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Las elecciones palestinas se acercan en un clima de fuertes tensiones dentro de Fatah

Conforme se acercan las elecciones legislativas, presidenciales y a la OLP, el teatro palestino se sacude con fuertes tensiones, especialmente dentro de Fatah. El partido del presidente Mahmud Abás tiene que elegir si mantiene una política continuista o da un golpe de timón para explorar otras vías tendentes a recuperar los territorios ocupados por Israel.

Una mujer sostiene a dos niños mientras abandona Gaza.
Una mujer sostiene a dos niños mientras abandona Gaza. REUTERS

Ya encaminada a las próximas elecciones legislativas (mayo), presidenciales (julio) y de la OLP (agosto), la política palestina experimenta sus primeras convulsiones, especialmente dentro de Fatah, donde se observan tres corrientes claras que difícilmente podrán unificarse, lo que redundará en perjuicio de la formación del presidente Mahmud Abás.

La decisión de Abás de anunciar elecciones coincidiendo con el inicio de la presidencia de Joe Biden suscita un montón de interrogantes. Los palestinos no han acudido a las urnas desde 2006 y la reciente convocatoria abre incertidumbres de gran calado para el futuro de una entidad o estado que no anda escaso de problemas.

La convocatoria se ha recibido en Washington con frialdad, quizá porque las elecciones llegan en mal momento, justo después del cambio de administración y sin garantías de que vayan a celebrarse. Por si esto fuera poco, todavía hay menos garantías de que se acepten los resultados si gana Hamás, algo que parece estar al alcance de la organización que gobierna la Franja de Gaza desde 2007 y que Israel y sus aliados occidentales consideran “terrorista”.

En realidad las tres convocatorias parecen beneficiar a Israel. Por un lado neutralizan cualquier operación de Estados Unidos tendente a resolver el conflicto, si es que esa era la intención de Biden, hasta que hayan transcurrido las elecciones, lo que da un largo margen para que Israel siga impulsando la ocupación. Y por otro lado, no avalan que las elecciones lleguen a buen puerto.
La proximidad de los comicios se nota sobre el terreno de diversas maneras, sobre todo con el endurecimiento de las actividades policiales en Cisjordania, donde gobierna Abás con el apoyo de Israel y donde se están produciendo a porrillo detenciones de activistas y simpatizantes de Hamás con el fin de dificultar su campaña.

Pero es dentro de Fatah donde se ven las tensiones más fuertes. En el centro de atención se encuentra Marwan Barghouti, que está en la cárcel desde 2002 cumpliendo cinco cadenas perpetuas por sus actividades contra la ocupación durante la segunda intifada. Barghouti, de 61 años, no descarta competir con Abás, de 85 años, en las presidenciales.

La popularidad de Barghouti viene de lejos. Ya en 2012, pese a estar encerrado, el 60 por ciento de los palestinos indicaron en un sondeo que le votarían como presidente. Los palestinos se identifican más con Barghouti, que defiende la resistencia armada en tanto que Israel no abandone los territorios ocupados, que con Abás, quien durante tres lustros ha gobernado al servicio de Israel.

Viendo las orejas al lobo, Abás está haciendo lo posible para que Barghouti desista y no concurra a las presidenciales. En los últimos días le ha enviado mensajes a la cárcel a través de intermediarios, ofreciéndole contrapartidas que podrían interesarle pero que Barghouti por ahora no ha aceptado.

La semana pasada el encargado de transmitirle los mensajes fue Hussein al Sheikh, un miembro del comité central de Fatah, quien le pidió que contribuya a impulsar una lista unificada de Fatah que pueda derrotar a Hamás. Le ofreció figurar en lo más alto de la lista legislativa con tal de que no se presente a las presidenciales.

Como Abás, Barghouti sabe perfectamente que si Fatah concurre con más de una lista, el voto se dispersará y lo más probable es que muchos seguidores de Fatah opten por quedarse en casa y no acudir a las urnas, lo que redundará en beneficio de Hamás.

Para concurrir con una sola lista Barghouti exige que represente la pluralidad de corrientes que hay en Fatah y que se elija de una manera transparente y democrática, y no a dedo, es decir que acabe con las prácticas habituales de Fatah, es decir con el ordeno y mando sin rendir cuentas a nadie, lo que repercute en el descrédito del movimiento que fundó Yaser Arafat.

Si no se dan esos cambios, Barghouti podría presentar una lista de Fatah alternativa. Cuenta con un amplio respaldo popular y si da este paso sin duda obtendría una significativa representación en el parlamento, fragmentando aún más el sistema político palestino.

Otro personaje que no conviene perder de vista es Mohammad Dahlan, que se encuentra exiliado en los Emiratos Árabes Unidos. A diferencia de Barghuti, Dahlan es un personaje turbio con estrechos vínculos con Israel y que está detrás de operaciones desestabilizadoras de Israel y los Emiratos en distintos puntos de Oriente Próximo.

El último sondeo publicado, a mediados de diciembre, indica que si Barghouti formara su propia lista de cara a las legislativas, obtendrían el 25% de los votos, frente al 19% de la lista oficial de Fatah y frente al 7% que sacaría Dahlan.

El mismo sondeo daba una intención de voto del 38% para Fatah y un 34% para Hamás. Sin embargo debe considerarse que es muy posible que un gran número de seguidores de Hamás no se atrevan a dar su opinión en este tipo de encuestas debido a la represión que sufren.

En relación con las presidenciales, en el supuesto de que Abás se enfrentara con Ismail Hanniya de Hamás, el primero sacaría un 43% de los votos mientras que el segundo llegaría al 50%. En cambio, si Barghouti se enfrentara a Hanniya en las presidenciales, el primero obtendría el 61 por ciento de los votos por el 37% de Hanniya, unos datos bastante reveladores.

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