La Eurocámara exige medidas para frenar el acoso online, la lacra que atrapa a millones de jóvenes europeas

Maelle se suicidó el pasado mes de enero. Tenía 14 años. La publicación de un vídeo íntimo en internet acabó con su vida. El 7% de las mujeres europeas han sido acosadas u hostigadas durante este último año en la red. Una de cada diez ha experimentado algún tipo de ciberviolencia desde los 15 años. El 20% ha sufrido acoso sexual cibernético.

Esta forma de violencia es mucho más común entre las chicas jóvenes y adolescentes. La implosión de las nuevas tecnologías y de las redes sociales ha alterado los espacios públicos y las formas tradicionales de comunicación. La socialización está en nuestros bolsillos y ya no tanto en los bancos de las plazas. Con ello, la violencia de género también ha adquirido una nueva dimensión: la ciberviolencia. En España, más del 40% las adolescentes han admitido haber sufrido algún tipo de acoso en línea.

La violencia cibernética ha vivido un gran repunte durante la pandemia del coronavirus. Un 52% de las mujeres del globo han reconocido haber padecido abusos en línea, tales como el intercambio de imágenes, vídeos o mensajes privados sin consentimiento; mensajes de odio y humillantes; lenguaje injurioso y amenazante; acoso sexual y contenidos falsos desde el inicio de la crisis sanitaria, según la encuesta de World Wide Web Foundation.

Los números son incluso mayores entre activistas, periodistas o políticas que tratan de participar en el debate público. La propia eurodiputada Sylwia Spurek, de Los Verdes, narra lo que es el día a día en sus redes sociales: "Es una lástima que no abortara tu madre porque Polonia sería un país más bello sin un parásito como tú". "Eres un engendro". "Te escupiría en la cara, deberían ahorcarte".

El Parlamento Europeo vota este martes una resolución que reclama a la UE más esfuerzos para terminar con la violencia de género en la red. La propuesta legislativa, que cuenta con un gran respaldo del arco parlamentario a excepción de la extrema derecha, exige un marco legal que proteja a las víctimas de delitos en internet y les brinde protección. Los eurodiputados quieren sanciones comunes en toda la UE ante la ciberviolencia, a la que se refieren como "un nuevo desafío de la modernidad y, al mismo tiempo, una nueva cara de un fenómeno muy antiguo: la violencia contra las mujeres".

En España, más del 40% las adolescentes han admitido haber sufrido algún tipo de acoso en línea

El acoso cibernético, la violación de la privacidad, la grabación sin consentimiento, la extorsión, el control o el intercambio de imágenes con agresiones sexuales. Los delitos en la red han avanzado de forma tan arrolladora que las legislaciones nacionales y europeas han sido incapaces de adaptarse con la misma rapidez al nuevo entorno. La legislación no avanza al mismo ritmo que la tecnología. Por ello, la Eurocámara reclama al Ejecutivo comunitario acciones urgentes que definan las ciberdelincuencia contra las mujeres y le pide que establezca su primer marco jurídico para prevenirla y para castigarla. Y también para ayudar a las víctimas.

"La ciberviolencia tiene un impacto brutal en la dignidad y en los derechos fundamentales. Es una de las manifestaciones de violencia más punzantes contra las mujeres. Se trata de una violación patente de los derechos humanos y una afrenta contra la dignidad humana. Es un crimen verdaderamente abyecto", ha señalado la eurodiputada popular Elissavet Vozemberg-Vrionidi, ponente del informe, en el debate previo a la votación.

La ciberviolencia como eurodelito

La Comisión Europea presentará a comienzos del próximo año su primera Directiva contra la violencia de género, que cubrirá también el espacio online. Sin embargo, los eurodiputados piden al equipo que lidera Ursula von der Leyen valentía para ir un paso más allá y tipificar la ciberviolencia de género en la lista de eurodelitos "como piedra angular de la armonización de los actos jurídicos existentes y futuros". Pocos meses atrás, la Eurocámara ya votó a favor de incluir la violencia contra las mujeres en la lista de crímenes europeos. No obstante, la iniciativa corre el riesgo de quedar paralizada en el Consejo por la oposición de los países iliberales y ultraconservadores como Hungría y Polonia.

Spurek: "Las mujeres no pueden sentirse seguras ni en casa, ni en el espacio público ni en internet"

"En el siglo XXI en Europa, las mujeres no pueden sentirse seguras ni en casa, ni en el espacio público ni en internet", denuncia Spurek. La omnipresencia del contacto con el mundo online hace que esta presión y este acoso sean tan agudos. No desaparece en los muros de una habitación, en las aulas ni en un paseo en la calle. Está por todos lados, en lo que los eurodiputados han descrito como un "cáncer" y un "monstruo". Se alcanza y se extorsiona a la víctima sin necesidad del contacto físico. A este trauma se suma la estigmatización y la falta de medios y de concienciación ante esta nueva lacra. Todo ello, unido a las lagunas jurídicas, provoca que las denuncias que llegan constituyan apenas la punta del iceberg del problema. Los eurodiputados estiman que la tipificación como delito de la ciberviolencia de género podría tener un efecto disuasorio sobre los autores debido al temor a las penas o al hecho de saber que están cometiendo un delito.

Las principales familias del Parlamento Europeo coinciden en que la ciberviolencia contra las mujeres es la continuidad de lo que ya ocurre en el mundo off line. "¿No les parece increíble que cada diez años una ciudad del tamaño de Marsella, Ámsterdam o Zagreb desaparezca del mundo? Cada año se estima que 87.000 mujeres en el mundo son asesinadas, 50.300 en feminicidios por miembros de su familia", ha denunciado la popular irlandesa Frances Fitzgerald.

Aunque el sufrimiento que esta lacra deja a su paso no puede cuantificarse, el informe Lucha contra la violencia de género: la ciberviolencia – Evaluación del valor añadido europeo elaborado por el Servicio de Estudios del Parlamento Europeo cifra los costes totales del ciberacoso y del ciberhostigamiento entre los 49.000 y los 89.300 millones euros, la mayoría correspondientes a la pérdida de calidad de vida. "Las palabras también matan", asegura Spurek, que recuerda: "Todos somos responsables de nuestros actos".