Este artículo se publicó hace 11 años.
¿Cuándo me matarán?
Madrid acoge el V Congreso Mundial contra la Pena de Muerte. La cita, en la que entre sus asistentes se encuentra un antiguo verdugo, hace un llamamiento por la abolición
Presos de hasta 57 países en todo el mundo siguen esperando la resolución de su condena en corredores de la muerte. A pesar de que en los últimos 40 años los Estados que han abolido la pena capital han pasado de representar de un 20% a un 70%, sólo en 2012 fueron ajusticiadas 682 personas, según Amnistía Internacional.
La última ejecución se produjo ayer mismo. William Van Poyck recibió en Florida la inyección letal después de haber vivido sus últimos 26 años entre rejas. Es el segundo asesinato de un reo en las últimas dos semanas en Estados Unidos.
En Madrid, hay dos palabras que se van a repetir de forma incansable estos días. Abolicionistas y retencionistas. La capital acoge desde, precisamente, ayer y hasta el sábado el V Congreso Mundial contra la Pena de Muerte. El evento, organizado por la asociación Juntos contra la pena de muerte (ECPM), tiene marcado un objetivo primordial: propiciar un "diálogo" entre representantes de los países que aún mantienen la pena capital para "abrir el camino hacia la abolición", según explicó el director general de ECPM, Raphaël Chenuil Hazan.
Mientras Van Poyck se despedía de sus familiares, representantes de 90 países se reunían en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid para buscar y sentar estrategias para la erradicación total de la pena de muerte. El encuentro, patrocinado por los gobiernos de España, Noruega, Suiza y Francia en colaboración con la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte, cuenta con un alto nivel de representación política y cultural, así como de abogados, magistrados, representantes de la sociedad civil y de organizaciones no gubernamentales, en los 21 debates programados, entre sesiones plenarias, mesas redondas y talleres.
"Los movimientos contra la pena de muerte, son movimientos contra la tortura"
A la cita, inaugurada el miércoles por el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, también se han acercado varios premios Nobel de la Paz. Una de ellos, Maired Maguire, galardonada en 1976 por su activismo por el fin del conflicto en Irlanda del Norte, ha abierto la mañana del jueves la primera sesión plenaria del congreso. "La pena capital es un acto de crueldad de un ser humano sobre otro", ha declarado al iniciar su alocución.
Durante su intervención, la norirlandesa ha hecho especial hincapié en la tortura que supone para una persona saber que su única escapatoria al encarcelamiento es la muerte. "En el corredor de la muerte sólo cabe hacerse una pregunta: ¿cuándo me matarán?", ha denunciado. Una agonía que sufren miles de personas en todo el mundo. Según datos de Amnistía Internacional, el año pasado fueron condenadas a muerte 1.722 personas en 58 países. Cifras abrumadoras que, para Amina Bouayach, vicepresidenta de la Federación Internacional de los Derechos Humanos, dan más fuerza a la lucha contra la pena capital: "Los movimientos contra la pena de muerte, son movimientos contra la tortura".
Antes de despedirse, Maguire ha pedido "a todos los gobiernos del mundo que defiendan la abolición" ya que se trata, simplemente, de "una tarea orientada a salvar vidas". Para la Nobel de la Paz no está todo perdido. Confía en que, a pesar de todo, el "ser humano está más que capacitado para desarrollar algo mejor que tecnología para matar".
Un exverdugo con 62 ejecucionesSobre la situación de los presos, quien tiene, y mucho, que decir, es Jerry Givens. Este estadounidense ha ejecutado a 62 personas, como él mismo reconoció: 25 por inyección letal y 37 mediante la silla eléctrica. Fue guardia del corredor de la muerte en Virginia, donde también ejerció de jefe de las ejecuciones. Después de 25 años se ha convertido en un activista contrario a la pena capital.
"La pena de muerte es venganza. Ejecutar a alguien no hace un favor a la víctima ni a sus familias"
"La pena de muerte es venganza, así lo he visto yo porque ejecutar a alguien no hace un favor a la víctima ni a sus familias, es matar a alguien porque mató a un hijo", explicó. ¿Cómo cambió su vida? Al ver por primera vez el certificado de defunción tras una ejecución que ponía como causa de la muerte homicidio. "Por qué escribían eso si lo hacían para intentar acabar con los homicidios. No le veía sentido", resaltó.
Uno de los que sufren la tortura de la espera es Pablo Ibar, el único español en un corredor de la muerte. Su esposa Tanya no pudo contener las lágrimas durante su comparecencia de prensa. "Algunos dicen que soy la amante de un asesino, de un condenado a muerte, que soy alguien terrible, pero esa no soy yo, soy una esposa que apoya a su marido", relató.
Tanya lleva 15 años casada con Pablo, condenado hace doce por un triple asesinato de 1994 y que sigue luchando por poder escapar de su castigo. La prueba determinante en el juicio fue un vídeo en blanco y negro borroso con el que la Fiscalía no dudó en culparle. "Esto durará lo que tenga que durar, seguiré al lado de mi marido. Lo triste es que no le puedo abrazar sin que un guardia nos mire o me diga que no lo haga", concluyó Tanya.
Cambios tras la Primavera ÁrabeLa jornada del Congreso de este jueves arrancó con uno de sus objetivos principales: Oriente Medio y el Magreb. Chenuil explicó que en esta región se han dado "pasos muy importantes gracias a la Primavera Árabe que se inició en Túnez". Las revoluciones populares han dado "esperanza", dijo el director general de ECPM, gracias a "una libertad de expresión recuperada. Todo un logro para los abolicionistas".
Egipto mantiene la misma legislación sobre ejecuciones de Hosni Mubarak
En este primer encuentro, defensores de los derechos humanos en Líbano y Egipto, dos de los países de la zona con mayor número de penas capitales impuestas, han instado a sus Gobiernos a erradicar todo rastro de la pena de muerte. El parlamentario libanés Ghassan Moukheiber explicó que en su país, a pesar de que desde hace seis años existe una moratoria para las ejecuciones, hay actualmente unas 60 personas condenadas a muerte.
Por su parte, el director del Centro Árabe para la Independencia de los Abogados y el Poder Judicial de Egipto, Nasser Amin, recordó que la legislación en relación a las ejecuciones no ha cambiado tras la caída de Hosni Mubarak. "El anterior régimen mantenía la pena de muerte para reprimir a la oposición política. La Constitución actual sólo refleja las ideas islamistas, por lo que tampoco hay intención de abolirla", lamentó.
No es el único caso. Por ejemplo, en Marruecos, según denunció Houria Es-Slami, miembro y coordinadora del Consejo Nacional de Derechos Humanos del país, todavía existe la pena de muerte para tres supuestos: terrorismo, atentados contra la salud pública y una última categoría relativa a castigos militares.
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