Este artículo se publicó hace 13 años.
Francia se replantea su gran apuesta atómica
Fukushima agrieta el firme consenso galo sobre la energía nuclear
La catástrofe de Fukushima ha provocado algo impensable en el hermético mundo de la nucleocracia francesa. Empiezan a aparecer grietas en ese monolito que eran el Palacio del Elíseo, el Comisariado de la Energía Atómica, Areva y EDF. Hasta un diario pronuclear y templo de la ortodoxia económica, Les Echos, abrió hace unos días sus páginas a una investigación que, citando sólo a fuentes del sector, se titulaba: "Nuclear, el momento de la duda".
De cara a la galería, Nicolas Sarkozy sigue jactándose de las virtudes del átomo y en particular del átomo francés. De ahí que fuera a Japón hace dos semanas para denunciar a quienes "pierden la sangre fría", en alusión a la canciller alemana, Angela Merkel.
Sarkozy defiende a ultranza lo nuclear en público, pero vira hacia las renovables
De puertas adentro, el propio Sarkozy ha firmado una reforma del Comisariado de la Energía Atómica que programa, para dentro de una década, el paso de Francia a las energías renovables.
Pero la actitud tiene su explicación. Francia necesita financiar su sector aumentando las exportaciones de reactores, tecnología nuclear, supuesto reciclaje de residuos e incluso combustible enriquecido, además de mantener sus posiciones en la minería del uranio, sobre todo en Níger.
Es lo que se llama aquí el consenso nuclear. La totalidad de la derecha, la inmensa mayoría del centro y del Partido Socialista, y el Partido Comunista casi en bloque apoyan la energía nuclear, que proporcionó el año pasado en torno al 78% de la electricidad bruta producida, según datos oficiales. Unos 100.000 empleos dependen del átomo decidido por Charles de Gaulle e impulsado definitivamente por Georges Pompidou y Valéry Giscard d'Estaing.
La prolongación de la vida de la central de Fessenheim ya parece descartada
Pero la duda corroe ya al país del tout nucléaire (todo nuclear). Citando a fuentes pronucleares, Les Echos concluye que "la cultura de la seguridad" en vigor en torno a los 58 reactores de Francia desde hace 40 años, ya no va a funcionar tras Fukushima. "La fusión simultánea de tres reactores... ¡Eso es algo sobre lo que nunca hemos trabajado! ", explica un responsable de EDF ya jubilado.
El director general de actividades nucleares de EDF, Hervé Machenaud, admite: "La cuestión que plantea este accidente" de Fukushima "tiene que ver con los límites de las hipótesis que habíamos considerado. Ahora hay que reconsiderarlas".
Caída en Bolsa"Reconsiderarlas". Es la palabra que está provocando un descenso brutal en Bolsa de ese escaso porcentaje de acciones de los grandes EDF, Areva y otros que cotizan. Porque reconsiderar quiere decir que se da por hecho que el anunciado peritaje de las centrales, obligatorio tras Fukushima, va a ir en serio. La Autoridad de Seguridad Nuclear así lo ha prometido.
En primera línea, la polémica acerca de la central de Fessenheim, en el este del país y la más vieja en activo (34 años de vida). Antes de Fuku-shima, se daba por segura su prolongación de vida a 40 e incluso a 60 años, con la bendición oficial. Ahora, ya se da casi por seguro el cierre de esta central protagonista de numerosos incidentes. La prolongación de la vida de centrales ya amortizadas era la condición para mantener el mito de la rentabilidad del sector. Y este mito era la base para el "renacimiento" del átomo prometido por Sarkozy en 2007.
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