La luna de miel entre Polonia y Ucrania se enfría por las armas y los cereales
A un mes de las elecciones, el ultraconservador PiS entona el Polonia First y se distancia de su vecino y aliado ucraniano para no enfadar al mundo rural en el segundo país con más agricultores de la UE.
María G. Zornoza
Actualizado a
Hace unos meses era casi imposible imaginar que Ucrania denunciaría a Polonia ante la Organización Mundial del Comercio. O que el país que más ha apoyado a Kiev en su defensa con Rusia congelase el envío de armas y comparase a Kiev como un hombre desesperado que se ahoga. El idilio entre Polonia y Ucrania atraviesa su peor momento desde el inicio de la guerra marcado por la crisis del grano, por una creciente fatiga internacional tras 19 meses de contienda y, sobre todo, por las elecciones del 15 de octubre en Polonia, en las que el partido ultraconservador Ley y Justicia (PiS) —aliado de Vox en la Eurocámara— se juega el poder tras ocho años con él.
Polonia es el país de la UE que ha tomado la delantera financiera, migratoria, política y militar para ayudar a Ucrania a combatir a Rusia, su enemigo común. El país del Este ha destinado un 0,5% de su Producto Interior Bruto (PIB) a sostener a su aliado, ha abierto las puertas a más de dos millones de refugiados ucranianos, ha sido de los primeros en enviar cazas (soviéticos) al frente y es el país del mundo que más presupuesto ha destinado a la donación de material bélico en términos reales. Según el Instituto Kiel, ha movilizado un total de 3.000 millones de euros en ayuda militar.
Polonia, el país que más presupuesto ha destinado a la donación de material bélico en términos reales
Pero el miércoles por la noche, el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, sorprendía anunciando la congelación de armas: "Ucrania se está defendiendo del brutal ataque ruso y lo entendemos, pero protegeremos a nuestro país. Ya no transferimos armas porque estamos armando a Polonia", afirmó, en unas palabras que muchos analistas han interpretado como la defensa del Polonia First de cara a las elecciones del 15 de octubre. Esta fecha será la gran prueba para ver hasta qué punto el anuncio era producto de la tensión diplomática que sendos vecinos atraviesan en las últimas semanas producto de la crisis del grano o una mera consigna en clave electoral.
En cualquier caso, el cruce de acusaciones y advertencias no cesa desde hace tiempo. Polonia incluso ha amenazado con recortar las ayudas sociales y económicas de los refugiados ucranianos. El presidente Andrzej Duda ha llegado a comparar al país como un hombre desesperado que se está ahogando. "Algunos de nuestros amigos en Europa van de solidarios" pero en realidad están "allanando el camino a Rusia", le respondió su homólogo ucraniano, Volodimir Zelenski, desde la Asamblea General de la ONU que se celebra esta semana en Nueva York.
Tras estos choques, continuas llamadas a consultas de embajadores por parte de ambos y encuentros cancelados, a su también paso por la ciudad estadounidense, el presidente lituano, Gitanas Nauseda, ha empujado a los dos líderes a sentarse en la misma mesa a dialogar para resolver sus diferencias "lo antes posible". Nauseda ha ofrecido incluso aumentar el tránsito de cereales por el corredor de Lituania.
Crisis del grano
El 15 de septiembre expiró la medida extraordinaria por la cual la UE prohibió la exportación de cereal ucraniano a los países más cercanos: Polonia, Hungría, Eslovaquia, Bulgaria y Rumanía. El valor de la importación de cereales ucranianos a estos cinco países se duplicó tras el inicio de la guerra, pasando de 7.000 millones de euros a 13.000 millones. Los tres primeros han hecho caso omiso a la expiración de la medida europea y han continuado con su veto. Kiev, por su parte, ha respondido denunciándolos ante la OMC.
Kiev ha respondido denunciándolos ante la OMC
La relación entre Ucrania y Polonia comenzó a tensarse hace meses por la coyuntura de los cereales. Varsovia denunció que la llegada masiva de grano ucraniano estaba inundando sus mercados y poniendo en peligro a sus agricultores. En el marco de este primer rifirrafe, autoridades polacas sugirieron a los de Zelenski que "comenzasen a apreciar y a valorar" a sus aliados.
El voto rural será clave para decantar la balanza de unas urnas ajustadísimas. Dentro de tres semanas, el PiS podría perder su hegemonía tras ocho años en el poder. Tiempo durante el que ha socavado la separación de poderes y el Estado de Derecho con una muy polémica reforma judicial que ha supuesto un choque de trenes con Bruselas.
La tercera reelección pasa por el campo y el PiS lo sabe. Polonia es el segundo país de la UE con más agricultores, solo por detrás de Rumanía. El 40% de la población polaca vive en zonas rurales. Y es en esta coyuntura en la que el apoyo del PiS a Ucrania se ha parado donde empiezan las urnas. A ello se suma la amenaza del todavía más populista Partido Conferencia, que centra su discurso en más Polonia y menos Ucrania.
Con los últimos compases de esta campaña electoral, el Ejecutivo que mueve en la sombra Jaroslaw Kacynski va a hacer todo lo posible para no enfadar a sus agricultores y ganaderos, incluso si eso se traduce en enfadar a su amiga y vecina ucraniana. "Destruye a los agricultores polacos, quema puentes con Ucrania, destruye Europa y saca a Polonia de la UE. ¿Putin? No, Kaczynski", ha ironizado Doland Tusk, ex presidente del Consejo Europeo y líder de la oposición polaca.
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