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Lawrence Friedman: "El actual Tribunal Supremo de EEUU está socavando la separación entre Iglesia y Estado"

Fotografía de la Corte Suprema de Estados Unidos.
Fotografía de la Corte Suprema de Estados Unidos. Matt Wade

Lawrence M. Friedman (1930) es profesor de Derecho de la Universidad californiana de Standford. En 1973 publicó 'Historia de las Leyes Estadounidenses', que se convirtió en un clásico absoluto en la materia. Sus dos últimas obras son 'El gran juicio'. 'La ley como espectáculo público' (2015) y 'Dentro del castillo'. 'Ley y familia en el siglo XX' (2011), ninguno de ellos traducidos al castellano.
El pasado 6 de julio publicó en la revista Verdict junto a la profesora Johanna Grossman el artículo 'Ser o no ser madre: una cuestión eterna de nueva urgencia', en la que cuestionan los fundamentos jurídicos de la sentencia del Tribunal Supremo de finales de junio que anuló el derecho al aborto en Estados Unidos. Friedman, que durante su vida ha conocido a 16 de los 46 presidentes norteamericanos, los que van desde el republicano Herbert Hoover al demócrata Joe Biden, alerta de las consecuencias del viraje conservador de la actual Corte Suprema y de su crisis de credibilidad y legitimidad. 

En su artículo 'Ser o no ser madre', usted sostiene que la reciente sentencia del Supremo que elimina el derecho al aborto "es una decisión política que complace a la derecha religiosa". Pero, ¿no son políticas todas las sentencias del Supremo? ¿Qué quiere decir exactamente?

Es cierto que, en esencia, todas las decisiones del Tribunal Supremo son políticas. En primer lugar, los jueces que componen la corte son nombrados mediante un proceso muy político [los propone el presidente y son confirmados por el Senado] y asumen sus cargos de por vida. Pero más allá de eso, ¿qué casos llegan al Supremo? ¿Una mujer que presenta una demanda de divorcio contra su marido? Eso no les interesa, así que todos los casos que aceptan son casos muy complejos que tienen algún grado de consideración política.

¿Cómo decide el tribunal sobre qué casos acepta o no?

A la corte llegan cientos de propuestas de casos cada año y ellos sólo juzgan unos 75 según la llamada regla de los cuatro, que quiere decir que se necesita la aquiescencia de al menos cuatro de los nueve jueces para aceptar un caso. Asumiendo que el 99% de los casos jurídicos no tiene ninguna implicación política, cosa que no es cierta, pero asumiendo eso, los jueces del Supremo no van a juzgar ningún caso que no tenga implicaciones políticas de un modo u otro. Los magistrados siempre que hablan se empeñan en decir que ellos no hacen política, pero por supuesto eso no es cierto. De hecho, en todos o casi todos los casos, uno puede predecir qué votará cada juez porque es conocida la ideología de cada uno de los nueve magistrados. Digo todo esto para afirmar que sí, la sentencia del caso Dobbs contra Jackson fue una decisión política [se trata de la decisión que derogó el pasado mes de junio el derecho al aborto a nivel nacional, que había sido establecido en el caso Roe contra Wade de 1973]. Lo que la gente no entiende es la diferencia entre la naturaleza política del Supremo y la naturaleza política del Congreso.

Imagen de Lawrence M. Friedman, profesor de derecho estadounidense en la Universidad de Standford.
Imagen de Lawrence M. Friedman, profesor de derecho estadounidense en la Universidad de Standford.

¿A qué se refiere?

Los jueces del Supremo no se presentan a una reelección. Un juez como Samuel Alito [el magistrado que redactó la opinión oficial de la corte en el caso del aborto] puede estar preocupado por lo que la gente piense de él, pero es totalmente libre de ignorarlo. También es libre de cambiar su ideología, lo que es muy dudoso que suceda en este caso, pero ha habido ejemplos de jueces propuestos por un presidente y que luego ha actuado de una manera diferente. Los jueces están libres de los políticos, pero eso no significa que ellos no sean profundamente políticos. 

En este caso, teniendo en cuenta el matiz religioso de la sentencia y de muchos de los jueces de la corte, ¿cree usted que se corre el riesgo de eliminar la separación entre iglesia y estado, fundamental en las democracias modernas?

Volvamos a los datos. La mayoría de la población de los Estados Unidos es protestante en estos momentos, y esto es muy raro. No hay un solo protestante entre los nueve jueces del Supremo, puede que la nueva sí lo sea, Ketanji Brown Jackson [Jackson fue confirmada por el Senado el 7 de abril en sustitución del demócrata y judío Stephen Breyer, por lo que no participó en la sentencia del caso Dobbs, que fue uno de los últimos casos juzgados por Breyer, quien votó en contra de la opinión de Alito]. En el Supremo hay cinco o seis católicos, depende de cómo cuentes [Neil Gorsuch es de familia católica pero no ha dejado claro si aún se considera como tal o protestante] y luego están Elena Kagan y Breyer, que son judíos. Los judíos son el 2% de la población americana y hubo un tiempo en que hubo hasta tres jueces judíos en el Supremo. Dicho esto, un aspecto muy bueno de Estados Unidos es que a nadie parece ya importarle mucho esto, en sus orígenes sí que era un asunto de mucha relevancia, pero ya ha dejado de serlo. Menciono esto porque, como todo el mundo sabe, la iglesia católica se opone rotundamente al aborto y algunos miembros del Supremo son muy, muy católicos, como los jueces Alito, Thomas y Amy Coney Barrett [propuesta por Trump y confirmada en 2020]. Así que ellos pueden decir que todo este caso no es un asunto religioso, ¡pero por supuesto que lo es! Y desde luego este Tribunal Supremo está mucho menos comprometido con la separación de iglesia y estado que los anteriores.

¿Qué dice la historia sobre otros casos relacionados con la separación entre iglesia y estado en el país?

Una decisión del Supremo de hace unos 50 años rechazó permitir a las escuelas públicas rezar o leer la biblia. Era un caso que implicaba a Nueva York, que es un estado con una mezcla muy alta de religiones [es el caso Engel contra Vitale, de 1962]. La mayoría de la población del país pensó que se trataba de una sentencia terrible, pero nunca la desobedeció. El actual Tribunal Supremo ha decidido una serie de casos que están socavando de algún modo la separación entre iglesia y estado. La primera enmienda de la Constitución dice que "el Congreso no hará ninguna ley para establecer una religión o que prohíba el libre ejercicio de la misma". Esto me hace pensar en dos ideas: la primera parte de esa frase implica que no se puede favorecer una religión sobre otra o favorecer la religión sobre el ateísmo; la segunda parte es que no puedes prohibir una religión o desfavorecerla respecto a otras, de modo que ambas cosas a veces entran en conflicto. Pensemos en una universidad pública, que es una rama del estado, que ofrece una sala de lecturas para grupos de estudiantes y supongamos que uno de esos grupos es sobre la lectura de la biblia. La universidad se negaría porque no puede ofrecer una instalación pública a un grupo religioso y este grupo de alumnos podría argumentar que están siendo discriminados por motivos religiosos. Así que una parte de la provisión constitucional contradice a la otra parte. Lo que sucede en la actualidad es que este Tribunal Supremo está siempre del lado del argumento religioso en casos como el que he mencionado.

¿Cree que la constitución de Estados Unidos, debido a su antigüedad y a que es una constitución muy breve y poco específica, al contrario que las modernas, da mucho poder al Supremo para regular políticamente aspectos que deberían estar en manos del poder legislativo del Congreso, lo que acaba haciendo de la corte un órgano político más del país?

"A pesar de lo que diga el Supremo, si tomamos la constitución tal cual fue escrita, uno puede coger su cuerpo completo y tirarlo a la basura"

Se puede decir de ese modo. Otro modo de hacerlo es éste: la constitución data del siglo XVIII y su enmienda 14, que es la relacionado con los últimos casos importantes, es de 1868, y en esencia, a pesar de lo que diga el Tribunal Supremo, si tomamos, como dice la corte, la constitución tal cual fue escrita, "como era", según dicen ellos. Uno puede coger el cuerpo completo de la constitución americana y tirarlo a la basura, porque es el Supremo el que ha inventado todo el contenido que supuestamente tiene el texto constitucional.

Sin embargo, en la sentencia sobre el aborto, el juez Alito repasa mucho la historia de la constitución.

En la sentencia se argumenta, de hecho, que la constitución no dice nada sobre el aborto. ¡Por supuesto que no, no dice nada sobre casi nada! En la Carta de Derechos Constitucionales [se trata, en inglés, del 'Bill of Rights', el compendio de las diez primeras enmiendas de la carta magna, aprobado en 1791] se establece que en el caso de tener que registrar un domicilio privado, se necesita una orden de un juez. En los años 20 del siglo pasado, la corte abordó el primer caso sobre esto, un caso relacionado con escuchas telefónicas. Actualmente, se trataría de ver qué pasa con el correo electrónico o el móvil de las personas. Cuando se habla de tomar la constitución tal y cual está escrita, ¿Qué debemos decir? ¿Qué pensaría George Washington o Thomas Jefferson sobre esto? Otro aspecto más sofisticado es que las palabras han permanecido tal cual desde que la constitución fue escrita, pero su significado ha cambiado sustancialmente.

¿Qué implicaciones tiene esto?

Por ejemplo, sin ninguna duda, la Constitución y sus enmiendas protegen la libertad de expresión, pero ¿Qué significa eso, qué tipo de expresión? Si, por ejemplo, le hubiéramos preguntado a los padres fundadores [quienes redactaron la constitución, políticos como George Washington, Thomas Jefferson o Alexander Hamilton] qué pensaban, pongamos, de un libro como el 'kamasutra', habrían dicho ¡pero qué es esto! En los años 50 del siglo XX, el Supremo vio el primer caso sobre censura en el cine y la sentencia de la corte fue: ¡claro que se pueden censurar películas! Así que el tipo de "expresión" cubierta por esa "libertad de expresión" que consolida la constitución ha cambiado enormemente a lo largo del tiempo.

Imagen de Lawrence M. Friedman, profesor de derecho estadounidense en la Universidad de Standford.
Imagen de Lawrence M. Friedman, profesor de derecho estadounidense en la Universidad de Standford.

¿Ha habido otros casos similares con una resolución diferente?

"Nuestra constitución es lo que el Tribunal Supremo diga que es"

Poco después, en 1971, en los años de la guerra del Vietnam, el Supremo vio otro caso [Cohen contra California] sobre un hombre que había sido detenido en 1968 por llevar en su chaqueta la expresión antibelicista 'Fuck de Draft. Stop the War' [Que le jodan al reclutamiento de tropas. Paren la guerra] mientras declaraba en unos juzgados en un juicio a un amigo suyo. El Supremo dijo que tenía el derecho constitucional a expresar una emoción, un punto de vista, y le dio la razón. Casi nada de lo que entendemos hoy por libertad de expresión era lo que se entendía por ese mismo concepto en el siglo XVIII, cuando la constitución fue escrita, y esto vale para casi cualquier concepto. Otra famosa decisión de la corte llegó en los años 60, el caso 'Gideon contra Wainwright' [de 1963]. En este caso, Gideon, que era un pobre hombre que fue arrestado en Florida por robar, reclamó un abogado público porque no podía pagar uno, pero se le denegó porque las leyes de Florida no contemplaban eso. Él apeló a la constitución, aunque por supuesto él no sabía de qué estaba hablando, pero el caso llegó al Supremo y la corte le dio la razón porque así lo decía la constitución. Bien, la realidad es que cuando la carta magna fue escrita ¡ninguna de las 13 colonias que componían entonces Estados Unidos ofrecía ese derecho! ¿Por qué? Porque según el derecho inglés, uno no tiene el derecho a un abogado. Es más, si eras acusado de un delito importante, ¡no te permitían tener un abogado! La constitución dice que uno tiene derecho a tener un abogado, pero no dice nada de que éste tenga que ser pagado con fondos públicos y de hecho cuando se escribió ningún estado lo hacía. ¿Quiere decir esto que el Supremo se equivocó en esa sentencia? Sí, si uno cree que debe tomarse la constitución tal cual sólo por lo que decía en su momento, cosa que hay quien dice defender [la parte conservadora del Partido Republicano, entre ellos, Donald Trump], pero que nadie cree en realidad. Por supuesto, en su día nadie criticó esa decisión del Supremo, ¡quién va a criticar que no se le pague a una persona sin recursos un abogado cuando se es acusado de un delito grave! Pero se tiene el derecho a ese abogado porque el Supremo así lo dictaminó, no tiene nada que ver con la constitución. Y ésta es la clave de todo: nuestra constitución es lo que el Tribunal Supremo diga que es.

¿Qué opina entonces sobre el hecho de que, en la opinión oficial de la Corte sobre el derecho al aborto, elaborada por juez Alito, éste haya argumentado para fundamentar su decisión que el aborto no está en la constitución?

¡Que no esté en la constitución es completamente irrelevante! También argumenta Alito que el aborto no está enraizado en la tradición del pueblo americano, ¡es ridículo! ¿Qué pasa, por ejemplo, con los derechos de las mujeres? El Supremo ha dicho consistentemente desde los años 70 que, bajo la constitución, los hombres y las mujeres tienen los mismos derechos. Esa igualdad no está en la tradición americana, ¡pero ni por asomo! Y lo mismo pasa con el racismo. En muchas áreas del derecho, la tradición es exactamente lo contrario al derecho. Podríamos resumir todo este debate así: la constitución vela por que se respeten los derechos fundamentales, bien, pero ¿Cuáles son esos derechos en cada momento? Lo que el Supremo diga que sea. Esto no quiere decir que la actual corte decida las cosas arbitrariamente.

¿A qué se refiere?

A que el actual Tribunal Supremo es extremadamente conservador. Esto no significa que estén desfasados respecto al resto del país, yo creo que sí lo están y seguro que lo están respecto a la población de mi estado, California, pero no respecto al ciudadano medio de, pongamos por caso, el estado de Mississippi. A eso me refiero con lo de que no son arbitrarios, y espero no parecer que los estoy defendiendo, lo que quiero decir es que representan a la opinión de la derecha americana y hay muchas personas con esa ideología en Estados Unidos.

Esto me lleva a una pregunta sobre la elevada polarización que vive el país en estos momentos. En el anterior momento de tanta polarización, la Guerra Civil de 1861 a 1865, el país se rompió por la esclavitud. Había, en esencia dos civilizaciones incompatibles dentro de una misma nación: una basada en el trabajo libre y otra, en la esclavitud. Un elemento clave fue qué hacer con los esclavos que huían a estados libres. ¿Deberían ser perseguidos y devueltos a sus dueños, eliminando así su actual derecho de personas libres, reconocidos por los estados a los que llegaban? Así lo estableció la Ley de Esclavos Fugitivos de 1850, que fue un factor clave en el estallido de la guerra. ¿Podemos estar en una situación parecida sobre el aborto, con estados antiabortistas persiguiendo a personas y médicos que hagan abortos en otros estados donde abortar sea legal?

[Piensa] El Tribunal Supremo en este caso ha dicho: nosotros sólo estamos trasladando el tema del aborto a los congresos de cada estado, que son los que deben regularlo. ¡Pero el asunto no es tan fácil! Porque el resultado ahora, como usted plantea, es que hay dos países en uno. Quien quiera abortar en California no va a tener ningún problema, pero si quieres abortar en Mississippi o Texas, no puedes. ¿Qué sucederá cuando los ciudadanos de esos estados viajen a California? No lo sabemos. Es muy dudoso que esos estados puedan perseguir legalmente a una mujer que vaya a California a abortar, pero lo cierto es que no sabemos qué sucederá. Pero eso sólo es una parte del problema.

¿Cuál es la otra?

"La derecha y la gente religiosa quieren prohibir el aborto en todo el país y van a tratar de conseguirlo a través del Supremo"

La gente muy religiosa piensa que el aborto está mal porque es un asesinato. Si uno piensa de ese modo, no le gustará el hecho de que haya gente que sea, según su lógica, asesinada en California, que es un estado que permite el aborto. Lo que intentarán, y esta es mi suposición, es que el Tribunal Supremo dictamine que desde el momento de la concepción hay una persona y que esa persona está protegida por los derechos constitucionales, de manera que no sólo estaría equivocada la sentencia del caso 'Roe contra Wade' de 1973 [que estableció el derecho al aborto a nivel nacional] sino que estarían mal las leyes estatales que permitan el aborto. La derecha y la gente religiosa quieren una regla nacional que prohíba el aborto y es lo que van a tratar de conseguir a través del Supremo.

¿Usted cree que el tribunal abordará este asunto?

No lo creo probable, pero puede pasar. Supondría la prohibición total del aborto en Estados Unidos. La derecha y los religiosos lo van a intentar, eso es seguro. Mi sospecha es que el Supremo va a rechazar aceptar los casos que tengan que ver con esto para no tener que pronunciarse sobre ese asunto, que es muy divisivo en la sociedad americana, pero no es el único, hay otros más.

¿Cuáles otros le preocupan a usted?

"No quiero sonar apocalíptico, pero el Supremo podría decidir sobre un caso que puede acabar con la democracia en Estados Unidos"

No quiero sonar apocalíptico, pero el Tribunal Supremo podría decidir sobre un caso en la próxima legislatura que puede acabar con la democracia en Estados Unidos. Es un caso en el que se decidirá si son los congresos estatales los que tienen el poder final para decidir quién ha ganado las elecciones en ese estado. Si la corte suprema dice que está de acuerdo con eso, será una sentencia tremendamente destructiva.

¿Por qué?

Vivimos una situación actual que no tiene precedentes en Estados Unidos, donde la mayoría de uno de los dos grandes partidos políticos no cree en unas elecciones limpias, da igual lo que digan, la realidad es que no creen en ello, y el líder de ese partido [Donald Trump] es una persona que intentó tumbar el gobierno. No tuvo éxito la primera vez, pero puede que a la segunda lo consiga porque él ya sabe… no él, ¡él es un idiota!, su gente sabe qué hay que hacer para conseguirlo, para manipular el resultado, y esa manipulación puede hacerse de dos maneras: una de ellas es muy difícil de acometer [se refiere a manipular los sistemas de voto], pero la otra es asegurarse que la gente que vaya a votar por el Partido Demócrata sencillamente no vote.

¿Cómo se haría eso?

Pongamos por caso las elecciones en Georgia [en ese estado, gobernado por los republicanos, Biden ganó en 2020 por sólo 11.779 votos]. Uno ya ve cómo los negros, para votar, tienen que estar en una fila esperando horas y horas porque en los barrios donde viven apenas se ponen instalaciones para votar. ¡Nunca ves fotos así en barrios blancos republicanos! Ellos no tienen colas, sencillamente, caminan hasta su centro de votación, entran y votan. Obstruir el derecho al voto es muy simple. Ya hay algunos estados que han aprobado leyes para incluso prohibir que se pueda dar agua y comida a la gente que hace cola para votar. Esto ya está sucediendo y es peligroso. Pero hay un asunto peor y es el que comento de darles el control del conteo de voto a los parlamentos estatales y que sean ellos quienes digan quién ha ganado. Este país ha tenido una tradición de limpieza en las elecciones. Todo lo que los republicanos hablan de fraude es una mentira completa, para votar hoy en Estados Unidos, tienes que registrarte y luego vas a votar a un centro donde hay representantes de ambos partidos, allí se comprueba tu identidad y votas y luego un funcionario cuenta ese voto. Ningún presidente hasta hoy había rechazado aceptar su derrota. Donald Trump sigue diciendo que él gano ¡y la mayoría de su partido lo cree! Es terrible, es tremendamente espantoso. Si la gente no cree en el sistema, el sistema está roto. Es más, si la gente cree que el sistema está roto, el sistema está roto.

Imagen de Lawrence M. Friedman, profesor de derecho estadounidense en la Universidad de Standford.
Imagen de Lawrence M. Friedman, profesor de derecho estadounidense en la Universidad de Standford.

En esto, se suele decir que hay dos Estados Unidos. Los estados demócratas frente a los estados republicanos, o los estados azules frente a los rojos, una imagen que, de nuevo, redunda en la idea de los dos Estados Unidos que había en la Guerra Civil. ¿Cómo escapar de eso?

Yo vivo en California, de hecho, que es un estado muy demócrata, como toda la costa oeste. Por eso, junto con Oregón y Washington, nos llaman la costa izquierda ['The Left Coast']. Pero aquí hay otro problema también. Si uno no sabe nada de política americana, que desde luego no hay quien la entienda, y de pronto ve un mapa electoral de California, Oregón y Washington, pensará que se trata de un estado republicano, porque está entero pintado de rojo, salvo dos o tres puntos en azul. ¿Qué sucede? Que las áreas demócratas son las ciudades, que es donde se aglutina la mayoría de la población. Pero si uno va a las zonas rurales de California, todos esos municipios son republicanos. Lo que pasa es que en esas zonas vive muy poca gente. Los lugares con más habitantes son Seattle, en Washington, Portland y Eugene, en Oregón, y en California tienes Los Ángeles y el área de la Bahía. James Carville [un estratega político demócrata] dice lo mismo sobre Pensilvania: "Por un lado, tienes a Filadelfia, por otro a Pittsburg, y lo que hay en medio es Alabama". Georgia está más equilibrado por Atlanta. Pero el estado más republicano que hay es Wyoming porque no hay grandes ciudades. Hay excepciones a esta regla, como Vermont, que es un estado muy demócrata y muy rural, pero en general se cumple siempre. Illinois, mi estado natal, es demócrata siempre en las elecciones, pero esto es así porque Chicago es demócrata y es una ciudad muy poblada. Todo el este del estado es republicano, pero ahí vive muy poca población, por eso los republicanos no gastan un céntimo en tratar de ganar las elecciones en Illinois.

Usted ha dicho que el fondo de la sentencia del aborto supone que el estado tenga el control del cuerpo de la mujer.

Es así, pero es todo mucho más complicado. Cuando uno mira la historia del aborto, todo se vuelve más complejo. Los intentos de mirar al pasado para analizar el aborto en otras épocas y tratar de poner los argumentos que sean en una parte o en otra son totalmente erróneos porque los contextos del pasado y los actuales son muy diferentes.

¿Cómo es esa historia del aborto en Estados Unidos?

A finales del siglo XIX, un estado tras otro aprobó leyes para prohibir el aborto, aunque seguía siendo legal en algunos estados. Hay varias razones que explican esto. Un elemento clave entonces, que es completamente diferente en la actualidad, es que las mujeres blancas de clase media tenían la misión de producir hijos porque los inmigrantes y las clases bajas tenían hijos y la gente de esa época creía en la eugenesia. Temían que la población americana blanca protestante con orígenes en el norte de Europa fuera debilitada por la llegada de inmigrantes del sur y del este de Europa. A finales del siglo XIX, llegaron millones de personas desde el sur de Italia, sobre todo Sicilia, del Imperio Ruso, de los países eslavos, Grecia, cientos de miles de judíos, católicos. Era una situación muy similar a la teoría del reemplazo de hoy [promovida por la extrema derecha]. En esto, el aborto no fue un elemento central, pero jugó su papel. Los inmigrantes solían ser familias muy grandes. ¡Mi padre tenía once hermanos! Eran las mujeres blancas de clases medias y altas las que usaban los métodos anticonceptivos y el aborto, y esto, por supuesto, no tiene nada que ver con la situación actual. Hay otro elemento crucial en el siglo XIX.

¿Cuál?

Esas mujeres querían abortar normalmente debido a los códigos sociales tan estrictos. Una mujer que no estaba casada o que tuviera una aventura, si se quedaba embarazada, estaba desesperada porque podía perder su lugar en la sociedad completamente y si seguía adelante con el embarazo tendría un hijo bastardo. Pero la situación de hoy ¡es exactamente al contrario! La derecha religiosa le está diciendo a estas mujeres: ¡tienes que tener tu hijo! El hecho de no estar casada y todo eso, no le importa a nadie, ni siquiera a todos esos que se autoproclaman provida, a éstos ahora sólo les importa el feto y por eso le dicen a la mujer que tenga el hijo. La historia ha cambiado por completo, por eso cuando en la sentencia el juez Alito habla de historia, todo lo que dice es irrelevante. No digo que la historia diga que la sentencia del 73 que introduce a nivel nacional el derecho al aborto fuera correcta y la actual sea equivocada, lo que sostengo es que la historia en sí no dice nada, hay que mirar a la historia dentro de su contexto social, y toda esa gente que dice que la constitución tiene que interpretarse de acuerdo con su significado original, incluso asumiendo que podamos saber cuál es, en ese caso lo mejor sería tirarla porque la constitución no nos ofrece ninguna guía para la sociedad actual.

Junto a las polémicas sentencias de la actual corte, se suma también el hecho de que varios de sus jueces fueron propuestos por presidentes que no ganaron el voto popular (el primer George Bush, entre 2000 y 2004, y Donald Trump, entre 2016 y 2020) además de que en el caso de Neil Gorsuch, propuesto por Trump, fue confirmado por el Senado en una votación en la que los republicanos rompieron la norma de que la confirmación de un magistrado ha de contar con al menos el 60% de los escaños de esa cámara. ¿Está afectando todo esto al prestigio social y la legitimidad del actual Tribunal Supremo?

Esto es un cambio histórico. Hasta hace poco, si uno preguntaba a la gente, todo el mundo tenía al Tribunal Supremo en una consideración muy alta, ahora ya no sucede eso. No es algo nuevo, porque en el siglo XIX también sucedió, pero digamos que en los últimos 70 u 80 años ésa ha sido la norma. Las encuestas ahora dicen que la popularidad de la corte y su legitimidad está desplomándose dramáticamente porque la gente lo ve como un cuerpo político.

¿Qué consecuencias puede tener esto?

Aquí hay una cosa interesante: nunca sabemos cuál va a ser la evolución de la sociedad tras una sentencia del Supremo. Cuando el tribunal dictó que el matrimonio gay era un derecho que los estados no podían socavar [el caso Obergefell contra Hodges, de 2015], por supuesto la derecha y los sectores religiosos estaban horrorizados. ¿Cuál es la situación hoy al respecto? Que la gran mayoría de la población piensa que está bien. Por supuesto, es un derecho que no estaba en la constitución. Si le hubiéramos preguntado a Thomas Jefferson si creía que la constitución incluía el derecho de dos personas del mismo sexo a casarse, habría dicho ¡de qué estás hablando! ¡estás loco! Fue el Supremo el que dictaminó que era un derecho. Cuando el tribunal acabó con la segregación racial en las escuelas del sur [en el caso Brown contra el Consejo de Educación de Topeka, Kansas, de 1954], fue casi una guerra civil y hoy nadie critica eso. En el caso de 'Roe contra Wade' [de 1973] en el que se reconoció el aborto como derecho a nivel nacional, se ve que una parte de la sociedad, a pesar de que han pasado casi 50 años, no había aceptado la sentencia. Nunca sabes cómo se comportará una sociedad. Si hace años me hubieran dicho que Irlanda, el país más católico de Europa, legalizaría el matrimonio gay, habría dicho ¡eso es imposible! Y, sin embargo, hicieron un referéndum y es legal. ¡En Irlanda! Es algo absolutamente asombroso.

Debido a la actual situación del Supremo, algunos sectores sociales y políticos del ala demócrata están sugiriendo la idea de reformar el tribunal, bien limitando los mandatos de los magistrados, bien ampliando su composición para evitar la actual descompensación de seis jueces conservadores frente a tres progresistas, a pesar de que en los últimos 22 años sólo en unas elecciones nacionales, la de 2004, un presidente republicano ganó el voto popular. ¿Qué opina usted de estas propuestas de reforma?

"Ninguna propuesta que plantee aumentar el número de asientos o reformar la corte va a prosperar. Biden ni siquiera va a sugerirlo"

Cualquier historiador de leyes en Estados Unidos en este momento citaría el caso de Franklin Delano Roosevelt [presidente entre 1933 y 1945]. Cuando llegó a la presidencia, tuvo que lidiar con un Tribunal Supremo muy conservador. Cuando fue reelegido lo hizo con una mayoría enorme [Roosevelt ganó los comicios de 1936 por casi 25 puntos; venció en todos los estados salvo Vermont y Maine]. Roosevelt fue muy popular, increíblemente popular, ¡cuando yo era pequeño teníamos en casa una foto suya en la cocina! Muchísima gente lo amaba. Entonces pensó que tenía que hacer algo sobre el Tribunal Supremo. Propuso aumentar el número de magistrados y sufrió una tremenda derrota. Al final venció porque fue elegido cuatro veces y al término de sus mandatos había nombrado a prácticamente todos los jueces de la corte porque éstos iban muriendo o se iban retirando. Esto es lo que pasa con el Supremo y por eso me atrevo a decir que ninguna propuesta que plantee aumentar el número de asientos o reformar la corte va a prosperar. Biden ni siquiera va a sugerirlo. Sería algo muy impopular y todos los republicanos se opondrían y hasta la mitad de su partido. Además, a él le viene hasta bien un tribunal así, aunque no le guste nada lo que esté haciendo el Supremo.

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