La escalada bélica entre Israel y Hizbulá avisa a Irán de que la próxima guerra podría ser en el Líbano
El ataque preventivo israelí contra Hizbulá es un claro aviso para Irán y podría dejar a Teherán y sus aliados sin más salidas que otra guerra, posiblemente en el Líbano.
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El duelo entre Israel y Hizbulá, con el ataque israelí a cuarenta objetivos de estas milicias proiraníes en el sur del Líbano y la lluvia de cohetes con la que respondió la milicia proiraní, eleva muchos grados la tensión en Oriente Medio y acerca cada vez más el choque directo entre Israel e Irán, aliado de los paramilitares islamistas estacionados en territorio libanés.
Israel fue el primero en apretar el gatillo este domingo: lanzó a un centenar de sus aviones de combate, muchos de ellos entregados por Estados Unidos, contra las posiciones de Hizbulá en el sur del Líbano, donde la milicia proiraní tiene sus principales bases. Según Tel Aviv, los aviones israelíes simplemente se adelantaron al masivo bombardeo que pretendía lanzar Hizbulá.
Inmediatamente, Hizbulá respondió con el lanzamiento de más de trescientos cohetes sobre territorio israelí, sobre todo contra la base de inteligencia de Glilot, donde los chiíes dijeron que habían causado graves daños. Según el Ejército judío, las consecuencias de este ataque que se gestaba desde hace días y que había sido retrasado por las conversaciones para lograr una tregua en Gaza, habrían sido peores sin el ataque preventivo israelí.
El mayor duelo entre Israel y Hizbulá
Éste fue el mayor intercambio de misiles, bombas y cohetes entre las dos fuerzas combatientes desde que comenzó la guerra de Gaza el pasado 7 de octubre, con la incursión protagonizada por milicianos del grupo palestino Hamás en Israel, que dejó 1.200 muertos y más de 250 secuestrados.
La bombas israelíes han matado ya a más de 40.000 palestinos en Gaza, un genocidio por el que Israel ha sido acusado ante la justicia internacional.
La magnitud de los ataques intercambiados constituyó un hito, aunque solo hubiera cuatro víctimas
Al comenzar los ataques israelíes contra la Franja en octubre, seguidos de la invasión por tierra, Hizbulá pasó también a bombardear desde el Líbano posiciones en el norte de Israel y desde entonces la confrontación no había cesado, reforzada, en el caso israelí, por el asesinato de prominentes figuras de las milicias chiíes proiraníes, como su máximo comandante militar, Fuad Shukr, en Beirut el mes pasado.
Ese asesinato fue la respuesta a un ataque de Hizbulá ocurrido días antes. Un misil de la milicia proiraní mató a doce niños y adolescentes que jugaban en un campo de fútbol en los Altos del Golán, territorio arrebatado a Siria por Israel.
En todo caso, la magnitud de los ataques intercambiados el domingo constituyó un hito, aunque solo hubiera cuatro víctimas y los daños sobre la población fueran escasos. Mucho menores que las decenas de muertos ocasionadas por los israelíes en Gaza este mismo fin de semana, cuando el ejército judío se ensañó con la ciudad de Jan Yunis, en el centro de la Franja.
Objetivo: asustar a Irán gracias a la presencia de EEUU
El objetivo en realidad era otro. Israel advertía así a Irán sobre la dirección del próximo golpe, el propio régimen islamista, y a la vez empujaba a Teherán y sus aliados chiíes de todo Oriente Medio a temer como inminente una confrontación total con el estado judío. Una disuasión que, sin la presencia recién acrecentada de la flota de guerra estadounidense en los mares de Oriente Medio, no habría tenido tanta eficacia.
La respuesta de Hizbulá fue, por eso, moderada, sabedores de que se enfrentan a ser diezmados por los israelíes respaldados por los estadounidenses, que pararían a los iraníes, si se produjera una invasión del Líbano similar a las de 2006 y 1982.
La milicia chií recurrió a la retórica y dijo que en realidad su contraataque a Israel había sido un éxito. Hizbulá se vanaglorió de mostrar su poderío en esta "primera fase" de su venganza por la muerte de Shukr y que aún quedaban muchas palabras por decir.
Casi la misma amenaza, pero mucho más creíble, que profirió tras los ataques el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu: "Esto no termina aquí", aseveró.
Un portavoz de Hizbulá reconoció después que el ataque del domingo había estado muy "medido" para impedir que causara una guerra a gran escala contra Israel, precisamente lo que el Gobierno de Netanyahu, con sus provocaciones a Irán y sus aliados proiraníes, parece empeñado en provocar.
Hizbulá anima a Irán a responder
El líder de Hizbulá, Hassán Nasrallah, aseguró que ahora vendría el turno de Irán y de las milicias yemeníes proiraníes, los hutíes, uno de los grupos que forman el llamado Eje de Resistencia contra Israel formado por movimientos paramilitares de credo chií desperdigados por Siria, Irak, Líbano, Yemen y otras zonas de Oriente Medio.
Irán también había prometido represalias armadas contra Israel tras el asesinato en Teherán el 31 de julio, un día después de la muerte de Shukr, del líder político de Hamás, Ismail Haniyeh. Esta "ejecución" no solo descabezaba a Hamás, sino que era una bofetada directa en la cara al régimen de los ayatolás, incapaces de proteger a su aliado en su propia capital.
En menos de medio año Irán se ve de nuevo empujado por Israel a la confrontación
Además, un día antes de las razias de la aviación israelí sobre el Líbano, el ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Abas Araqchi, había comprometido el respaldo de Teherán a las milicias islamistas que integran esa alianza antiisraelí del Eje de la Resistencia. "Utilizaremos todas nuestras capacidades para apoyar al Eje de la Resistencia y al pueblo oprimido de Palestina, especialmente en Gaza", dijo el ministro.
Araqchi denominó esa alianza como "uno de los fundamentos de la política exterior" israelí. Muy mal quedará entonces Irán si no da ningún paso para reafirmar ese apoyo cuando ha sido atacado el grupo chií más importante del Eje de la Resistencia y su mayor aliado en Oriente Medio contra Israel.
En menos de medio año Irán se ve así de nuevo empujado por Israel a la confrontación. En abril pasado un ataque israelí al consulado iraní en Damasco mató a tres altos mandos militares iraníes. La respuesta de Teherán fue un masivo ataque con drones y misiles contra Israel. Un ataque que fue anunciado a bombo y platillo antes de que se produjera. Esos drones y misiles iraníes fueron derribados por los aviones enviados por Estados Unidos y los misiles de la defensa antiaérea israelí, y todo quedó en una advertencia, pero sin llegar la sangre al río.
Israel también respondió entonces con bombardeos de instalaciones militares e infraestructuras críticas iraníes, pero también sin mayores consecuencias. Las dos potencias regionales se mostraban así los dientes, pero sin que se diera ningún paso decisivo hacia la conflagración regional.
La brújula bélica israelí apunta al Líbano tras Gaza
Por eso, la acción "disuasoria" israelí de este domingo preocupa tanto. Es la segunda vez que Israel empuja al enfrentamiento a sus enemigos regionales y se produce cuando Netanyahu se está esforzando mucho para cerrar el capítulo gazatí de su agresiva política regional y así afrontar a sus enemigos de mayor calibre, esto es, Irán y Hizbulá.
El primer ministro israelí había visto como, a consecuencia de la guerra de Gaza y su nefasta estrategia para liberar a sus rehenes en manos de Hamás (podría quedar un centenar aún en Gaza y no se garantiza siquiera que estén vivos), su popularidad caía en picado.
Sin embargo, la posibilidad de una guerra contra Irán y Hizbulá, preferiblemente en el Líbano, empezó a dar la vuelta a la consideración de la población israelí hacia su primer ministro. Netanyahu sabe que solo con una guerra "calculada" y limitada, sin llegar a una conflagración total, podrá evitar su defenestración y su posible sometimiento a la justicia de su país y a la ley internacional, acusado del delito de genocidio.
Netanyahu quiere convencer a los estadounidenses de que la verdadera guerra es contra Irán y sus aliados
Y el tiempo se acaba para "Bibi" Netanyahu. Si quiere asestar un golpe contundente a Irán, sin necesidad de esa guerra total, debe hacerlo ahora. Estados Unidos está ya sumergido en la carrera electoral para los comicios presidenciales de noviembre próximo y el líder israelí quiere contar con la protección de las espaldas de Israel por el Pentágono si decide atacar el Líbano a mayor escala.
En EEUU son muchas las voces que claman contra Israel por su matanza de palestinos. Voces que se incrementarán según avance la carrera electoral si las únicas noticias que llegan de Oriente Medio proceden de la destrucción de Gaza. Por eso, Netanyahu quiere convencer a los estadounidenses de que la verdadera guerra es contra Irán y sus aliados.
Esta es una versión que gusta a los dos candidatos a la Casa Blanca, la actual vicepresidenta, Kamala Harris, con muy buenos contactos con el lobby judío estadounidense, y el expresidente Donald Trump, un tanto más ambiguo, aunque también proisraelí.
El doble juego de EEUU
Sobre el ataque preventivo israelí del domingo, la Casa Blanca indicó que no había participado en el mismo, pero sí reconoció que había proporcionado a Israel "datos de inteligencia" que avisaban sobre la posibilidad de una inminente acción militar de Hizbulá.
No obstante, advirtió sobre su apoyo sin fisuras a Israel. "Seguiremos respaldando el derecho de Israel a defenderse", afirmó el portavoz del Consejo Nacional de Seguridad estadounidense, Sean Savett.
EEUU niega haber participado en el ataque pero reconoce que dio a Israel "datos de inteligencia"
Entre esas medidas para apoyar a Israel está el despliegue en las cercanías del golfo de Omán de los portaviones Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln, al frente de sendas flotillas de guerra.
Al tiempo, y en la otra cara de su involucración en Oriente Medio, Washington continúa sus esfuerzos de mediación para conseguir un alto el fuego entre Israel y Hamás, que permita la liberación de los rehenes israelíes.
Sin embargo, las acciones de Netanyahu y su gabinete de guerra parecen obviar tales negociaciones. Solo las utilizan como una forma de distraer la atención de su estrategia militar y ganar tiempo para completar su objetivo de aniquilar a Hamás en Gaza y debilitar a los aliados de esta milicia en el Líbano e Irán. Una estrategia imposible sin el apoyo estadounidense.
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