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La guerra en Ucrania se suma a la crisis climática y a la pandemia y deja en riesgo de hambruna a 49 millones de personas

Las regiones del Sahel y del Cuerno de África se enfrentan a una crisis histórica marcada por la inseguridad alimentaria y la falta de acceso a agua potable. Todo ello, alertan las ONG, podría desembocar en un estallido de conflictos armados y sociales en el Sur Global.

Una mujer recolecta granos en un campamento para personas desplazadas en Adadle en la región somalí de Etiopía.
Una mujer recolecta granos en un campamento para personas desplazadas en Adadle en la región somalí de Etiopía. Claire Nevill / PNUMA-REUTERS

El mundo está apunto de enfrentarse a una crisis alimentaria sin precedentes. En el mes de enero el índice de precios de los alimentos de la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, marcaba récords históricos y, desde entonces, la situación no ha mejorado. Todo lo contrario. La guerra en Ucrania –uno de los principales productores agrícolas del mundo– ha agravado la situación de carestía y falta de alimentos, llevando a buena parte del Sur Global a una hambruna que ya afecta a 49 millones de personas, según un nuevo informe de Oxfam Intermón, UNICEF, Acción contra el hambre y Save The Children. Además, al menos 181 millones de personas están en riesgo de vulnerabilidad extrema. 

La invasión de Ucrania, sin embargo, no es la única causa de esta crisis alimentaria, sino un elemento más que se agrega a una crisis climática que lleva meses limitando el rendimiento de las cosechas y generando problemas de escasez; al alza del precio de los combustibles del último año; y a los problemas económicos derivados de la pandemia. 

De una forma u otra, esta crisis afecta a todo el planeta, pero existen puntos donde el drama se despliega ya con contundencia y en forma de crisis humanitaria. Es el caso del Sahel, donde a estas alturas del año se estima que hay 38 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria, alcanzando un máximo histórico y sin precedentes. En el Cuerno de África, donde se asientan Kenia, Etiopía y Somalia, las cifras son igual de alarmantes, en tanto que se estiman 23 millones de personas en situación de hambre extrema y con el problema añadido de una sequía sin precedentes que ha dejado las fuentes de agua agotadas. 

Hay 13,6 millones de niños y niñas que padecen desnutrición

En esta situación, son los menores de edad quienes quedan en situación de mayor vulnerabilidad, pues hay 13,6 millones de niños y niñas que padecen desnutrición por causa de esta crisis global, todos ellos ubicados en el continente africano, según los datos del informe. Además, las mujeres sufren la doble limitación de ser mujeres y representar la mayor parte de la mano de obra agrícola

Si el conflicto en Ucrania se prolonga, la situación podría verse agravada aún más, alertan las organizaciones, que reclaman una mayor dotación presupuestaria para ayuda humanitaria por parte de Europa. Tanto Rusia como el país ucraniano son dos de los mayores productores y exportadores de trigo y productos agrícolas del planeta y al menos 14 países de rentas bajas estaban comprándoles el 50% de sus suministros, según los datos recogidos por el informe. 

Somalía compraba el 92% del grano que consumía a Rusia y Ucrania

No en vano, hay Estados que presentan una dependencia absoluta de estos dos países y que ahora sufren las consecuencias del bloqueo que experimentan las rutas comerciales. Eritrea, por ejemplo, importó en 2021 el 100% de su trigo de Rusia, Ucrania y Yemen. Somalia, que ya se estaba adentrando en 2021 en una importante crisis alimentaria, importaba de Kiev y Moscú el 92% del grano antes de que estallase la guerra en el norte de Europa. A este contexto se suman los altos precios de la energía, que dificultará el uso de maquinaría para la recogida de las cosechas, y la carestía de los fertilizantes –Ucrania es uno de los principales productores– que bajará el rendimiento de las tierras de cultivo.

A medio plazo, este cóctel podría estallar en forma de conflictos armados y revueltas sociales, alerta la publicación de las ONG, que recuerda cómo la última crisis alimentaria de 2008 terminó desembocando, años después, en la Primavera Árabe y en una crisis social que afectó a cerca de 60 países en desarrollo. La violencia, además, ya está trayendo consigo desplazamientos forzosos de millones de personas y podría intensificar los flujos migratorios vinculados a la crisis climática.

Los autores del informe, no obstante, recuerdan que "el mundo produce suficientes alimentos" y señalan que las hambrunas son resultado de "la inacción política que restringe el acceso de las personas a una alimentación adecuada". 

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