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Estudiantes tibetanos contra la imposición lingüística china

Protestas ante un supuesto plan del Gobierno chino para imponer el mandarín en las escuelas

ANDREA RODÉS

El empeño del gobierno chino en imponer el mandarín como la única lengua de enseñanza en China se ha ganado el rechazo de la población tibetana y otras minorías étnicas con una cultura y lengua propias. Cerca de un millar de estudiantes tibetanos se manifestaron ayer en contra de un supuesto plan del gobierno chino que pretende imponer el mandarín como la lengua oficial de enseñanza en las escuelas, en detrimento del tibetano, según informó la organización Free Tibet en Londres. Las protestas, que se produjeron sin incidentes, tuvieron lugar en Tongren, una población de mayoría tibetana en la provincia occidental de Qinghai, fronteriza con la Región Autónoma de Tíbet.

En las protestas participaron entre 1000 y 7000 estudiantes de seis escuelas diferentes de la región, de acuerdo con la información publicada por Free Tibet y la emisora de radio estadounidense Radio Free Asia. Algunos vídeos de la marcha colgados en Internet muestran a jóvenes con uniforme escolar junto a monjes budistas tibetanos.

'Los estudiantes marcharon por la calle de forma pacífica. Lo único que piden es poder continuar utilizando su lengua materna', aseguró a la agencia Associated Press un profesor del instituto de secundaria número 1 de Tongren.

'Lo único que piden es poder continuar utilizando su lengua materna'

Sin embargo, las protestas de ayer han vuelto a poner de manifestó el amplio descontento de la población tibetana ante la falta de respeto del gobierno chino por su cultura y lengua autóctonas.

La marginación del tibetano en las escuelas puede aumentar el desequilibrio social en el Tíbet y Qinghai, escenario de diversas revueltas violentas durante los últimos dos años. Gran parte de la población tibetana lamenta ser víctima de una fuerte represión cultural y religiosa por parte de las autoridades chinas. También se sienten discriminados a la hora de encontrar trabajo y beneficiarse del desarrollo económico en comparación con los chinos de etnia Han, a la que pertenece el 90% de la población china.

Buena parte de la discriminación social y cultural que sufren los tibetanos empieza por su escaso dominio del mandarín, un idioma fundamental para prosperar social y económicamente en China. El mandarín es, además, el idioma oficial en las escuelas secundarias y universidades del país.

El problema también afecta a la población Uigur, una minoría musulmana con una cultura e idioma de origen turco, que habita en la provincia noroccidental de Xinjiang.

Con el fin de mejorar la integración social de la élite tibetana en el sistema , el gobierno chino optó por abrir escuelas especiales para tibetanos en las principales ciudades de cada provincia. Sólo los mejores estudiantes de cada pueblo pueden acceder a este tipo de centros, donde son adoctrinados en el patriotismo chino. Un ejemplo es el colegio 'Pekín-Tíbet', al norte de la capital china, donde estudian alrededor de 800 alumnos tibetanos, seleccionados según su expediente académico. En el 'Pekín-Tíbet' no hay profesores tibetanos, todos son Han.

La imposición del mandarín afecta también al cantonés

La imposición del mandarín que promueve el gobierno chino también está empezando tener impacto en el cantonés - un dialecto incomprensible para alguien de Pekín - hablado por más de 80 millones de personas, incluyendo la mayoría de los habitantes de Hong Kong y de la provincia de Guangdong, en el sur de China, así como de las comunidades chinas en el extranjero.

'La situación del cantonés en Guangdong es alarmante', explica a Público Wu Wei, director del Instituto de Dialectos Chinos de la Universidad Jinan, en Cantón, capital de Guangdong. Según Wei, es inevitable que el cantonés vaya perdiendo terreno frente al mandarín si continúan llegando miles de inmigrantes de toda China a la provincia y no se obliga a aprender el dialecto local en las escuelas. Por otro lado, limitar el uso del cantonés en Guangdong tiene una importancia especial ya que 'Pekín ve el cantonés como un transmisor de la cultura y los valores democráticos de Hong Kong', asegura Joseph Cheng, experto en política china de la City University de Hong Kong, a tan sólo dos horas de tren de Cantón.

 

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