cooperación internacional que los medios americanos atribuyen a Blinken son positivos para el mundo en general. Pero la cuestión que se suscita es si Netanyahu va a salir del enroque en que está, en el que siempre ha estado, y no hay ninguna indicación de que vaya a ser así. Su desproporcionada influencia en Washington puede bloquear cualquier acción de buena voluntad de Blinken o Biden.

Los medios hebreos señalan que Biden estará rodeado de un equipo muy experimentado, algo que es positivo, equipo que no tiene nada que ver con los advenedizos Jared Kushner y demás, pero también sugieren que la administración demócrata tendrá sobre la mesa otros asuntos de gran urgencia que conviene resolver cuanto antes.

Uno de los peligros, quizás el peor de todos, es que la nueva administración se limite a gestionar los problemas de Oriente Próximo sin forzar a Israel a comportarse como un país que respeta los derechos humanos más elementales de los palestinos, y sin buscar con seriedad una solución razonable para Irán. Esto es justamente lo que buscan Netanyahu y sus aliados árabes mientras en Europa continúa la inacción.

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