Milei asume la presidencia con la promesa de duros recortes y más crisis
"Hoy comienza una nueva era en Argentina", proclama el nuevo mandatario argentino, que asegura que "no hay alternativa" al 'shock' fiscal que su Gobierno llevará a cabo.
Buenos Aires-Actualizado a
Javier Milei juró como nuevo presidente de Argentina este domingo. Lo hizo en el recinto del Congreso de la Nación en la ciudad de Buenos Aires, ante la expectativa de millones de argentinos que lo votaron, muchos de ellos congregados en la plaza para recibirlo, y el asombro o miedo de otros millones que siguieron la toma de posesión frente a sus pantallas.
"Hoy comienza una nueva era en Argentina, hoy damos por terminada una larga y triste historia de decadencia y declive y comenzamos el camino de la reconstrucción de nuestro país", dijo al dar inicio a su discurso en la entrada del palacio legislativo, rompiendo la tradición de hacerlo dentro, en el día en que el país cumplió 40 años de democracia.
Milei habló de pie, con la banda presidencial, acompañado por los pocos mandatarios que asistieron a su toma de posesión, como los presidentes de Chile, Gabriel Boric; Uruguay, Luis Lacalle Pou; Ecuador, Daniel Noboa; y Paraguay, Santiago Peña; el rey Felipe VI; o los mandatarios de Hungría, Víctor Orban; de Ucrania, Volodímir Zelenski. También estuvieron presentes sus aliados políticos, como el expresidente brasileño Jair Bolsonaro, y el líder de Vox, Santiago Abascal.
Las miles de personas reunidas con banderas de Argentina, otras con el símbolo del león que lo caracteriza, recibieron con esperanza su discurso en el cual repitió su programa económico: un shock fiscal para el cual "no hay alternativa", como repitió varias veces, retomando la consigna de "there is no alternative" enarbolada décadas atrás por la británica Margaret Thatcher.
El último mal trago
"Ningún gobierno ha recibido una herencia peor que la que estamos recibiendo", afirmó el nuevo presidente, que dio un cuadro catastrófico con datos macroeconómicos rápidamente cuestionados por periodistas y economistas. El diagnóstico ofrecido por Milei fue la base para anunciar que no habrá gradualismo, sino un shock fiscal con los consecuentes duros recortes en el gasto público.
"La solución implica un ajuste fiscal en el sector público nacional de 5 puntos del PBI que a diferencia del pasado caerá casi totalmente sobre el Estado y no sobre el sector privado", aseguró. Anunció a su vez que pondrá fin a la emisión financiera, "y con ello a la única causa de la inflación empíricamente cierta y válida en términos teóricos", en un contexto de cerca del 150% de inflación interanual.
"Naturalmente impactará de manera negativa sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes, habrá estanflación", anunció el presidente. La promesa fue que será "el último mal trago para recomenzar la reconstrucción de Argentina", un país que, según el mandatario, era "la primera potencia en el siglo XX" y dejó de serlo por las "ideas empobrecedoras del colectivismo".
El cuadro de situación presentado por Milei también hizo referencia al "baño de sangre" en el cual estaría viviendo Argentina, aunque, según el Índice Global del Crimen Organizado, el país está en el puesto número 21 en el ranking de todo el continente.
La expectativa social
Las fotos fueron inversas a 2015: entonces el Gobierno saliente de Cristina Fernández de Kirchner se iba con una plaza llena, y el entrante de Mauricio Macri lo hacía ante una plaza vacía. Ahora el presidente Alberto Fernández se fue en una notoria soledad política, y Milei asumió con una plaza llena primero frente al Congreso, luego desde la Casa Rosada.
"Esto es el cambio, hoy la Argentina hace un cambio y va a liderar el cambio del mundo, me entusiasma absolutamente todo, la gente, ha venido gente del conurbano, de nivel bajo, de nivel alto, la mezcla. Los que se van son Ali Babá y los 40 Kirchner, son todos ladrones", dijo desde el mediodía caluroso de primavera Luis Roldán, de 69 años, "mileista de primera hora", como se definió.
La asistencia mostró una plaza policlasista: muchos jóvenes de capas medias, populares, así como señoras de bocas pintadas, sombreros antiguos y pelo teñido. También numerosos extranjeros, como dominicanos, peruanos o venezolanos.
"Apoyo todas las ideas de la libertad, que se acabe la opresión y la culturización de la izquierda que nos detiene devastados, nos devastó en Venezuela y quiere seguir devastando el resto de los países y no quiero eso para Argentina", aseguró por ejemplo Luis Álvarez, un venezolano que lleva seis años en el país.
Tanto Álvarez como Roldán, y la mayoría de los asistentes, se mostraron convencidos de la necesidad de atravesar una crisis mayor para luego estar mejor. "Nos vamos a tener que ajustar el cinturón y después salimos adelante, si no lo hacemos no existe salir adelante, esta fiesta se acabó, esta estupidez en la que vivimos es una irrealidad total y absoluta", aseguró Marisol, eufórica en la plaza.
'Shock', crisis y después...
El presidente dejó claro, como ya lo había hecho la noche de su victoria, que no habrá medias tintas en las medidas económicas, por lo que el país se apresta a ingresar en una crisis mucho mayor. La pregunta que ronda los pasillos y análisis es cómo será la gobernabilidad, es decir, tanto la calle y el conflicto social resultante del empeoramiento de las condiciones de vida, como los acuerdos en un Congreso con un mapa de fuerzas fragmentado.
Respecto a lo primero, el nuevo Gobierno tendrá al frente de la cartera de Seguridad a Patricia Bullrich, tercera en las elecciones pasadas, que articuló su campaña en torno a un discurso que emuló al presidente salvadoreño Nayib Bukele, entrecruzado con amenazas de persecución al kirchnerismo/peronismo.
En cuanto a los acuerdos legislativos aún debe verse cómo se asentarán las diferentes fuerzas, tanto dentro de un peronismo que sufrió una derrota política y electoral, como en la antigua fuerza opositora de Juntos por el Cambio que se dividió en la segunda vuelta entre quienes se aliaron con Milei y los que no.
Los tiempos serán rápidos, se espera que las primeras medidas económicas lleguen este mismo lunes, con anuncios importantes como el valor de un dólar que podría pasar de los 380 dólares oficiales aproximados a cerca de 600 dólares, según dieron a conocer algunos portavoces, con una consecuente escalada inflacionaria. Será uno de los datos leídos con mucha atención dentro del shock neoliberal que augura una crisis que una parte de la sociedad anuncia estar dispuesta a atravesar para terminar con "la casta", pero otra, que irá creciendo, no.
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